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по melissa zavala 2 лет назад

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Los 5 empresarios más exitosos de la historia del Perú

La historia de empresarios peruanos es un testimonio de superación y éxito en medio de circunstancias adversas. Máximo San Román, oriundo de Quispicanchis, Cusco, desafió las expectativas negativas asociadas a sus orígenes andinos y su condición económica mediante la educación.

Los 5 empresarios más exitosos de la historia del Perú

Los 5 empresarios más exitosos de la historia del Perú

JULIO IKEDA

El patriarca de los Ikeda no nació en el Perú, pero sí demostró durante toda su vida que quería a este país mucho más que el promedio. Julio Ikeda (padre) llegó desde Japón a los 15 años, en 1927, y como la mayoría de los nipones que arribaron al Callao en aquella época, su primer trabajo fue de agricultor en el ‘Norte chico’. Comenzaba a tener relativo éxito como pequeño empresario cuando en 1944, producto de la II Guerra Mundial, el gobierno peruano lo deportó a Estados Unidos, junto a buena parte de la colonia japonesa en nuestro país.
Pese a esa experiencia, decidió volver y fundar aquí San Fernando, lo que hoy es el grupo más importante de la industria de alimentos a escala nacional. Pasó de vender menos de 50 patos por mes a inicios de la década del 50 a más de un millón cuando comenzaba el 2000. Hoy el grupo San Fernando está a cargo de su hijo e inicia un ambicioso plan para consolidarse en la industria alimentaria del país. Estas personas son las historias detrás de todas las empresas peruanas exitosas, o que lo fueron alguna vez.

MÁXIMO SAN ROMÁN

En un país en el que tener origen andino y ser pobre te convertía en una combinación fatal que te coloca en contra de salir adelante, Máximo San Román, cusqueño de Quispicanchis, optó por el único camino que le quedaba libre para surgir: Estudiar. Primero ingeniería mecánica en la UNI y después una serie de pasantías y especializaciones en Norteamérica, Europa y Asia. Sí, tal vez desde esa época el Perú se dio cuenta que a los que menos fe les tienes son los que mejor te sorprenden. Uno tras otro, todos fueron pasos cuesta arriba. Cuando era un estudiante de ingeniería tuvo que doblar fierros en la puerta de un taller de mecánica en Piñonate, barrio bravo frente a su universidad.
A los 34 años, en plena carrera ascendente en el sector privado, decidió arriesgarse y fundar Nova, su fábrica insignia que hoy exporta equipos de panificación a Sudamérica y Norteamérica y que emplea a cerca de 400 personas. Ingresó a la política y fue vicepresidente de Alberto Fujimori hasta 1992, año del famoso autogolpe, cuando se retiró. Su discurso suele tener un fuerte contenido social: “Tenemos que cambiar nosotros al país no esperar que el gobierno lo haga”.

ERASMO WONG

Es muy probable que en 1942, cuando Erasmo Wong abrió su pequeña bodega en Miraflores, nadie se imaginaba que con ella nacería una de las cadenas más grandes de supermercados en Perú. Es muy probable que ni siquiera él lo imaginara. ¿Cuál es la fórmula para pasar de una bodega a una compañía que vale más de US$500 millones? Las crónicas que repasan la historia de Erasmo destacan una costumbre que comercialmente resultó ser exitosa: Innovar, ir contra la corriente, contra lo que la mayoría creyó que era la estrategia correcta para crecer.
Así, cuando todos se concentraron en reducir los costos, Wong se concentró en el cliente y personalizó la atención cuando la tendencia apuntaba al autoservicio. Y cuando la recomendación fue reducir el tamaño de las tiendas, él las amplió. Su éxito tuvo la suficiente resonancia internacional como para que el grupo chileno Cencosud comprara la compañía y pasara de ser E. Wong, una gran cadena de supermercados, a Wong, una cadena de supermercados peruana comparada por chilenos, pero esa ya es otra historia.

ISAAC LINDLEY

Era el hombre menor de 5 en una familia de 8 hermanos y nadie sabía que sería el creador de la bebida bandera de nuestro país. Sí, Inca Kola. Isaac Lindley, a quien con el tiempo todos en su empresa llamaron míster, llegó a liderar la empresa que producía la única gaseosa que superó a Coca Cola tras una serie de eventos no muy afortunados.
Lo hizo porque fallecieron sus cuatro hermanos mayores y su primera misión fue salvar al pequeño emprendimiento familiar de la quiebra. Entonces, entre los años 40 y 50, Inca Kola era una gaseosa hecha en base a hierbaluisa que los Lindley habían creado tras varios intentos fallidos para dar con “la bebida de sabor nacional”.

La historia de Inca Kola comenzó en aquella época pero, para ser precisos, la primera vez que un Lindley fabricó una gaseosa en el Perú ocurrió en 1880, cuando el padre de Isaac, José Lindley, arribó a Lima en busca de un futuro mejor que el que proyectaba en su Londres natal. Detrás del éxito de Inca Kola no solo está el sabor, sirve aclararlo, pues todo esconde una historia detrás. El despegue que consiguió Isaac tuvo que ver con una serie de convenios vía franquicias para que la gaseosa pudiera venderse a escala nacional, además de numerosas innovaciones tecnológicas en años en que ello no importaba mucho al empresariado peruano.

ALBERTO BENAVIDES DE LA QUINTANA

Contó innumerables veces cómo fue que reunió su fortuna (valuada por Forbes en 2 mil millones de dólares), sin embargo, siempre decía que la minería era cosa de suerte. Y fue así como él se convirtió en empresario exitoso de la minería. Por esta razón nombró a su empresa como Buenaventura, una palabra usada por las gitanas que andaban leyendo la mano en la Plaza San Martin de la Lima de hace décadas.
Benavides, hijo de un abogado de clase media, estudió ingeniería de minas en la UNI y luego una maestría en la Universidad de Harvard (EEUU), gracias a una beca que obtuvo con sus propios méritos.

Con semejante currículum, su primer trabajo fue de lampero en la mina Franklin de Nueva Jersey (EEUU). Comenzó desde el socavón y cuando ya parecía asentado con un buen puesto en la mina de Cerro de Pasco, se jugó todo lo que tenía a los 31 años para comprar la mina Julcani de Huancavelica, una que el resto de sus colegas creía pobre. Con ella despegó y alcanzó el éxito minero que esos mismos colegas anhelaban.