door GINA RODRIGUEZ 2 jaren geleden
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La tarea de los jueces de llegada es registrar el orden de llegada de los competidores, sin preocuparse si lo hacen cometiendo alguna infracción a las reglas. • Su ubicación debe permitirle ver todas las pistas al momento de la llegada. • Nunca abandone su área de trabajo. • Anotar las llegadas tal como las vio, nunca copiar las de otro juez. • Durante el desarrollo de la competencia no distraerse. • Cuando los nadadores se acercan a los 15 metros, antes de la llegada, seguir con la vista el nado de los competidores, hasta que toquen. • Seleccionar el método de trabajo que le sea más fácil o cómodo. Puede anotar el orden de llegada en el reverso de la boleta de llegada sin quitar la vista de los nadadores y finalizada la carrera, traspasar el orden de llegada al anverso de la tarjeta o puede memorizar el orden de llegada y después pasarla a la boleta. • En piscinas con sistema automático de clasificación y cronometraje deberá obturar un botón de llegada
EL JUEZ DE ESTILO DEBE: • Dominar las reglas referidas a todos los estilos. • Observar que todos los nadadores respeten las reglas técnicas de los estilos desde el inicio de la carrera, durante el recorrido, vueltas y llegada. • Su ubicación es desplazándose por el costado de la piscina, siguiendo a los nadadores desde que comienzan a nadar hasta que finaliza la carrera. • Respetar el código de ética de FINA. • Tener siempre presente la regla de oro de la natación “La Duda Favorece al Nadador”. • Evitar emitir juicios sobre el desempeño de los nadadores, entrenadores, dirigentes, jueces y árbitro. • Asistir a la reunión convocada por el juez árbitro. • Reportar al árbitro las infracciones, por escrito y dar explicaciones verbales si éste las solicita.
Los inspectores de vuelta cumplen una función que requiere de sólidos conocimientos técnicos, agudeza visual, poder de concentración, y mucha práctica, ya que es en las vueltas y llegadas donde se produce la mayor cantidad de infracciones a las reglas y donde también se producen la mayor cantidad de errores de los jueces. Un buen inspector de vueltas no sólo debe dominar las reglas sobre vueltas y llegadas, sino que debe ofrecer plena confianza al árbitro y tener la habilidad física y mental que le permita observar con claridad todos los movimientos de los nadadores, tanto de piernas como de brazos, en forma simultánea. Un juez que observa el toque con las manos, pero que no alcanza a observar las piernas o viceversa, es un juez deficiente. Un inspector de vueltas que se desconcentra durante las pruebas de relevos, al contagiarse con el entusiasmo del público, es un juez deficiente.
Un buen juez de salida, una vez que la carrera comienza, no se distrae, sino que se prepara para la siguiente, observa a los nadadores de la próxima serie, analizando sus comportamientos y actitudes desde que salen del sector del oficial mayor. Cuando están en el sector de salidas, algunos estarán sentados con los ojos cerrados, concentrándose, otros estarán de pie haciendo elongaciones, otros mirarán asustados hacia sus padres o entrenador, otros estarán distraídos, otros ajustando sus trajes de baño o lentes, etc. El juez de salida tiene la responsabilidad de mantener una comunicación directa con los nadadores no sólo a través de la voz hablada, sino también a través de su expresión corporal y gestual, lo que permitirá una interrelación positiva entre juez y nadadores creando una atmósfera tranquila que facilite a los competidores tener una salida justa para todos.
EL JUEZ DE SALIDA DEBE: • Dominar las reglas relacionadas con la salida. • En todo momento actuar de acuerdo al código de ética de FINA. • Llegar puntualmente a la hora que ha sido citado. • Asistir a la reunión previa con el árbitro. • Mantener la serenidad y concentración en todo momento. • Tener buen estado físico y mental. • Respetar las decisiones e instrucciones del juez árbitro. • Ubicarse a un costado de la piscina, más o menos a 5 metros de los monolitos o tacos de salida, para ver a todos los nadadores sin interferencias.
Un buen árbitro no se mide por el número de descalificaciones, por la dureza del trato hacia los demás, por su experiencia nacional o internacional, por su inflexibilidad o por la actitud de “autoridad” o “jefe”, sino por la correcta aplicación de las reglas en su espíritu y letra, por su comportamiento ético y por tener muy claro sus ámbitos de responsabilidad y decisión.