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La segunda etapa de la enfermería se inicia en el siglo XIX con las reflexiones de los intelectuales sobre las tareas realizadas por esas personas conocidas como cuidadores. El primer manual conocido de la enfermería como disciplina data del 1617 y recoge una serie de instrucciones para enfermeros donde se describen técnicas y procedimientos para practicar a los enfermos. Así pues, empiezan a florecer las enseñanzas teóricas de esta disciplina y se va produciendo de forma paulatina una institucionalización como profesión.
La primera, que comprende desde las primeras culturas existentes hasta el siglo XIX, nos habla del enfermero entendido como la persona que propicia cuidados a un enfermo o persona incapaz de valerse por sí misma. De esta etapa se conocen pocos detalles ya que prácticamente no existen fuentes ni testimonios escritos y, por tanto, los conocimientos del oficio se realizaban mediante la transmisión oral y el aprendizaje práctico. Hacía el final de esta primera etapa aparecen los primeros escritos breves asociados a la enfermería que tienen su origen en mundo monástico, cuna de la cultura y los primeros escritores. El interés y preocupación de la iglesia por los enfermos y los marginados sociales se basa en los valores cristianos de la caridad, la igualdad y la ayuda al desamparado. Además era la única institución con estos valores que disponía de suficientes recursos para crear hospitales y asilos.