av henry agustin bermudez castillo 2 år siden
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Mer som dette
As the main word in a sentence, the verb will generally describe an occurrence or an action.
Tal y como se afirma en el artículo primero de la Constitución política colombiana de 1991, Colombia es una república unitaria y descentralizada organizada en 32 departamentos y una capital de distrito.
Conditional verbs are used to create conditional sentences, which express hypothetical or unlikely situations. Conditional verbs can be used in the past, present, or future tense, and auxiliary verbs like can/could, will/would, and may/might are important in forming conditionals
La institución judicial sufre la influencia de los mandos militares que habían conseguido que se legislase que cualquier actuación realizada en acto de servicio se considerara dentro de la jurisdicción militar y fuese juzgada por tribunales militares. La Corte Constitucional excluyó la posibilidad de que las violaciones de Derechos Humanos pudiesen ser consideradas en relación al servicio militar y se habían de juzgar por tribunales civiles. Pero se han dado casos de violaciones de Derechos Humanos por parte de militares que han sido juzgadas por tribunales militares. La impunidad de las Fuerzas Armadas en este sentido se deja sentir en la justicia colombiana.
EL PODER JUDICIAL
La rama judicial la forman la Corte Constitucional, la Corte Suprema de Justicia, el Consejo de Estado, el Consejo Superior de Judicatura, la Fiscalía General de la Nación, los tribunales y jueces civiles y militares. A la vez, el Congreso también podrá ejercer determinadas funciones legislativas. La Constitución de 1991 diseñó un modelo de justicia altamente politizado, y el resultado ha sido la existencia de injerencias del ejecutivo en los nombramientos clave del ramo, especialmente en el del Fiscal general, en el que se concretaron enormes poderes discrecionales. La Constitución de 1991 reorganizó el sistema de justicia civil que teóricamente es independiente del ejecutivo y el legislativo. Pero los miembros del aparato judicial son objeto de acciones intimidatorias cuando se tratan casos relacionados con miembros de las Fuerzas Armadas, paramilitares, guerrilleros o narcotraficantes.
El sistema de justicia civil incorpora la jurisdicción regional que procesa los crímenes relacionados con tráfico de narcóticos, terrorismo, secuestros, etc. En estos tribunales los jueces, los testimonios, los fiscales y los abogados quedan en el anonimato por razones de seguridad. Esta modalidad de impartir justicia ha recibido condenas desde grupos de defensa de los Derechos Humanos ya que vulnera las normas legales y los derechos de procesamiento. Según el Estatuto Legal de Justicia este tipo de tribunales tendrían que desaparecer en junio de 1999.
EL PODER LEGISLATIVO
El legislativo está formado por dos cámaras: la Cámara de Representantes con 161 miembros y el Senado con 102. Los miembros de ambas cámaras son elegidos de forma directa por sistema proporcional, la duración de su mandato es de cuatro años y no pueden ser reelegidos de forma consecutiva. La abstención electoral junto con el fraccionamiento de los partidos políticos ha debilitado el papel del Congreso como órgano legislador y como centro del debate político y es muy impopular debido a la existencia de prácticas clientelares y de corrupción.
El sistema de gobierno colombiano se caracteriza por ser presidencialista, al igual que el resto de gobiernos de región. El presidencialismo colombiano ha generado una concentración del poder en manos del ejecutivo que queda reafirmada con la Constitución de 1991. El presidente de la república es el jefe de estado, de gobierno y suprema autoridad administrativa tal y como indica la Constitución de 1991 y se elige por voto directo y secreto de todos los/ciudadanos/as del país por un período de cuatro años sin posibilidad de ser reelegido. En caso de que ninguno de los candidatos consiga mayoría absoluta en la primera votación se llevará a cabo una segunda tres semanas después en la que participarán los dos candidatos más votados, el elegido será aquel que más votos obtenga. El ejecutivo estará formado por el Presidente de la República, por los ministros de despacho y por los directores de departamentos administrativos, así como por los gobernadores, alcaldías, superintendencias, establecimientos públicos y empresas industriales o comerciales del Estado.
