Durante los siglos XVII y XVIII, Europa occidental experimentó la manifestación del Barroco, caracterizado por intensas disputas religiosas y una búsqueda de la espiritualidad. Paralelamente, la Revolución Francesa del siglo XVIII debilitó las bases del sistema monárquico y marcó el fin del feudalismo, dando paso a la era contemporánea y promoviendo la soberanía popular.