Durante los siglos XVIII y XIX, las colonias latinoamericanas experimentaron un periodo tumultuoso marcado por movimientos de independencia y la lucha por la autonomía. Los criollos, descendientes de europeos nacidos en América, protagonizaron muchas de estas rebeliones en respuesta a los altos impuestos y las reformas impuestas por la corona española, que despojaban de poder tanto a ellos como a la Iglesia.