El proceso histórico conocido como la Revolución Francesa, que tuvo lugar entre 1789 y 1799, transformó radicalmente tanto Francia como el mundo. La crisis económica, las profundas desigualdades sociales y la mala gestión del rey Luis XVI desencadenaron una rebelión del Tercer Estado, que representaba a la mayoría de la población.
Durante el Reinado del Terror (1793-1794), liderado por Robespierre, miles de personas fueron ejecutadas. Después del Terror, el gobierno fue controlado por el Directorio, pero la inestabilidad persistió. En 1799, Napoleón Bonaparte dio un golpe de estado, poniendo fin a la Revolución e instaurando el Consulado, que marcaría el inicio de su imperio. La Revolución Francesa dejó un legado de ideales como la libertad, igualdad y fraternidad.
En 1789, el pueblo tomó la Bastilla, símbolo de la opresión monárquica, y se proclamó la Declaración de los Derechos del Hombre. En 1791, se aprobó una monarquía constitucional, pero las tensiones continuaron, y Luis XVI fue ejecutado en 1793, estableciendo la República.
La Revolución Francesa (1789-1799) fue un proceso histórico que transformó profundamente Francia y el mundo. Comenzó debido a la crisis económica, las desigualdades sociales y la mala gestión del rey Luis XVI. El Tercer Estado, compuesto por la mayoría de la población, se rebeló contra el sistema feudal y la monarquía absoluta, formando la Asamblea Nacional.