da MARIPAZ CONTRERAS HUARHUACHI mancano 4 anni
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Es la consecuencia directa de la emoción. A diferencia de una emoción, en el sentimiento sí se da una respuesta racional (en la que interviene el neocórtex). Es un estado afectivo más estable, duradero y estructurado que la emoción.
En el sentimiento se ha asimilado la emoción y, según nuestras experiencias previas, prejuicios y tipo de personalidad (extrovertida, introvertida, etc.), se reaccionará de una manera determinada. Así pues, a través del sentimiento se responde de manera más compleja y adaptativa al medio.
Cuando estos sentimientos tienen un carácter más permanente, podemos hablar de estados sentimentales. Los ejemplos más claros de estados sentimentales son el odio o el amor.
la emoción es una respuesta inmediata de nuestro organismo ante una situación. Es una respuesta instintiva ante lo que percibimos a través de nuestros sentidos.
Esta respuesta se da en el sistema límbico: el sistema límbico podríamos decir que es el cerebro primario, el básico, el que ya teníamos en nuestros orígenes como Sapiens. Este sistema interactúa velozmente con nuestras hormonas y no tiene la necesidad de mediar con estructuras superiores para generar una respuesta, por lo que en estas situaciones se actúa sin pensar.
Estar en sintonía con nuestras emociones es la clave para desarrollar nuestra inteligencia emocional. Esto hará que tomemos las elecciones más adecuadas ante las situaciones o problemas que tengamos que afrontar.
Desarrollar nuestra instrospección cuestionándonos lo que pensamos, lo que decimos, o lo que sentimos, nos ayudará a detectar creencias irracionales que no corresponden con la verdad, y por ende al no ser lógicas repercutirán en la canalización de las emociones y sentimientos. En mi artículo sobre las creencias irracionales hablo en profundidad sobre este punto.
Hemos visto que tenemos tanto emociones positivas como negativas. Pese a que algunas sean negativas, son fundamentales para nuestro bienestar, puesto que hacen que respondamos de la manera más conveniente ante una amenaza. El problema se da cuando evitamos estas emociones negativas, o cuando nuestras respuestas (físicas y cognitivas) no son proporcionadas o no corresponden a un peligro o amenaza real (por ejemplo trastornos de ansiedad y fobias). En otras palabras, una afectividad plana (inexpresión afectiva) o una labilidad emocional (reacciones emocionales desproporcionadas) nos repecurtirá a la hora de relacionarnos con nuestro entorno, dejándonos en una posición desfavorable a la hora de interpretarlo y tomar decisiones.