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Carlos Antonio Aguirre Rojas

La historia no se reduce simplemente a una colección de narrativas, aunque naturalmente se exprese a través de ellas. Los historiadores críticos, adoptando una perspectiva racionalista y científica, deben ser capaces de comparar y criticar diferentes interpretaciones de problemas históricos.

Carlos Antonio Aguirre Rojas

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Mala historia, fácil de hacer y aburrida para enseñar, y que se plasma en una gran mayoría de los libros de historia que hoy se escriben y se editan en nuestro país, y que generalmente repro- duce, en mayor o en menor medida, a los siete y a veces más "pecados capitales" del mal historiador, pecados que abordamos a continuación.

Carlos Antonio Aguirre Rojas

La mala historia es mil veces más fácil de hacer y de enseñar que la buena historia, que la historia crítica

realizado de manera azarosa y sin sistema, y en el que los datos e informaciones que se recolectan no tienen ningún orden ni sentido, al carecer de la definición de una problemática histórica específica, y de un sólido cuestionario que hiciese posible organizar dicha recolección de aquellos datos y hechos históricos que sean realmente los hechos significativos, en torno al problema concreto y específico que se quiere resolver.
. Ensayos y libros que, en su mayoría, no contienen ni siquiera investigación empírica nueva de hechos históricos relevantes, sino que en el peor de los casos resumen lo ya dicho e investigado por otros autores, y en el mejor de los casos sólo rescatan el fruto casual de algún trabajo directo de visita a cierto Archivo,
Porque el fruto directo de esa mala historia hecha y enseñada, son justamente esos libros aburridos y pesados en tantos sentidos, que nadie lee y que nadie toma en cuenta, con la excepción de los pobres estudiantes a los que se obliga literalmente a revisarlos y a consultarlos, para poder obtener la nota o la calificación necesaria correspondiente.

Entonces no existe hoy historia científica posible que no rompa totalmente con el limitado marco nacional, incorporando y considerando

Pero sin teoría no hay buena historia, como no la hay tampoco sin el desarrollo de un cierto entrenamiento en el campo de la reflexión filosófica, sin la comprensión y el manejo de sus múltiples metodologías, y sin el diagnóstico y balance permanente que representa su propio autoexamen.
Desarrollado justamente por esa rama que constituye dicha historia de la historiografía. También es importante, para poder escribir y enseña
Una buena licenciatura en historia, debería de incluir en su plan de estudios, buenos y sólidos cursos de introducción o de nociones básicas de la antropología y de la economía, lo mismo que los fundamentos de la geografía histórica -o mejor aún, de la geohistoria-, de la sociología, de la ciencia política o de la sicología, por mencionar sólo algunos de los varios ejemplos posibles.
De la misma manera en que el movimiento de 1968 en México, o el proceso del 'Cordobazo' argentino de 1969, resultan incompletos en su explicación, si no los resituamos dentro de un cuadro mucho mas global que permita compararlos y vincularlos con las similares y también simultáneas experiencias.