CARACTERIZACIÓN DEL ESTADO COLOMBIANO
El Estado colombiano se caracteriza por ser un ente débil, puesto en la mayoría de los casos al servicio de los intereses particulares de las elites que fueron representadas políticamente a través de la hegemonía liberal-conservadora durante el Frente Nacional y que actualmente continúan representadas a través de los liberales, conservadores o de sus propios partidos (como independientes). La debilidad del Estado se hace patente en su incapacidad para controlar la corrupción generalizada que implicó una deslegitimación de las instituciones públicas y privadas. Pero la corrupción también ha sido estimulada por la debilidad de los partidos políticos y por la existencia y arraigo del narcotráfico a todos los niveles (social, económico, político, etc.) de la sociedad colombiana. Asimismo, la situación de violencia continuada que vive el país desde la época del Frente Nacional ha contribuido a organizar las Fuerzas Armadas y prever otros mecanismos para combatirla con las armas pero con resultados poco vistosos y con serias consecuencias respecto al tema de los Derechos Humanos.
An infinitive verb is essentially the base form of a verb with the word 'to' in front of it. When you use an infinitive verb, the 'to' is a part of the verb. It is not acting as a preposition in this case.
En las primeras décadas del siglo XX
Colombia conoce por primera vez desde la Independencia cierto grado de estabilidad política y social. Es la república conservadora. En el occidente del país se ha completado el proceso de colonización antioqueña, que a través de la producción cafetera vincula a esta región a la economía monetaria, y donde el trabajo y la propiedad corren en buena medida a la par. En las regiones centrales, escenario de la conquista española sobre el país de los chibchas, la fuerza de trabajo de un campesinado mestizo es tributaria de un reducido grupo social que esgrime sus diferencias de raza y que funda su jerarquía económica en el control jurídico-político de la tierra, asegurado en el presente y para el porvenir por títulos que, como los de Nozdrev, trascienden todo límite visible, cobijando las tierras abiertas y las por abrir. Este campesinado, reclutado por los latifundios en calidad de aparceros y agregados, reparte su tiempo de trabajo entre una producción de subsistencia y otra mercantil, principalmente de exportación, que conforma el grueso de la renta de los terratenientes, los cuales son así los únicos que se vinculan al mercado y a la economía monetaria. En relación con este ordenamiento socioeconómico, levantado sobre el hecho jurídico de la propiedad, la institución estatal funciona como una herramienta fundamental. Los terratenientes perciben rentas y controlan las palancas del Estado, del que dependen la validez de sus títulos y la fuerza para imponer su respeto a los campesinos. El carácter sagrado de la propiedad es la regla de oro de la república conservadora. La propiedad ha de parecer tanto más sagrada cuanto más dudosos en justicia resultan sus títulos, y los propietarios tanto más respetables cuando más obscuros sus orígenes. El campesinado, intimidado por el dominio secular de sus señores, es cuidadosamente adoctrinado en la virtud religiosa de la obediencia, con lo que la Iglesia Católica prolonga en pleno siglo XX su viejo carácter de brazo espiritual de la Conquista.
