by Melanie Quiroz 4 years ago
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La confusión aún se mantiene, pero distintos avances han permitido resaltar por ejemplo que el reportaje requiere de una mayor preparación y documentación para su elaboración y que tiene como eje, casi siempre, un hecho noticioso. Que su publicación no puede ser a temporal: un reportaje no puede quedar “colgado” por tiempo indefinido, porque su tema puede agotarse o, lo que es peor, ser publicado por otro medio. A diferencia de la crónica que por su parte, nació de la narrativa sobre “los pequeños temas”, que bien podían tener muy poco de noticioso, pero sí cumplían con los principios de entretener, informar y educar a la comunicad en general. De ella el reportaje tomo su característico estilo narrativo y lo adapto a la relataría de noticias completas, con un exhaustivo trabajo de campo donde los testimonios, citas, fechas, datos, lugares, nombres, cifras, anécdotas, diálogos, descripciones, colores son protagonistas en la narración.
Por consiguiente, podemos deducir que aunque el reportaje adopto ideas de la crónica este género es mucho más informativo y completo, dado a los detalles y la verosimilitud que se da en su narrativa. Por otro lado está la entrevista, la que muchos académicos no resaltan como genero por sí solo, sino como un puente comunicacional entre géneros periodísticos. Trasladándonos a la actualidad estos mismos que se debaten entre la confusión: el reportaje, la crónica y la entrevista son los más apetecidos por todo público: lectores, televidentes o radioescuchas. Cada uno puede tener su particular estilo de redacción y sus reglas claras para el buen periodismo.
Esto se presenta gracias a la ávida demanda por parte de los lectores de encontrar historias contadas bajo la lupa del rey de los géneros. Pero, los periodistas de afán, esos que no faltan en las salas de redacción, cuando se tienen que enfrentar a lo riguroso de la actualidad de forma distinta a la noticia; sin querer esto decir que tenemos que meternos en la camisa de lo objetivo; a la voluntad, la entrega, el tiempo y la responsabilidad social, todas características propias del género, se desalientan al practicarlo. Y si algo no se puede perder en la narración de un reportaje es, precisamente, el aliento. Ante muchas circunstancias las del contexto, se le observa más al redactor, por desgracia, como un transportador de la información y no como un analista e intérprete de ella.
Después de que dicho tema tenga valides y pertinencia entre los dos agentes, es decir, quien lo escribe y quien se aproxima a leerlo viene una de los fuertes caracterizadores del reportaje, el proceso de investigación este es indispensable en el que se recurre a hechos anteriores, publicaciones sobre el tema, archivos, fotografías, testimonios, en fin, distintas fuentes que nos vayan arrojando algunas pistas de lo que queremos escribir; y, por supuesto, a través de entrevistas vamos recopilando material de primera mano. Luego, en revisión de todo este material se debe priorizar cual será utilizado y es adecuado para el tema, lo más importante es tener la información necesaria que permita terminar un buen trabajo periodístico. En la estructura argumental se debe estructurar con una intención determinada. Para lograrlo es necesario recurrir al hilo conductor sobre el que girará el desarrollo del trabajo periodístico. Es conveniente que este hilo conductor se muestre desde el lead y aparezca durante toda la narración, así no quedara duda de la intención narrativa del trabajo, incluso debe mantenerse hasta el párrafo final del reportaje.
En la actualidad la misma exigencia de los lectores, los avances de la tecnología y el crecimiento literario han sido los precursores de que este género haya vuelto a ser reconocido como la salvación de los representativos medios escritos. Además del nobel de literatura, escritores como Tomás Eloy Martínez, Germán Castro Caycedo, Alma Guillermo Prieto, Jon Lee Anderson y Juan Villoro, han dedicado su vida a pasear gran parte del continente dando a conocer sus puntos de vista, opiniones y aciertos en este género direccionándolo como la necesidad de la expresión cotidiana, eso explica las renovadas técnicas en el proceso de hechos noticiosos tomados como base fundamental del reportaje.
Como estos autores existen muchos más que estudian y establecen distintas maneras de abordar el reportaje. Además de los que se ocupan estrictamente en los puntos de partida del reportaje para una aproximación a la manera como en estos tiempos modernos se manifiesta a través de los medios. Pero lo único cierto es que han sido la literatura y el cine los ingredientes que han aportado de manera incuestionable a su fortalecimiento desde sus inicios.
Aunque se empezaba a hablar del género este aun no recibía el nombre de “reportaje”, sin embargo, ya en las redacciones existía la palabra repórter, tomada del periodismo anglosajón. Este nuevo género solo se dio a conocer como "reportaje" después de varias décadas. Mientras tanto se usaba la palabra entrevista para referirse a este estilo. Más tarde, se concibió el reportaje como la mezcla entre periodismo y literatura, así fue como el género se posiciono como la narración y descripción de hechos con visos de historias que dieron vida a una nueva forma de obtener y relatar noticias.
Hoy, parece que asistimos al renacimiento del reportaje. Con nuevos ingredientes, por supuesto. Pero con el mismo sabor que produce una buena prosa enriquecida con información veraz y unos contextos que obedecen más a la capacidad creadora del reportero y a su estilo, que a un esquema preconcebido.