door Marbelys Vargas 2 jaren geleden
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En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos que:
«La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el nacimiento de Cristo «lejos de disminuir consagró la integridad virginal» de su madre. La liturgia de la Iglesia celebra a María como la ‘Aeiparthenos’, la ‘siempre-virgen’.»
Lo esencial del dogma es: que la Virgen fue llevada al cielo en cuerpo y alma, con todas las cualidades y dotes propias del alma de los bienaventurados e igualmente con todas las cualidades propias de los cuerpos gloriosos.
Los Concilios que repitieron y confirmaron esta doctrina * Concilio de Calcedonia Dz. 148 * Concilio II de Constantinopla Dz. 218, 256. * Concilio III de Constantinopla Dz. 290.
1- Ausencia de toda mancha de pecado. 2- Llena de la gracia santificante. 3- Ausencia de la inclinación al mal.