Durante la época de la conquista, diversas enfermedades infecciosas fueron introducidas en América, afectando gravemente a la población indígena. Entre las más destacadas se encuentran la viruela, el sarampión y la peste negra.
La fiebre amarilla es transmitida al ser humano por la picadura del mosquito Aedes aegypti y otros mosquitos de los géneros Aedes, Haemagogus y Sabethes, que se encuentran generalmente a menos de 1300 metros sobre el nivel del mar, pero Aedes han sido hallados ocasionalmente hasta los 2200 m s. n. m., en las zonas tropicales de América y África.
El rango de huéspedes del virus es estrecho y se mantiene en la naturaleza entre primates y mosquitos hematófagos de los géneros Aedes y Haemagogus en África y América del Sur respectivamente, con transmisión transovárica entre estos vectores. Esto es lo que se llama el «ciclo selvático de la fiebre amarilla». Los seres humanos son infectados ocasionalmente por mosquitos de la selva que previamente se han alimentado de un primate infectado, y luego pueden convertirse en huésped para la transmisión interhumana urbana, principalmente a través del Aedes aegypti, una especie que se desarrolla en recipientes que contienen agua dentro de moradas o en las cercanías a ellas. Este es el «ciclo urbano de la fiebre amarilla»
Viruela
La viruela figura entre las enfermedades más devastadoras que jamás hayan existido en la historia de la humanidad. Alteró dramáticamente el curso de la historia, incluso contribuyendo al declive de civilizaciones enteras. Se declaró erradicada en 1979 después de un programa de vacunación que está considerado como una de las victorias más importantes de la medicina moderna.
La viruela es una enfermedad aguda y contagiosa causada por el virus “variola”. Recibe su nombre del término en Latín que significa “moteado”, haciendo referencia a los bultos y pústulas que aparecen en el rostro y cuerpo de los afectados. Históricamente el virus ha matado al 30% de las personas que lo han contraído. Los que han sobrevivido a menudo quedaban ciegos, estériles, y con profundas cicatrices, o marcas de viruela, en la piel.
El sarampión
Un médico escocés, hogar de Francisco, demostrado en 1757 que el sarampión fue causado por un agente infeccioso presente en la sangre de pacientes.
En 1954 el virus que causa el sarampión fue aislado en Boston, Massachusetts, con Juan F. Enders y Thomas C. Peebles. El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa causada por un virus que se reproduce en la nariz y en la garganta de un niño o adulto infectado. Luego, cuando una persona con sarampión tose, estornuda o habla, las gotas infectadas se expulsan al aire, donde otras personas pueden inhalarlas.
La varicela
La varicela se debe a la infección por el virus varicela zóster (virus herpes humano tipo 3). La varicela constituye la fase invasora aguda de la infección, mientras que el herpes zóster (culebrilla) representa la reactivación de la fase latente.
La varicela, que es muy contagiosa, se transmite por
Inoculación de la mucosa (por lo general nasofaríngea) a través de gotitas en el aire partículas de aerosol infectadas
Contacto directo con el virus (a través de lesiones cutáneas)
La varicela se transmite sobre todo durante la fase prodrómica y los estadios iniciales de la erupción. El contagio se produce desde 48 h antes de la aparición de las primeras lesiones cutáneas hasta la conversión de la última lesión en costra.
El tifus
La epidemia de tifus de 1914, que afectó a media Europa y, en la neutral España, fue especialmente virulenta. En el siglo anterior, el pánico sanitario había sido el cólera morbo asiático, con sus sucesivos brotes epidémicos, tras la entrada del bacilo del vibrio cholerae a través de puertos como el de Vigo. El tifus, por su parte, no era importado: su estallido surgió del corazón mismo de las ciudades por la contaminación de sus fuentes de agua potable.
Hay que señalar que este tifus es el a veces más conocido como fiebre tifoidea transmitido por una bacteria salmonella que contamina aguas y alimentos. En contraste con el tifus clásico provocado por una bacteria rickettsia, cuyo vector es el piojo. Este último se transmite por la picadura de estos parásitos, que pueden llevar la bacteria en las microscópicas heces que dejan en nuestra piel mientras se pasean entre picadura y picadura. Ahorremos los datos más escabrosos, pero rindamos homenaje a la forma en que el médico polaco Rudolf Weigl desarrolló la vacuna para este último tifus, introduciendo uno a uno, con una aguja capilar, por el ano de los piojos, bacterias rickettsia para que las cultivasen en su tracto digestivo. Aún hoy se considera una gran injusticia que no recibiese el premio Nobel por tanto esfuerzo.
La peste negra
También se la denomina sencillamente "la peste" y es una enfermedad infecciosa, potencialmente mortal, causada por la bacteria Yersinia pestis, que vive en animales, especialmente en roedores, y más específicamente en las pulgas que llevan estos en su pelaje.
Su nombre viene precisamente de los síntomas que causa: una dolorosa inflamación del ganglio linfático, que afecta tejidos en la axila o la entrepierna formando una especie de ampolla que se conoce como "bubón".
¿Qué es lo que causa?
De acuerdo a la OMS, una persona puede llegar a desarrollar la enfermedad entre dos y seis días después de infectarse.
Además de los bubones o ganglios linfáticos inflamados, que pueden ser del tamaño del huevo de una gallina, otros síntomas incluyen fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y dolor en el cuerpo.
La enfermedad también puede afectar a los pulmones y causar tos, dolor en el pecho y dificultad para respirar.
La bacteria que la causa también puede entrar en el torrente sanguíneo y producir una condición conocida como septicemia o sepsis, que es lo que puede afectar los tejidos y los órganos y finalmente causar la muerte.