II
El equilibrio de esta formación social se rompió en la década de 1920, cuando el capitalismo norteamericano en expansión vino a irrigar los estrechos canales de nuestra vida económica con importantes masas de inversión. Las concesiones petroleras se vieron acompañadas por el pago de la indemnización por Panamá, diferida durante muchos lustros y ahora otorgada con la mira puesta en aquellas concesiones. Prestamistas norteamericanos abrieron créditos que parecían ilimitados a particulares pero sobre todo a los diversos niveles del gobierno: municipal, departamental y nacional. Nuevas actividades económicas, muy especialmente la de obras públicas, se sumaron a las tradicionales de la agricultura y el comercio. Para operar en las obras públicas y en las actividades urbanas estimuladas por la afluencia de capital extranjero, la fuerza de trabajo fue extraída de donde se encontraba, de la agricultura, con el atractivo de una remuneración monetaria que competía ventajosamente con la sujeción personal y la producción de subsistencia a que estaba reducido buena parte del campesinado. Este desplazamiento de fuerza laboral, que los terratenientes trataron de frenar con la colaboración de las autoridades locales y en lugar del cual propusieron la alternativa, de la inmigración, planteó un problema novedoso a la producción agraria colombiana: el de abastecer de alimentos a una población creciente por fuera de la agricultura, y ello con una fuerza de trabajo agraria relativamente disminuida. Era pues necesario elevar la oferta de alimentos elevando la productividad agraria. Pero la aristocracia territorial, que con sólo sus títulos jurídicos y sin ningún esfuerzo propiamente económico concentraba y enajenaba los excedentes de una agricultura dejada en manos de campesinos, no mostró el menor afán en mejorar los métodos y técnicas de producción en respuesta a la demanda expandida. Los terratenientes continuaron sacando al mercado interno los mismos o menores volúmenes de producción y copando con alzas de precios los incrementos de la demanda. Para combatir la inflación persistente que convertía en ingreso y consumo de terratenientes unos recursos originalmente destinados al desarrollo, los dirigentes económicos y políticos que ya entonces se identificaban con la modernización del país echaron mano de la Ley de Emergencia, por la cual se permitía la importación de productos agrarios competitivos. A los ojos de muchos resultó claro que el régimen territorial prevaleciente en regiones estratégicas del país comprometía gravemente las perspectivas de un desarrollo capitalista que no tuviera como único radio de operación el comercio de exportación. Ojos más avizores, como los de nuestro máximo conductor político Alfonso López Pumarejo, comprobaban que la experiencia histórica que acababa de hacerse era el prólogo al derrumbe inminente de la república conservadora.
III
Los conservadores, divididos, perdieron el poder en 1930, y desde entonces iban a perder también de manera definitiva sus mayorías electorales: el predominio de sus principios doctrinarios dependían en medida considerable del control estrechamente personal ejercido por los terratenientes sobre los campesinos, y este control se fundaba a su turno en un régimen agrario que no debía prolongarse si se aspiraba a desarrollar nuevas actividades económicas que operaran como otras tantas fuentes de acumulación de capital. Cuando, después de la gran crisis del capitalismo, los dirigentes del país pusieron los resortes del Estado al servicio de la causa de la industrialización, se hizo todavía más evidente la necesidad de modificar en un sentido liberalizador las condiciones económicas y sociales de los trabajadores. Era necesario interesar a estos en aumentar la producción comercializable, era necesario favorecer su inserción en la economía monetaria, así como garantizar su movilidad ocupacional. Vistas en la perspectiva de los terratenientes, las modificaciones requeridas aparecían como otros tantos recortes a sus prerrogativas: ya no podrían pretenderse dueños de todas las tierras, cultas e incultas, lo que les había permitido extender sus demandas de tributación a las áreas colonizables; ya no podrían disponer tan libremente de la suerte de sus agregados y aparceros y fijarles sus condiciones bajo la amenaza de expulsarlos sin pago alguno, ya no podrían atarlos a la tierra con el apoyo incondicional de las autoridades. Para que la fuerza de trabajo campesina produjera más, para que se inscribiera en la economía monetaria y demandara artículos industriales y para que ingresara en un mercado de trabajo en el que pudiera ser contratada por quien mejor la remunerara, o sea por quien en principio pudiera hacerla rendir más, para lograr todo esto era preciso que el Estado interviniera como un protector de los trabajadores frente al dominio de tipo señorial ejercido por los grandes propietarios.
