Cuando el niño empieza a extrañar a esa persona a llamarlo constantememte, la falta de interes en las cosas y rechaza los intentos de consuelo.
¿cuándo podemos considerar que la reacción de un niño a una situación de duelo afecta su equilibrio y su desarrollo?
Reacción prolongada frente a la pérdida de seres queridos: siempre la pérdida de alguna de las figuras parentales, fraternas o incluso de otras personas significativas genera una situación de difícil elaboración psíquica, En los niños pequeños
existe un riesgo importante de que esto ocurra, tanto por la falta de recursos emocionales y cognitivos,
dado el momento evolutivo en que se encuentran.
Ansiedad de separación: Hay niños que muestran un temor excesivo y difícil de calmar ante personas extrañas o al separarse de aquellas de su referencia. En estos casos, encontramos en el bebé o en el niño una negativa persistente frente a la separación de las personas significativas, una preocupación injustificada por la seguridad y el bienestar de estas personas.
Dificultades emocionales en niños de 0 a 3 años
Trastorno por estrés traumático
El trastorno por estrés traumático ordena una serie de síntomas que pueden surgir en los niños cuando estuvieron expuestos a una sola situación traumática severa o bien a una serie de sucesos traumáticos relacionados o a un estrés crónico, sostenido. Considerando la importancia del entorno para un niño pequeño, estos sucesos no necesariamente lo implican a él en forma directa, sino que pueden estar ligados a la percepción de riesgos o situaciones traumáticas referidas a las personas más cercanas a él.
Se puede considerar la presencia de un trastorno de este tipo cuando:
• El niño genera juegos repetitivos, recuerdos recurrentes, pesadillas o flashbacks que repitan la
vivencia traumática.
• Si se observa en él una gama de afectos más restringida (menos variedad) y menor capacidad
de modular los afectos.
• Si muestra un menor interés en establecer relaciones sociales, disminuye las actividades de
juego habituales, pierde logros evolutivos que ya había adquirido, presenta dificultades para
dormir o terrores y despertares nocturnos.
• Si presenta un estado de mayor excitación con vigilancia extrema del medio que lo rodea y
reacciones sobresaltadas frente a los estímulos que recibe.
Problemas graves de la expresión somática
El cuerpo, su funcionamiento y la regulación de las diferentes funciones como la alimentación, el sueño o el control de esfínteres constituyen un escenario sensible a los trastornos ligados al desarrollo
psíquico.
Se da la posibilidad de la existencia de afecciones más graves o
generalizadas que afectan el desarrollo de manera integral. En particular, ocurre en algunos niños un detenimiento o retraso del crecimiento sin causas orgánicas que se vincula a carencias o distorsiones graves en los vínculos tempranos y el entorno que rodea al niño, y que presenta mejoras cuando estos son abordados o cuando el niño cambia de entorno
Trastornos del espectro autista
Son aquellos padecimientos crónicos y de comienzo muy precoz que se caracterizan por involucrar
dificultades en tres o más aspectos del desarrollo:
• interacción social;
• comunicación y lenguaje;
• conductas restringidas, repetitivas, extrañas;
• sensibilidad frente a estímulos auditivos, visuales, olfativos y vestibulares.
Este tipo de dificultades implica una perturbación severa, aunque no total, de la capacidad para establecer vínculos emocionales o sociales. Se dan cuando los niños no logran establecer con facilidad circuitos recíprocos de comunicación.
Una característica habitual que podemos encontrar en estos casos son las disfunciones significativas en el modo de tratar diversas informaciones sensoriales; por ejemplo, los niños suelen poseer una resistencia inusual ante estímulos como el frío, el calor y el dolor. Y, a la vez, presentan mucha sensibilidad
hacia los olores y los estímulos lumínicos.
Dificultades en el espectro de la regulación
En algunos niños podemos encontrar una dificultad particular para regular, procesar y modular los estímulos tanto externos como propioceptivos. Este tipo de problemática suele implicar también déficits cualitativos en las aptitudes para la planificación motriz, su modulación tanto en la motricidad gruesa como en la fina, el procesamiento visoespacial,
el procesamiento auditivo-verbal o la articulación verbal.
Estas dificultades están relacionadas probablemente con diferencias individuales ligadas constitucionalmente
a la sensibilidad frente a los estímulos que posee cada niño al nacer. Sin embargo,desde los primeros momentos de vida, el encuentro con el ambiente es decir, con los adultos en los primeros vínculos, y el modo en que ellos participan para captar empáticamente las necesidades particulares del niño en este plano, ayudándolo a regular o intensificar los estímulos
La depresion
Los bebés también pueden presentar trastornos en su desarrollo derivados de estados depresivos.
Estos estados se encuentran ligados, en general, a carencias tanto cuantitativas como cualitativas en los vínculos con sus cuidadores primarios.
Respecto de su motricidad, un bebé o un niño pequeño deprimido puede mostrar movimientos repetitivos
o parciales –inicia movimientos y los interrumpe antes de haber terminado la acción–, y este “enlentecimiento” es más notorio respecto de la motricidad gruesa que de la motricidad fina.
La ansiedad
las dificultades en el espectro de la ansiedad, deben ser consideradas cuando el niño muestra niveles excesivos de ansiedad o miedo más allá de las reacciones esperables dadas las situaciones cotidianas que lo rodean en cada momento evolutivo
La ansiedad o el miedo pueden llevarlo a inhibir su conducta.
los vinculos
la subjetividad de un niño y su desarrollo se
apoyan en los vínculos que construyen con él las figuras de cuidado primario
cuidar de un niño pequeño es una tarea
esforzada que requiere que exista una red de sostén en la que los cuidadores primarios puedan
apoyarse.
• La relación sobreinvolucrada: Es la que el adulto demuestra un compromiso físico y/o psicológico excesivo con el bebé, lo controla en permanencia. En este tipo de relación, el tono afectivo del adulto incluye variaciones
entre manifestaciones ansiosas, depresivas o agresivas que perjudican la interacción
con el bebé, que suele mostrarse enojado o gimotear
• La relación subinvolucrada: El adulto se muestra poco sensible o no responde a las señales que ofrece el bebé. Cuando el
adulto se refiere a su relación con el bebé, no hay consistencia entre su relato y la cualidad de las interacciones observables. En estas, él ignora al bebé, lo rechaza o bien no lo conforta en situaciones de necesidad.
La relación de estilo ansioso-tenso : Se caracteriza por interacciones tensas, restringidas, en las que casi no están presentes los afectos placenteros ni los intercambios mutuos. El adulto
suele ser sobreprotector y mostrarse extremadamente sensible y preocupado frente a las señales que brinda el bebé.
La relación colérica-hostil: El tono de las interacciones es hostil y agresivo, hay tensión, y falta de afectos placenteros y entusiasmo. El adulto parece insensible a las necesidades del bebé y su dependencia y estado de necesidad parecen enojarlo. El contacto físico hacia él suele ser abrupto e intrusivo. El niño puede parecer asustado.