SANTO DOMINGO DE GUZMÁN:
PARADIGMA DE LA IGLESIA MEDIEVAL
Domingo de Guzmán, nacido en Caleruega en 1170, dedicó su vida a la salvación de las almas y la gloria de Dios. A través de la oración y el sacrificio personal, buscaba acercar a los alejados de la Iglesia y demostrar su amor por Dios y el prójimo.
SANTO DOMINGO DE GUZMÁN:
PARADIGMA DE LA IGLESIA MEDIEVAL
ENFOQUE RELIGIOSO
Domingo «habla con Dios» para después «hablar de Dios». Dios merece ser amado infinitamente sobre todas las cosas. Domingo se entrega totalmente a amar al Amor. Por ese mismo amor se entrega con toda su pasión a llevar a las almas a Cristo.
Todo lo había aprendido en el libro de la caridad. Porque Domingo ama al prójimo en Dios, y no quiere que se pierdan, brota en su corazón el celo que le lleva a amar y a hacer todo por ellos. ¡Qué no hará Domingo para devolverlos a la vida divina.
VIDA PERSONAL
Santo domingo de Guzmán nació en Caleruega (España), hacia el año 1170. Sus padres fueron Félix de Guzmán de Guzmán y Juana de Aza. Domingo tuvo dos hermanos mayores, Antonio y el beato Manés (este último fue uno de los primeros beatos dominicos)
FILOSOFÍA DE SANTO DOMINGO
Por la salvación de las almas se consume y desgasta su vida. Por la gloria de Dios y la salvación de los hombres se sacrificaba hasta el extremo, sufría humillaciones de sus enemigos, castigaba su cuerpo, lloraba por los pecadores, buscaba a los que se han alejado de la Iglesia para llevarlos a su redil, oraba incansablemente para encontrarse con Dios y para darse al prójimo. De él se dice que dedicaba «la noche para Dios, el día para el prójimo». Domingo está abrasado de amor a Dios, de la caridad de Cristo.
Su filosofía se basaba en el amor a Dios, la virgen y el prójimo.
REPRESENTACIÓN ICONOGRÁFICA
(SÍMBOLOS RELIGIOSOS)
-Primera manifestación del Rosario. ...
-Perro con antorcha. ...
-Azucena
-Estrella. ...
-La cruz, el estandarte y el rosario. ...
-El libro y la Iglesia. ...
-Las tres mitras.
INICIOS EN EL CATOLICISMO
En 1205, por encargo del rey Alfonso VIII de Castilla, acompaña al obispo de Osma, monseñor Diego de Acebes, como embajador extraordinario para concertar en la corte danesa las bodas del príncipe Fernando. Con este motivo, realizó viajes a Dinamarca y a Roma, y durante ellos se decidió su destino y se aclaró definitivamente su ya antigua vocación misionera.