Durante el siglo XIX, México experimentó una serie de reformas fundamentales en su sistema educativo, con un fuerte énfasis en la modernización y la uniformidad. La Ley Orgánica de Instrucción Pública de 1869 estableció regulaciones para las escuelas primarias, mientras que la Ley General de Educación subrayó la gratuidad y la laicidad de la educación estatal, haciendo obligatoria la educación primaria y secundaria para todos los habitantes.