Durante los siglos XIX y XX, tanto Asia como África fueron escenarios de intensos procesos de colonización por parte de diversas potencias europeas. En África, la ocupación comenzó por los valles de los ríos como el Nilo, el Congo y el Níger, donde la ocupación del valle daba derecho a la cuenca entera.
Con la ocupación del valle, se considera que se tiene derecho a ocupar la cuenca entera y a la formación de la colonia sobre ella. Tal caso se da en el Nilo, el Congo y el Níger. Se acelera entonces la colonización de otras potencias.
aspecto legal
La conferencia de Berlín señala que es la ocupación efectiva del territorio, y no su descubrimiento lo que otorga el derecho de explotar el país ocupado. Se acelera entonces la colonización de otras potencias.
ocupación de la costa
Las ocupaciones se inician en la costa, para avanzar al interior con el objetivo final de llegar a la costa opuesta y fundar un territorio continuo, lo que no se cumplió en caso alguno (aunque Inglaterra casi lo logra de norte a sur y Francia y Portugal de este a oeste).
Asia
El sudeste de Asia se convirtió en zona de penetración de Inglaterra y Francia. Inglaterra adquirió Birmania y los establecimientos de los estrechos de Malasia, con el puerto de Singapur. Francia en tanto se adueñó de la Indochina francesa, territorios quitados al territorio chino.
Inglaterra, alarmada ante la expansión de Rusia, firmó la Convención de 1907, por la que ambas potencias delimitaron sus respectivas zonas de influencia en Asia Central. La zona del norte del reino de Persia sería de influencia rusa, y la sur, inglesa; la central sería neutral, y ninguno de los dos países podría actuar en ella sin consentimiento del otro.
La historia de Asia en los siglos XIX y XX está marcada por dos acontecimientos fundamentales: la apertura de China y Japón a la vida internacional, y la penetración de Rusia, en el norte, de Inglaterra y Francia en el sur y de China y Japón en el oriente del continente.