Pecados Capitales

El séptimo pecado capital de los historiadores que son seguidores de los Manuales hoy al uso, es el pecado del postmodernismo en historia.
Porque haciéndose eco de algunas posturas que se han desarrollado recientemente en las ciencias sociales Norteamericanas, y también en la historiografía estadounidense, han comenzado a proliferar en nuestro país algunos historiadores que intentan reducir a la historia a su sola dimensión narrativa o discursiva, evacuando por completo el referente esencial de los propios hechos históricos reales.
Un sexto pecado capital de los historiadores no críticos es el del mito repetido de su búsqueda de una "objetividad" y "neutralidad" absoluta frente a su objeto de estudio
. Una idea ampliamente difundida de la posibilidad de hacer una historia completamente "aséptica", que incluso se utiliza como argumento para negarle al historiador la posibilidad de ocuparse, con mirada igualmente histórica, de los candentes y comprometidos hechos del "presente".
el quinto, es el de la actitud profundamente acrítica hacia los hechos del presente y del pasado, y hacia las diferentes versiones que las diversas generaciones han ido construyendo de ese mismo pasado/presente.
Es decir, la típica actitud pasiva que los historiadores positivistas mantienen siempre frente a los testimonios y a los documentos, lo mismo que frente a los resultados y a los hechos históricos "tal y como han acontecido".
El cuarto pecado repetido de la mala historia, en los diversos manuales tradicionales, es el de su idea limitada del progreso
Su desarrollo no tiene nada de lineal y de simple, y que lejos de esa "escalera imaginaria" de avances y conquistas ineluctables, sus itinerarios se despliegan más bien como una especie de complejo "árbol de mil ramas".
Un tercer pecado capital de la mala historia, hoy todavía impe- rante, es el de su noción del tiempo, que es la noción tradicional newtoniana de la temporalidad física.
Los historiadores críticos, no son iguales los tiempos en que una sociedad vive una verdadera revo- lución social, que los tiempos de lenta evolución, igual que difieren las temporalidades para una sociedad que se encuentra en pleno auge y crecimiento, que para otra que vive en cambio su proceso de decadencia y eclipsamiento social.
El segundo pecado capital del mal historiador es el del anacro- nismo en historia. Es decir, la falta de sensibilidad hacia el cambio histórico, que asume consciente o inconscientemente
En qué ha consistido precisamente el cambio histórico, qué cosas se han modificado al paso de los siglos y cuáles se han mantenido, y también cuáles han sido las diversas direcciones o sentidos de esas múltiples mutaciones históricas.
El primer pecado capital de los malos historiadores actuales es el del positivismo, que degrada a la ciencia de la historia a la simple y limitada actividad de la erudición.
Una historia justamente enamorada de los "grandes" hechos políticos y de las acciones resonantes y espectaculares de los Estados, igual que de las "grandes" batallas militares, que es también generalmente acrítica con los poderes y con los grupos dominantes que existen en cada situación.

Desde una posición abierta- mente racionalista, y que aspira a ser científica, los historiadores críticos son también capaces de comparar y de criticar las distintas interpretaciones que se han hecho de un cierto problema histórico,

Y si bien es obvio, que no existe historia posible que no se exprese a través de una cierta construcción narrativa, también es un abuso ilegítimo querer reducir por ello a la historia a su sola dimensión narrativa.
Porque "los hechos son testarudos", y más allá de las sutilezas del lenguaje, continúan desafiándonos para que seamos capaces de explicarlos de un modo racional y coherente.

Historia entonces que estudia tanto el "pasado" como el más actual y candente "presente".

Ya que cuando se trata de comprender, y luego de explicar un hecho o proceso histórico determinado, el historiador inteligente está autorizado a recurrir a cualquier elemento o indicio posible que le permita entender o analizar el específico problema
Aprendimos que las fuentes del historiador no se reducen sólo a los textos y a los testimonios escritos, sino que abarcan absolutamente a toda huella o trazo humano que nos permita descifrar y reconstruir el problema histórico que acometemos.
A veces como historia inmediata, o historia del tiempo presente, historia que tomando como su objeto de análisis a esos fenómenos actuales del más diverso orden.

Para nosotros los historiadores, la historia es mucho más que esas solas cronologías políticas de presidentes, gobernantes, facciones políticas y Estados, abarcando la densidad misma del tejido completo de las sociedades, e incluyendo entonces dentro de sus territorios a la historia económica y a la historia cultural,

A las transformaciones demográficas y a las grandes mutaciones sociales, lo mismo que a la evolución religiosa, psicológica, artística o de la familia, entre tantos y tantos otros temas que no "ajustan" jamás sus itinerarios evolutivos, a los simples cortes del "gobierno del presidente x", o del "régimen político de Y".
La historia es un terreno de disputa constante, donde de manera contradictoria y tenaz se enfrentan siempre varios futuros alternativos posibles, varias líneas abiertas de posibles evoluciones diferentes, y en donde la línea o futuro que resulta finalmente vencedor y que se actualiza, se decide justamente desde y dentro de las condiciones concretas de ese espacio de combate.
La historia no está ni obligada ni condenada fatalmente, a ser sólo el registro y el instrumento de auto legitimación de las clases dominantes y de los poderes existentes en turno.
También es evidente que todo esto no es otra cosa que el soporte fáctico, o la plataforma de los hechos indispensable, sobre la cual se construye la verdadera historia