En el siglo XVI, el luteranismo surgió como una respuesta a los abusos y excesos dentro de la Iglesia Católica, especialmente la venta de indulgencias y la corrupción generalizada. Martín Lutero, un monje agustino, inició esta corriente religiosa al clavar sus 95 tesis en la puerta de una iglesia en 1517, denunciando las prácticas corruptas y pidiendo una reforma.