par Octavio Altamirano Il y a 3 années
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El nombre de Aridoamerica se aplica a la vasta región cultural situada al norte del territorio mesoamericano y fuera de él. En la mayor parte de este territorio las lluvias no alcanzan para mantener el cultivo del maíz, por lo que sus pobladores antiguos debían cazar y recolectar frutos silvestres para complementar su alimentación. Solo en aquellos lugares donde corren grandes ríos era posible irrigar la tierra para producir buenas cosechas cada año.
En una gran porción de Aridoamerica habitaron las llamadas culturas del desierto, compuestas por grupos de nómadas que recorrìan amplias áreas en busca de alimentos. Estos grupos utilizaban arcos, flechas y lanza dardos para cazar, aunque también sabían fabricar trampas y elaborar redes o canastos que les servían para pescar y guardar sus presas. Gran parte de su comida la conformaban plantas como el nopal, el maguey, el mezquite y algunos tipos de zacate.
Los grupos de cazadores y recolectores estaban formados por unas pocas familias y no tenían un jefe permanente, pero en ciertas épocas del año varios grupos podían reunirse para realizar fiestas.
En los valles centrales de Oaxaca, durante el periodo Clásico alcanzó su apogeo, o su momento de mayor perfección o grandeza, la cultura zapoteca. Su principal ciudad fue Monte Albán, construida en la cima de una montaña en la que destaca una serie de losas de piedra labradas con figuras humanas en diversas posturas, que según los estudiosos representan individuos con deformidades o enfermedades o bien, se trata de las imágenes de enemigos sacrificados.
En las escuelas mesoamericanas se enseñaban cantares y relatos antiguos que eran memorizados y repetidos con el apoyo de los libros de pinturas. Transmitidos de generación en generación, ocupaban un lugar preponderante los mitos de la creación del mundo, la historia de los antepasados y los valores cívicos y morales.
Después de la conquista los sabios indígenas sobrevivientes aprendieron la escritura alfabética y adaptaron a ella varios de esos relatos; por su parte, los misioneros recopilaron mitos, poemas y relatos antiguos, todos los cuales podemos conocer hoy día.
Los pueblos mayas tienen más de 2000 años de historia y casi 30 lenguas diferentes pero de un mismo tronco común: mayense, junto con muchas características culturales compartidas como el sistema numérico vigesimal, el concepto de cero y el calendario agrícola de 365 días. Su tierra, el sureste mesoamericano, es muy contrastante.
Los mayas de los altos pertenecen a las tierras elevadas y boscosas de Chiapas y Guatemala. Sus culturas destacan sobre todo en el Posclásico, con la expansión del imperio Quichè.
La primera gran cultura mesoamericana fue la olmeca, que se desarrolló en la costa del Golfo de México en el transcurso del Preclásico medio, de 1200 a 400 a.n.e. La cultura olmeca fue la primera en Mesoamérica en crear un conjunto de ideas acerca del origen y orden del Universo, de los seres humanos y de la naturaleza, es decir, una cosmovisión: una manera de ver e interpretar el mundo. Observaron el movimiento de los astros y con ello desarrollaron un sistema para medir el tiempo, así como una escritura jeroglífica.
Se dice que la cultura olmeca fue la cuna o la “cultura madre” de Mesoamérica, pues varios rasgos centrales mesoamericanos provienen de ella:
La principal referencia que guía la arquitectura de los centros ceremoniales mesoamericanos son las formas de la naturaleza, consideradas sagradas. Esto sucede a varios niveles.
Primero, las pirámides se conciben como réplicas de las montañas. La montaña simboliza la abundancia y la fertilidad de la tierra. Por ello, las estructuras casi siempre están alineadas con los promontorios o elevaciones más visibles del lugar.
Segundo, a partir del Preclásico medio (1500-300 a.n.e.) en la costa del Golfo, los centros del poder estatal, se diseñaron como representaciones simbólicas de la creación.
Los dioses representan las fuerzas y las razones de ser de la naturaleza, de manera que el hombre se comunica con el Universo que lo rodea por medio de ellos. Las fuerzas que lo rodean por medio de ellos. las fuerzas creativas se dividen en dos grupos opuestos: los seres nocturnos y acuáticos son el principio femenino, la tierra y el agua; los seres diurnos, luminosos y aéreos son masculinos, el poder engendrador de los cielos y el sol Los dioses, como la naturaleza, pueden ser fuerzas creadoras y destructoras. Para procurar sus bondades, los hombres ofrecen los sacrificios adecuados, por ejemplo, a la tierra se le ofrecen los mejores productos de la cosecha y sangre obtenida por sacrificio.
Después de la caída de Teotihuacan, varias ciudades se disputaron el control del Altiplano Central, Xochicalco, Teotenango, Cholula y Cacaxtla fueron algunos de los reinos que entonces cobraron relevancia. En esa época, conocida como el Posclásico temprano, sólo Tula logró formar un imperio guerrero cuya influencia llegaba desde el actual estado de Zacatecas hasta Centroamérica, aunque por poco tiempo.
Los toltecas eran un pueblo de habla nahua que procedía del norte. En el siglo X entraron a Mesoamerica. Conquistaron el Altiplano Central y tuvieron una época de esplendor bajo el mando de su gobernante Ce-Acatl Topiltzin Quetzalcoatl.
Tollan-Xicocotitlan fue la capital principal de los toltecas. Las crónicas indígenas hablan de una época en que florecieron las artes y las ciencias, y la palabra tolteca se volvió sinónimo de sabio o artista para los mexicas. Pero una lucha interna por el poder, así como una serie de plagas y desastres naturales provocaron la expulsión de Ce-Acatl y sus seguidores.
La guerra, como en muchas culturas antiguas, fue una institución en Mesoamérica. Era una actividad central para la mayor parte de los pueblos dominantes del Clásico y el Posclásico, con la posible excepción de Teotihuacán, que fue un imperio principalmente comercial. Medio de defensa o de expansión contra ciudades rivales, la guerra proporcionaba a las naciones vencedoras una ampliación de su poder económico, obtención de tributos y prisioneros para el sacrificio humano.
Además de tener funciones de expansión, de dominio político y de comercio, la actividad guerrera tenía una importante función simbólica. Por una parte, la guerra era una representación del enfrentamiento entre las fuerzas de la naturaleza. Los guerreros águila y los guerreros jaguares del ejército mexica representaban, unos, las fuerzas celestes y diurnas y otros, las fuerzas de la tierra y la noche. En representaciones más tempranas, como las de los murales de Bonampak en Chiapas (790-792 de n.e.) vemos a los triunfadores ataviados con piel de jaguar. En los murales de Cacaxtla, en Tlaxcala (899-850 de n.e.), los guerreros jaguar vencen a los guerreros ave. Guerra, en nàhuatl. atl/tlachinolli, “agua/cosa quemada” hace referencia a este choque de fuerzas como a un enfrentamiento entre elementos.