A lo largo de la historia, varios científicos han realizado contribuciones significativas a la comprensión del universo. Isaac Newton, conocido por su trabajo en física y matemáticas, demostró que las leyes naturales que rigen el movimiento en la Tierra también se aplican a los cuerpos celestes, consolidando su lugar como uno de los científicos más grandes de todos los tiempos.
Científico, físico, filósofo, alquimista y matemático. Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes son las mismas. Es, a menudo, calificado como el científico más grande de todos los tiempos, y su obra como la culminación de la Revolución científica.
Johannes Kepler (1571-1630)
Irónicamente Kepler nunca podría hacer lo que Brahe le pidió, pero en vez de ello descubrió algo más importante y sorprendente aún: EFECTIVAMENTE la Tierra era un planeta, EFECTIVAMENTE los planetas giraban en torno al Sol y EFECTIVAMENTE no existían estas "esferas celestes", sino que los planetas seguían órbitas elípticas de una precisión matemática absoluta.
Albert Einstein (1879-1955)
el científico más conocido de todos los tiempos, estableció en 1905, mediante la teoría especial de la relatividad, que la velocidad de la luz es la velocidad límite del Universo y que la energía del movimiento incrementa la masa de un cuerpo, relación que expresó en la famosa fórmula E=mc².
En 1915 publicó su Teoría General de la Relatividad donde formulaba una nueva teoría con la que reinventó (que no invalidó) las leyes de Newton sobre la base de una nueva topología del espacio y el tiempo.
Tycho Brahe (1546-1601)
En 1572 tuvo su visión más importante, la nova de la constelación de Casiopea, una nueva estrella cuyo brillo duró 18 meses y que le encumbró como un gran astrónomo en toda Europa.
Nicolas Copernico (1437-1543)
Copérnico es considerado por muchos como uno de los primeros "hombres de renacimiento": estudioso, curioso y erudito, desarrolló na metodología para la astronomía que se basaba al 100% en las observaciones en vez de seguir las "indicaciones" de las cartas astronómicas de otras personas.
Las observaciones, experimentos y metodología escrupulosa de Copérnico lo llevó en en el año de 1514 a arriesgarse a proponer una idea revolucionaria: que el centro del Universo no era la Tierra, sino el Sol; cosa que naturalmente lo puso en grave peligro de enemistarse con la Iglesia Católica por ser una idea considerada "herética".
Claudio Ptolomeo (100aC.-170aC.)
Ptolomeo dedicó gran parte de sus estudios a describir los movimentos de los astros en busca de razones matemáticas que sustentaran el modelo geocéntrico de Aristóteles.
Ptolomeo así aseguró la "correcta apreciación de Aristótles" al respecto de que la Tierra existía estacionaria en el centro del Universo, en tanto los astros eran "gases luminosos" que giraban en torno a ella, cosas ligeras que flotaban en el cielo entre la Tierra y la bóveda celeste
Aristarco(310aC.-230aC.)
Diseñó el primer modelo heliocéntrico, según el cual todos los planetas giraban en torno al sol. Por autores como Arquímedes y Plutarco se sabe que en una obra revolucionaria, hoy perdida, Aristarco proclamaba que el Sol y no la Tierra era el centro del universo y en torno a las estrellas giran los planetas.
Una afirmación que no se incorporaría al conocimiento científico hasta 17 siglos más tarde con Copérnico.
Tales de Mileto(630aC.-545aC.)
Imaginó una Tierra redonda, dividió el cielo en cinco círculos (el ecuador, los dos trópicos, el ártico y el antártico) y el año en 365 días.
Midió con bastante exactitud el diámetro aparente del sol, escribió sobre los equinoccios, ayudó a los marinos a orientarse con la Osa Menor, aclaró la verdadera causa de las fases de la luna y fue el primero de los griegos en predecir eclipses de sol.
Galileo (1564-1642)
Sus obras dejaron un legado teórico y práctico para el avance de la ciencia, especialmente, la física.
Llego a construir el primer telescopio astronómico y gracias a este invento pudo descubrir que la superficie de la Luna no era lisa y uniforme, como se pensaba, sino que tenía cráteres y montañas.