Correspondió a los liberales impulsar en sus primeros lustros el proceso de industrialización. Bajo el nombre de Revolución en Marcha adelantaron un movimiento político que tomó cuerpo en una legislación que limitaba y condicionaba los derechos de los latifundistas sobre la tierra y la población. A fin de romper las viejas formas de jerarquización social, los liberales alentaron la organización y la iniciativa política de las masas. Bajo la república liberal, la Oficina de Trabajo se convirtió en un instituto para el fomento de la sindicalización. Las reivindicaciones de los campesinos organizados en ligas -que se reducían generalmente a dos: la afirmación de la propiedad de las parcelas o del derecho de sembrar en ellas productos comercializables- fueron miradas con simpatía por los poderes públicos, que abandonaron su presteza tradicional en acudir con las armas al llamado de los terratenientes. El pacto tácito que llegó a vincular al Estado liberal con las masas trabajadoras no duró. El temor ante la insurgencia popular y la alarma ante la tolerancia del Estado invadieron rápidamente sectores cada vez más amplios de las jerarquías sociales, que llegaron a considerar al propio Presidente López como un aventurero irresponsable. Este había cometido un grave error: sobreestimar la capacidad de su propio partido para soportar a la vez la rebeldía de las masas y el pánico naciente en los altos estratos sociales. Fue así como el partido liberal, en el nivel de sus cuadros dirigentes, se contagió de la angustia conservadora ante los movimientos de masas incitados por la Revolución en Marcha, con lo que uno y otro partido acabaron por convertirse en voceros pasivos de los sobresaltos de las capas superiores. El liberalismo renegó de la empresa histórica en que lo embarcara su máximo conductor, y éste, consciente de que sin el apoyo entusiasta de sus copartidarios le era imposible perseverar en su camino y garantizar ese control final sobre las masas que tanto preocupaba a todos los sectores dominantes, no tuvo otra salida que la de claudicar, renunciando a la presidencia antes de cumplir su segundo mandato.
IV
Jorge Eliécer Gaitán fue el heredero del movimiento popular a cuya dirección habían renunciado los ideólogos burgueses del liberalismo. Era un orador que manejaba con virtuosismo los efectos capaces de conmover a las gentes del pueblo, un político de origen pequeño burgués cuyo enorme deseo de prestigio y de poder casaba muy naturalmente con las confusas pasiones reinvidicatorias de un proletario y un subproletario urbanos en formación. Su prédica contra las oligarquías y por los intereses del pueblo, vagamente definidos, sus promesas de colocar decididamente el Estado del lado de los pobres y en oposición a los ricos, tuvieron la más tumultuosa acogida en un momento histórico en que las masas eran dejadas en la estacada por los estadistas que diez años atrás las habían convocado. Los mismos dirigentes liberales que ayer no más llenaban las plazas debieron abandonar estas al caudillo y a sus seguidores y hasta el tránsito por las calles de la capital les fue vedado por la agresividad de las hordas gaitanistas. El pueblo confiaba en un milagro: que la presencia del caudillo al frente del timón del Estado realizaría de manera incuestionada todas las aspiraciones que por siglos habían dormitado y que sólo recientemente habían comenzado a formularse. El único obstáculo que parecía atravesarse en esta vía, eran las oligarquías tanto conservadoras como liberales que el puño levantado del caudillo y su consigna: ¡a la carga! prometían derrocar. Eran tantas las expectativas suscitadas por el caudillo y tan ardorosas las pasiones encendidas por su oratoria que, de haber ganado las elecciones de 1946 y de haber pretendido todavía satisfacerlas, la hora de la violencia habría cambiado apenas en algunos meses pero su marco político habría sido distinto. La biografía política de Gaitán, marcada por el radicalismo populista cuando apenas buscaba audiencia, e inclinada inequívocamente a la conciliación tan pronto ganó cierta autoridad en el liberalismo, permite sin embargo suponer que su conducta en la Presidencia habría ido en el sentido de la última inclinación, reforzada además por la dificultad práctica de dar cumplimiento a unas promesas que, si conceptualmente parecían confusas, emocionalmente resultaban excesivas. El hecho fue que los dirigentes del país, los burgueses y los terratenientes, los ideólogos del conservatismo y del liberalismo no se mostraron dispuestos a permitir el libre curso de esta aventura. En lo inmediato, el liberalismo se dividió para las elecciones presidenciales de 1946, entre los seguidores del caudillo y los de un aparato oficial que acababa de renegar del reformismo lopista y que de momento no tenía nada positivo que ofrecer. Y así, la pausa que este partido había querido antes marcar con el gobierno de Eduardo Santos (1938-42), pasó en derecho a ser presidida por los conservadores, en cuyas manos se hizo escabrosa.
