La fundamentación de la moral en el contexto del diálogo se centra en la búsqueda de un consenso racional que permita una comunicación sin desfiguraciones y con igualdad en las oportunidades de participación.
Ciertamente los consensos reales, los que se han producido y se producen en nuestro mundo,
no gozan de los caracteres de la racionalidad plena, pero un progreso en la racionalización permitirá
alcanzar aquella «situación ideal de habla» (Habermas), aquella «comunidad ideal de
argumentación» (Apel) en que, con distintos matices, se excluye la desfiguración sistemática de la
comunicación, se distribuyen simétricamente las oportunidades de elegir y realizar actos de habla y
se garantiza que los roles del diálogo sean intercambiables.
La primera de ellas sería de tipo catártico: son rechazables en sus pretensiones aquellas
éticas que, por su misma concepción del hombre,
En primer lugar, conviene repetir nuevamente que cuando las éticas del diálogo remiten
al consenso como fundamentador de normas no están refiriéndose al consenso fáctico.ic
FUNDAMENTAR LO MORAL
Las éticas del diálogo invitan, pues, a la racionalidad, hacen una llamada a la razón, con
el fin de evitar aquellos irracionalismos subjetivistas que tuvieron como consecuencia el nazismo y
que hoy son la permanente tortura de Latinoamérica,
Sin embargo, es conveniente recordar que los consensos reales, los que se producen
fáctica-mente, son todos revisables.
el irracionalismo consiste precisamente en
imponer como universales intereses individuales. Dijimos desde el comienzo que el contenido de
las normas morales,
LA EVOLUCIÓN DE LOS TÉRMINOS «MORAL» Y «FUNDAMENTACIÓN»
Cualquier intento actual de ética cívica se ve obligado a
conocer y valorar críticamente estas propuestas de «ética dialógica».
Y pasando a la formulación de las tres cuestiones iniciales, serían las siguientes:
1. Cuando hablamos de personas «moralmente buenas», ¿nos referimos realmente a la
disponibilidad para solucionar dialógicamente problemas, o debemos recurrir también a elementos
heredados de éticas anteriores?
El progreso en la racionalización se plasma, tanto en el desarrollo de las fuerzas productivas,
como en las formas normativas de integración social, en los mecanismos de regulación de conflictos
(función atribuida socialmente a la moral y al derecho),
la admisión de la autonomía como concepto fundamental de la vida moral, la
justificación del deber por el querer realmente humano, estaría a la raíz de la ética trágica.
Naturalmente, el modo de entender la felicidad varía, desde indentificarla con el placer hasta
concebiría como la actividad más perfecta según la virtud más excelente del hombre78;
«AMORALISMO» ES UN CONCEPTO VACIO
Que tal lenguaje posee un sentido es perfectamente
defendible desde el momento en que nos percatamos de que sus términos son usados cumpliendo
una función en beneficio de sus usuarios. Por ello puede decirse que el lenguaje moral es un juego
lingüístico que cobra sentido precisamente porque viene respaldado por una forma de vida que lo
sustenta77. La tradicional pregunta «¿es posible situarse más allá del bien y del mal morales?»
¿es posible concebir la vida
cotidiana de un hombre que renunciara de tal modo a la forma de vida moral, que le resultaran
inintelegibles términos tales como «mentira», «engaño», «injusticia», «traición» y tantos otros? No
que criticara el contenido dado a estos términos por morales concretas,
El concepto de «amoralismo» no nos refiere a realidad alguna, sino que constituye un
concepto vacío. Esta afirmación cobra especial patencia en las investigaciones contemporáneas en
torno al hecho del discurso moral, realizadas por la filosofía analítica.
PERMANENCIA Y UNIVERSALIDAD DE LO MORAL. DIVERSIDAD DE
MORALES
Esta permanencia de la forma contrasta, sin lugar a dudas, con la pluralidad de contenidos
que, no sólo se han ido presentando históricamente, sino que coexisten en el momento presente.
«Coexisten», que no «conviven», porque, a partir de determinados estadios en la evolución de la
conciencia moral colectiva, las propuestas morales se ofrecen bajo la forma de universalidad:
pretenden valer universalmente.
Por una parte, y a nivel moral, nos encontramos con el hecho de que, a pesar de todas las
críticas que se han dirigido y dirigen contra los modelos concretos, lo moral permanece.
En este sentido las normas morales se pretenden universales, y aquí radica la primera causa
de la perplejidad aludida: ¿cómo es posible que distintas concepciones morales, pretendiendo cada
una valer universalmente, sean igualmente verdaderas?