realizată de Diego Castillo 7 ani în urmă
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Las élites indígenas estudiaron en universidades europeas y se occidentalizaron (se caracterizaron en las características que se consideran propias de la cultura o de la sociedad de los países occidentales).
La difusión de las formas de vida occidentales en las colonias originó una profunda crisis de las culturas autóctonas, dando lugar a un fenómeno de aculturación (pérdida de la propia cultura por la imposición de otra.
Los indígenas, considerados inferiores, fueron marginados:
En algunas regiones como Australia y Nueva Zelanda, incluso fueron exterminados.
Se les prohibió la entrada en ciertos lugares.
Se les obligó a vivir en barrios separados.
Los colonizadores ocuparon los niveles más altos de la sociedad colonial:
Ocupaban los altos cargos.
Controlaban la economía.
La colonización provocó la ruptura de la sociedad tradicional.
Los colonizadores construyeron infraestructuras de transporte, como puertos y vías férreas, para desarrollar sus actividades, pero estas no beneficiaron al conjunto de las colonias , que siguieron mal comunicadas.
Las poblaciones nativas fueron desposeídas de sus tierras por compañías privadas de las metrópolis, que crearon grandes plantaciones de caucho, café, té, etc.
Las metrópolis explotaron los recursos naturales de las colonias en su propio beneficio. Se impuso una economía basada en la agricultura de plantación y en la explotación de la riqueza mineral de su subsuelo (oro, diamantes, carbón,...).
Esto ocurrió en China, donde la penetración de los productos occidentales arruinó a los comerciantes locales y provocó varias rebeliones.
Eran territorios que pertenecían a un país independiente, pero en los que las potencias colonizadoras obtenían ventajas comerciales.
La potencia colonial controlaba la política la exterior y las riquezas del país colonizado, mientras que las autoridades nativas se ocupaban de la política exterior como fue el caso del Reino Unido en Egipto y de España y Francia en Marruecos.
La fórmula implicaba la pérdida de la soberanía del país colonizado como fue el Congo Belga.
Eran territorios sometidos a la soberanía de la potencia colonizadora y administrados por esta.
Se enfrentó a China y Rusia, anexionó Formosa y Corea y creó un protectorado en Manchuria.
Tras derrotar a España en 1898, ocupó Filipinas y Puerto Rico y controló Cuba. Además, sometió a los países iberoamericanos a una fuerte dependencia económica.
Incorporó Siberia, se extendió hasta el Himalaya y la India y llegó al territorio chino.
Se incorporaron tarde a la expansión imperialista. Ambos países, al igual que Bélgica, que hizo con el Congo, consiguieron algunas colonias en África.
Fue el segundo en importancia. En África, la expansión francesa comenzó con la conquista de Argelia y Túnez y la creación de un protectorado en Marruecos. Después, obtuvo importantes territorios en el centro y el oeste del continente. En Asia, Francia ocupó Indochina.
El Reino Unido también poseía Canadá y gran parte de Oceanía.
En África, el Reino Unido avanzó hacia el norte desde su colonia de El Cabo, en el sur del continente, intentando enlazar con Egipto mediante un corredor continuo. Esto lo llevó al enfrentamiento con los franceses en Fachoda.
Fue el mayor de la época. Sus colonias estaban repartidas por todo el mundo, pero la más importante era la India. Para asegurar la ruta hacia la India, los británicos se hicieron con el control del canal de Suez y de Egipto, y para protegerla frente al avance ruso y francés conquistaron territorios en Asia.
En el Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania se crearon sociedades geográficas que realizaron expediciones científicas por todo el planeta. Una vez explorado un territorio, el país que había organizado la expedición tenía el derecho de conquistarlo y explotarlo.
La curiosidad científica también contribuyó al impulso de las conquistas. En el Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania se crearon sociedades geográficas que realizaron expediciones científicas por todo el planeta. Una vez explorado un territorio, el país que había organizado la expedición tenía el derecho de conquistarlo y explotarlo.
Los occidentales estaban convencidos de que la raza blanca era superior y que esto les daba derecho a dominar a otros pueblos, a los que consideraban atrasados e inferiores. Por eso pensaban que tenían la misión de civilizar a estos otros pueblos.
En Occidente, en el siglo XIX, las ideologías racistas tenían mucha fuerza.
Además, una vez que se inició el proceso colonizador, todas las grandes potencias quisieron sumarse al mismo, bien para no quedar al margen de los beneficios que se podían obtener en las colonias.
En otros casos, las potencias deseaban aumentar su prestigio internacional, hacer que la opinión pública olvidara derrotas y humillaciones ante otros países o consolidar el sentimiento nacional.
La expansión imperialista obedeció también a exigencias estratégicas de las grandes potencias; por ejemplo, el Reino Unido procuró dominar los lugares claves situados en las principales rutas marítimas, mientras que Rusia trató encontrar una salida a mares libres de hielos.
Se fundaron centenares de misiones en Asia, África y Oceanía.
La labor misionera de la Iglesia católica y protestante tuvo gran importancia.
El imperialismo se justificó en muchos casos por el deseo de cristianizar a pueblos que conservaban religiones primitivas.
Las colonias eran también el territorio en el que podía asentarse parte de la creciente población europea con pocas posibilidades de trabajo en sus lugares de origen. La Revolución Industrial facilitó estos desplazamientos, pues se desarrollaron medios de transporte más rápidos y eficaces.
Los países europeos necesitaban espacios en los que invertir sus capitales a un interés más elevado que en la metrópoli, obtener materias primas baratas y vender sus productos industriales. Estos lugares los encontraron en las nuevas colonias.
El imperialismo fue, en parte, una consecuencia de la industrialización.