V
Los conservadores ganaron las elecciones de 1946 con el nombre de Mariano Ospina Pérez, un hombre de negocios que estaba destinado a servir de puente al ideólogo Laureano Gómez, como en 1930 Olaya había hecho de puente para el arribo al poder de Alfonso López. Los dirigentes liberales más conscientes y temerosos de los riesgos de la aventura caudillista del gaitanismo se marginaron de la lucha. Gaitán asumió entonces la dirección del partido con poderes absolutos. Su asesinato, que el gobierno atribuyó con todo descaro al comunismo, produjo en las principales ciudades del país un estallido colosal de cólera anárquica que provocó el terror de las clases dominantes, a la vez que mostró la impotencia política de las masas. Para conjurar la crisis a través de un arreglo con el régimen conservador, el liberalismo no tuvo de nuevo otros personeros que los dirigentes que habían sido desplazados por Gaitán. La colaboración liberal que entonces se intentó, no podía durar mucho como quiera que ella estaba lejos de favorecer los planes de Laureano Gómez, jefe indiscutido del conservatismo. Al calor de las batallas libradas contra el reformismo lopista y luego, ante el peligro del sesgo antidemocrático que Gaitán había dado al liberalismo, el monstruo, como lo llamaban adversarios y amigos, se había radicalizado por la derecha, lo que tenía que resultar temible dados su apasionamiento y su capacidad de maniobra política, no igualados por nadie. Desde esta posición, y con alguna razón histórica, Laureano Gómez se negaba a diferenciar entre liberales ortodoxos y liberales populistas, entre lo que había sido el partido de Alfonso López y lo que el mismo partido había llegado a ser bajo la dirección de Gaitán, sosteniendo que en el reformismo agitacional del primero, se gestaba la corriente que sin puntos de solución conducía al revolucionarismo irresponsable del segundo. Llevando más lejos aún su reducción temperamental, Gómez identificaba así mismo, bajo la imagen de un basilisco, que se hizo famosa, al liberalismo en bloque con el comunismo ateo y la anarquía. El partido del populacho era uno solo, y ese partido era el responsable de todos los hechos que en los últimos tiempos habían representado una perturbación del orden, incluidos el estallido nueveabrilero, los incendios generalizados y los saqueos, los ataques al clero, y ese fenómeno alarmante como ningún otro, de que en el momento más álgido de la subversión, las fuerzas de policía reclutadas por el Estado liberal hubieran puesto las armas en manos de los amotinados. Era preciso pues, desterrar al partido liberal del escenario político colombiano e impedirle a cualquier costo el acceso a los cargos del Estado, posición desde la cual había alentado e insolentado a las masas. De inmediato, y para cerrarle el camino a las urnas, los dirigentes conservadores impartieron en todo el país la orden de privar de sus cédulas de ciudadanía a los seguidores del liberalismo. Los procedimientos violentos que acompañaron necesariamente esta operación, se convirtieron en pocos meses en una campaña sistemática de exterminio de liberales, promovida desde los más altos niveles oficiales y adelantada por una policía que pronto comenzó a reclutarse por méritos criminales. Iniciada de esta manera la violencia, el gran burgués que era Ospina Pérez pudo ceder en 1950 el paso a Laureano Gómez, el ideólogo fascistizado. Ya a la cabeza del Estado, Gómez emprendió la tarea ambiciosa de modificar de arriba a abajo la estructura institucional del país, empezando por el orden político constitucional. Los lineamientos de la república democrática debían ser por completo abandonados, ya que este régimen, fundado en los perniciosos conceptos de la soberanía popular y de la mitad más uno de las voluntades, consagraba el poder del obscuro e inepto vulgo, como lo demostraban por demás los recientes desplazamientos electorales en favor del liberalismo, que parecían irreversibles. Los mejores debían gobernar, y ellos no eran otros que los que al detentar las posiciones del mando en la vida económica e institucional, integraban la cúspide de la pirámide social. En lugar del sufragio universal, el Estado debía