by Amy C.H 4 days ago
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Las ciencias formales no contradicen la realidad cotidiana, aunque su aplicación directa sea menos evidente. Establecen un vínculo con la realidad mediante un lenguaje común y científico, facilitando el uso de la lógica y las matemáticas en contextos prácticos. Según Bunge (1960), estas ciencias aseguran su relevancia en el mundo real al enfocarse en "la forma". Alchourrón (1995) complementa esta idea, señalando que la forma puede llenarse con contenidos específicos en distintas ciencias.
Este conocimiento tiene un carácter dogmático, basado en una verdad externa a la realidad observable que no se cuestiona ni se discute. Por ejemplo, la creencia de que "el ser humano y la naturaleza fueron creados por Dios" es aceptada como verdad por quienes siguen ese dogma, independientemente de teorías científicas como la evolución. Para ellos, esa verdad es incuestionable.
El conocimiento se obtiene al interactuar con la realidad desde la infancia. Su forma depende del entorno y cómo se interactúa con él. Ha sido clave para la supervivencia humana, ya que se transmite entre géneraciones (Pérez et al, 2020b)