En una pequeña escuela, Fray Columbano, un confesor conocido por su falta de espiritualidad y aversión hacia aquellos con carácter fuerte, influía negativamente en los jóvenes. Prefería seleccionar alumnos pálidos, fáciles de manejar, poco espirituales y débiles, desviándolos de su verdadero camino.