encontrar en buena parte su base en los representantes de los gremios económicos, de corporaciones como la iglesia y de instituciones como las ligas profesionales y las universidades. La representación propiamente política si había alguna, quedaba limitada a los gestores de este ordenamiento, o sea el caudillo y a las personas designadas por él. Entre tanto, el Estado conservador seguía enfriando con las armas policiales y pronto también con las del Ejército a las masas para él demasiado recalentadas por el Estado liberal. Los jefes liberales, angustiados e impotentes, vacilaban entre estimular la resistencia inevitable de un pueblo acosado, que fácilmente empezaba a desarrollar apetitos sangrientos, o marginarse de una lucha cuyos términos conducían rápidamente a los combatientes liberales a posiciones políticas clasistas y anticapitalistas. Esta vacilación fue considerada por los gobernantes como un compromiso con la subversión y castigada con atentados e incendios de residencias en cabeza de los jefes liberales, quienes así, prácticamente, fueron llevados a tomar el segundo camino: el del marginamiento de la lucha y el exilio. No se respetó ni a los ex Presidentes liberales ni a los órganos de la gran prensa. En la drástica y descomunal tarea que Laureano Gómez se había impuesto se fue perfilando sin embargo un proceso: a medida que se evidenciaba el carácter y el costo de sus ambiciones aumentaba su aislamiento.
VI
En 1953 fue Laureano Gómez quien debió tomar el camino del exilio. Su esquema constitucional corporativo, sus ataques contra el sistema democrático con idénticos argumentos que los enarbolados por los fascistas europeos, su pretensión de fundir en un solo cuerpo el mando socioeconómico y la conducción político-ideológica, en fin, la perpetuación de su poder personal como constructor del nuevo andamiaje, repugnaban a sectores de su propio partido que confiaban aún en la funcionalidad de los principios democráticos y republicanos, no importa que para ellos esto no representara otra cosa que la fe en la capacidad de las jerarquías sociales para infundir sus principios a las masas por otros métodos que los de sangre y fuego. Los demócratas conservadores llegaron a ver la aventura derechista de Gómez con alarma parecida a la que pocos años atrás experimentaran los jefes liberales, ante los deslizamientos izquierdistas de su partido. Fue así, como en el propio seno del conservatismo, y bajo el comando del ex Presidente Mariano Ospina Pérez, empezó a gestarse un movimiento de oposición, que tenía sobre cualquier otro, la enorme ventaja de no poder ser aniquilado a nombre de la religión y el anticomunismo. Para ser eficaz, y dadas las especiales condiciones políticas del país, esta corriente oposicionista se abstenía de toda argumentación ideológica y programática, reduciendo su desafío al caudillo a la enunciación del nombre de Ospina Pérez como candidato para las elecciones que deberían realizarse en 1954. Y ello bastó para producir el choque. Laureano Gómez se levantó de su lecho de enfermo y pronunció un encendido discurso en el que, contra toda evidencia, denunciaba los fermentos liberalizantes y anarquizantes que el movimiento ospinista pretendía inyectar en el seno de la pura doctrina conservadora. Entretanto, rumores sordos corrían en los cuarteles. El recrudecimiento de la violencia en campos y ciudades, la amenazante propagación de las guerrillas, hicieron que el sostenimiento del régimen recayera sobre las fuerzas militares de una manera tanto más exclusiva cuanto que los gobernantes, fieles a sus convicciones antidemocráticas, habían renunciado a todo tipo de seducciones en relación con lo que se llama la opinión, pública. Puesto que el caudillo había prescindido de toda legalidad política fundada en el juego de las corrientes de opinión y promovido de otro lado condiciones de guerra civil generalizada que convertían al Ejército en el pilar prácticamente exclusivo del Estado, tendría que haberse dado una compactación ideológica más nítida e invasora para que no se produjera lo inevitable: que los militares acabaran por arrogarse todos los privilegios del poder y no sólo sus costos de sostenimiento.
