jonka Manuela Rebellon Otalvaro 1 vuosi sitten
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Después de confirmar un diagnóstico de asma, su pediatra clasificará la gravedad de la condición de su hijo. Esta clasificación toma en cuenta la frecuencia y la gravedad de los síntomas anteriores y actuales del asma y el examen físico, y puede incluir las medidas de la función del pulmón incluyendo espirometría o mediciones de flujo respiratorio máximo. Esta información permite que su pediatra seleccione el medicamento correcto y determine la dosis correcta para mantener controlada la condición. (Consulte en “Lo que en realidad importa es el control, no la gravedad” a continuación). Al tomar una decisión sobre el nivel de gravedad del asma de un niño, la primera distinción que se debe realizar es si su hijo tiene asma intermitente (es decir, solo problemas ocasionales) o asma persistente (es decir, más que ocasional). Los pacientes con asma persistente pueden tener un asma leve, moderado o severo. A continuación se muestran los detalles sobre los 4 niveles de gravedad del asma que surgen al realizar este tipo de distinción.
Prueba para diagnosticar y controlar el asma
Uso de un medidor flujo espiratorio
Las sustancias que se encuentran en algunos lugares de trabajo también pueden desencadenar los síntomas de asma, lo que lleva al asma ocupacional. Los desencadenantes más comunes son el polvo de la madera, el polvo de los granos, la caspa animal, los hongos o los químicos.
Muchas personas con asma tienen antecedentes personales o familiares de alergias, como la fiebre del heno (rinitis alérgica) o eccema Otros no tienen antecedentes de alergias.
El asma es una afección en la que las vías respiratorias se estrechan e hinchan, lo que puede producir mayor mucosidad. Esto puede dificultar la respiración y provocar tos, un silbido (sibilancia) al exhalar y falta de aire.
Para algunas personas, el asma es una molestia menor. Para otras puede ser un problema considerable que interfiere en las actividades cotidianas y que puede producir ataques de asma que pongan en riesgo la vida.
El asma no tiene cura, pero sus síntomas pueden controlarse. Dado que el asma suele cambiar con el tiempo, es importante que colabores con el médico para hacer un seguimiento de los signos y los síntomas y ajustar el tratamiento según sea necesario.