Durante el siglo XVII, el teatro experimentó una transformación significativa con la creación del espacio teatral y el respeto por el decoro. Leandro Fernández de Moratín fue un exponente clave, promoviendo una nueva fórmula teatral que se adhería a las reglas de las tres unidades y buscaba la verosimilitud, con el propósito de criticar las costumbres sociales.