VII
Fue así como ascendió al poder Gustavo Rojas Pinilla, satisfaciendo no sólo las demandas de sus compañeros de filas, sino también las expectativas de todos los dirigentes políticos extraños al grupo de Gómez. Mientras los conservadores ospinistas entraban a formar parte del gobierno del General, los jefes liberales proclamaron a éste salvador de la patria y émulo del Libertador. Se contaba generalmente con que el gobierno de los militares habría de servir de puente para el rápido restablecimiento de la democracia y el retorno de los civiles a la dirección del Estado. Pero el General, un hombre absolutamente corriente que había llegado al poder empujado desde todos lados para ser allí objeto de las más extravagantes lisonjas, se embriagó inevitablemente de gloria y muy pronto comenzó a dar pasos encaminados a convertir su mandato golpista en un puente, no para los ideólogos civiles, sino para su propia elección y reelección presidencial. Primero trabajó sobre la línea de dejar de lado a ambas colectividades políticas fundando para su propio uso un tercer partido con base en el binomio pueblo-fuerzas armadas, lo que alarmó por supuesto a todos los políticos, excepción hecha de los descastados, y lo que determinó su primer choque importante con la Iglesia. Organizó así mismo su propia constituyente sobre el resto de la que había montado Gómez con miras a la reforma corporativista, y encomendó a ella la función de legalizar su continuación en el poder. La clase dirigente colombiana, la que tenía el poder económico, la cultural los medios de información, empezó a hablar entonces de libertades y derechos civiles, percibiendo como una vergüenza y una real derrota que el país que ella manejaba en todos los demás órdenes, pasara indefinidamente al control de los hombres de armas en el punto central del poder del Estado. Fue así como, al paso que los decretos leyes recaían como órdenes castrenses sobre los diversos terrenos de la vida social, en particular sobre el económico, aquella clase comenzó a mirar de nuevo hacia los políticos liberales y conservadores, salidos generalmente de su propia entraña y que eran, de conformidad con las tradiciones civilistas del país, sus personeros autorizados para el manejo de los asuntos públicos. Para que su retorno al poder se identificara con un anhelo nacional, a unos y otros políticos se exigió ante todo el logro de un acuerdo que, moderando los ímpetus partidistas, les permitiera proponer al país la tarea de poner fin a la violencia.
VIII
El 10 de mayo de 1957, fecha de la caída de Rojas, tuvo su coronación la empresa política más idílica que ha conocido la nación colombiana de los tiempos modernos. Para derribar el régimen de los militares se congregaron en un solo frente los empresarios de la banca, de la industria y del comercio: los liberales de los más diversos matices; los conservadores del oro puro y de la escoria, es decir, los expulsados del poder por Rojas y los que habían entrado con él; la iglesia, por supuesto; en fin, los comunistas y los estudiantes. Durante meses, los hijos y las mujeres de la burguesía habían practicado métodos conspirativos, mientras que los marxistas agitaban la consigna de las libertades democráticas. A la hora cero, con el estandarte de un candidato conservador, simpático a fuer de folclórico, los empresarios pararon la economía y los estudiantes invadieron las calles. Substituido Rojas por una junta de cinco militares que debían, ellos sí, servir de puente para el retorno de los civiles al poder, se dio comienzo a un complicado tejemaneje político al cabo del cual resultó evidente, que los conservadores no estaban en condiciones de aspirar al próximo turno presidencial, sobre todo, por el resentimiento de Laureano Gómez con el sector de su partido comprometido en el golpe de Rojas. En un acto de odio político suicida, el caudillo, que había regresado del exilio gracias a la gestión de Alberto Lleras, lanzó la candidatura de éste en lugar de la del conservador Valencia. Los efectos de esta maniobra espectacular, recibida por lo demás con alivio en amplios sectores ciudadanos, iban en adelante a gravitar pesadamente sobre la suerte de la corriente laureanista, y ello a despecho de que el gobierno a elegir iniciaba tan sólo una serie pactada de administraciones conjuntas a la cabeza de las cuales se alternarían liberales y conservadores. Para la militancia conservadora, lo que quedaba claro en todo esto, era que los liberales recuperaban la presidencia, gracias al patrocinio del jefe que todavía cuatro años atrás les enseñaba a asimilarlos al comunismo ateo, llamando a su exterminio en nombre de la salud de la república.
