Navidad en la Segunda Guerra Mundial

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Navidad en la Segunda Guerra Mundial

La Madonna de Stalingrado

Durante la batalla en Stalingrado a los alemanes les llego el invierno, ya que Hitler no permitía la retirada, y los mantuvo allí con la promesa de alimentos y refuerzos. En Nochebuena un doctor llamado Kurt Reuber, a quien le gustaba pintar, decidió sorprender a sus compañeros con un dibujo navideño, y con un carboncillo y un mapa ruso fue construyendo la imagen de la Virgen María, sedente, con el niño en brazos, al que abriga cuidadosamente con su manto. Al dibujo le escribió "1942 Weihnachten im Kessel. Licht - Leben - Liebe. Festung Stalingrad" (1942 Navidad en el cerco. Luz - Vida - Amor. Fuerte de Stalingrado). Conforme llegaron los soldados comenzaron a cantar alrededor de la imagen, a compartir recuerdos y provisiones, esa noche no fue tan fría. Desafortunadamente no todos tuvieron un buen final, varios murieron y varios fueron capturados. El Dr. Reuber cayó prisionero y murió el 21 de enero de 1944 en el campo de Yelabuga, mil kilómetros al este de Moscú. Antes de su cautividad logró enviar la “Madonna de Stalingrado” y una carta a su esposa, a través del cerco. A propósito del dibujo escribió: “Madre e Hijo están inclinados el uno hacia el otro, envueltos en un gran manto, que protege a ambos. Me vinieron a la mente las palabras de San Juan: Luz, Vida, Amor”

Kriegsweihnachten

Es imposible hacer un recuento del número infinito de experiencias navideñas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, pero podemos reunir estos temas comunes que muchísima gente vivió, como por ejemplo muchos de los hombres que sirvieron en el ejército alemán durante el periodo entre 1939 y 1945. Fue durante este espacio de tiempo cuando la Navidad se tornó al mismo tiempo alegre y terrible.

Batalla de Stalingrado

Heinz Schroter, corresponsal de guerra en Stalingrado: En el día previsto, los combatientes de Stalingrado celebraron su fiesta de Navidad. Un cielo gris se extendía pesadamente sobre la estepa nevada; un frío implacable cristalizaba el paisaje. Estos soldados sólo tenían en común sus manos vacías y la bóveda de cielo, que en aquellos días estaba surcada por una humareda sanguinolenta. Se preguntaban por qué Dios permitía que volviese la Navidad, cuando los hombres, dominando Su voz con su tumulto, se mataban unos a otros. Los muertos aparecían agrupados, apretados unos contra otros, como si todavía intentasen darse calor, y los vivos pasaban al lado de estos montones de cadáveres. Algunos miles de hombres llegaron al aeródromo. Catorce mil quedaron detenidos en la carretera de la muerte de Pitomnik congelados por el viento glacial, exangües, descompuestos, pisoteados. Suplicaron y nadie les escuchó. Lanzaron juramentos y nadie les hizo caso.

Insólita cena de Navidad

En Nochebuena durante a Batalla de las Ardenas, dos norteamericanos habían perdido contacto con sus tropas y caminaban perdidos en el bosque. Uno de ellos estaba gravemente herido, por lo que se arriesgaron a pedir ayuda en una casa. La dueña de la casa los invito a pasar, ayudo al herido y los invito a cenar con su familia. Ya estaban sentados cuando tocaron la puerta, eran cuatro soldados alemanes que habían seguido la sangre, y querían que les entregaran a los enemigos, pero la señora simplemente les explico lo que había pasado y los invito a cenar, pero que se olvidaran de matar. Conforme paso la noche comenzaron a convivir y a llevarse bien, y al día siguiente los soldados alemanes les indicaron el camino de regreso.

Aunque en todo conflicto bélico abundan los episodios terribles de muerte y venganza, en la Navidad de 1944 se produjo un hecho en el que, en medio de los combates, hizo aflorar el sentimiento de reconciliación propio de esas fechas.

Batalla de las Ardena, Joseph Vosbikian

Sabio es el hombre que aprende a través de las experiencias de la vida y en este mismo día, Navidad de 1944, en mitad de la mayor degradación del hombre, la Guerra, vi prevalecer a la Navidad.

En Nochebuena habían capturado un pueblo y seguían defendiéndose de los alemanes, pero la noche aun así era hermosa. En la mañana los alemanes lograron derivar unos aviones, y los pilotos saltaron, pero dependiendo de que lado cayeran vivirían o no. Uno de los pilotos logro aterrizar de su lado, y fueron corriendo o recibirlo, después se percataron de que los alemanes pudieron haberlos matado, pero no lo hicieron. Joseph pensó que el mismo espíritu que los motivo a hacer eso, también afecto a los alemanes.

Joseph Vosbikian formaba parte de un Batallón de ingenieros a cargo de los suministros y mantenimiento. El 18 de diciembre de 1944 y fue enviado hacia Metz, Francia, como parte de una división de infantería.