IX
El Frente Nacional, cuya tarea más inmediata consistía en expulsar a los militares del poder y restituir en él a los políticos civiles, lo que por otra parte se anunciaba con demasiada crudeza en su primer nombre de Frente Civil, tuvo su principal constructor en Alberto Lleras Camargo. Fue éste el contrahombre de Gaitán en las filas del liberalismo, al menos si se consideran las cosas en una perspectiva un poco amplia. Abandonado por el liberalismo el reformismo de López y salido éste de la presidencia sin concluir el período, había recaído en el joven Lleras Camargo la designación para gobernar en el año restante. Mientras las masas urbanas desengañadas engrosaban con rabia la corriente gaitanista, Lleras probaba al país que existían en el liberalismo otras vertientes capaces de separar el Estado de todo contacto demasiado estrecho con las masas y de poner incluso a éstas en su sitio cada vez que pareciera necesario para el mantenimiento del orden. En contraste con la benevolencia lopista frente al movimiento obrero, correspondió a Lleras quebrar desde el Estado una de sus organizaciones de vanguardia, la de los trabajadores del río Magdalena. Con su comportamiento en el gobierno, era como si dijera al país que también en el liberalismo predominaba la convicción de que debía volverse por los fueros autoritarios del Estado, lo que en ese momento histórico apenas podía tener el sentido de acreditar la propaganda de los conservadores y favorecer el retorno de éstos al poder. La conducta del Presidente Lleras frente al decisivo debate electoral de 1946 había sido de una pulcritud como sólo se ve en Colombia cuando los mandatarios de turno carecen de toda simpatía con sus copartidarios que aspiran a reemplazarlos. Una alambrada de garantías hostiles, tal era para el candidato oficial del liberalismo, Gabriel Turbay, la imparcialidad del Presidente Lleras. Estos antecedentes conservatizantes se vieron en seguida reforzados por el desempeño, todavía menos heroico, de la Secretaría de la reaccionaria OEA en los mismos años en que los liberales eran masacrados en Colombia en nombre del anticomunismo. Por estos títulos, pero también por su innegable habilidad política, Alberto Lleras Camargo apareció en 1957 como el hombre indicado para organizar y dirigir el asalto combinado contra el régimen de los militares, así como para poner en marcha el difícil montaje institucional que debía hacer posible el gobierno de los dos partidos.
X
El contenido del pacto frentenacionalista se deduce en su especificidad de la evolución política a la que en cierta forma vino a dar conclusión. Hasta este momento, era opinión corriente considerar al liberalismo como el partido del pueblo y al conservatismo como el del orden, definiciones que no pueden ser tomadas a la letra pero que tampoco deben ser desestimadas. Es el hecho que a través de nuestra historia estos dos partidos representaron funciones contrarias pero también complementarias, alternándose de manera dramática y espontánea en la conducción del Estado. Este curso ciego fue el que el Frente Nacional oficializó: la complementariedad se convirtió en coalición paritaria y la sucesión de los contrarios a través de largos períodos históricos, se volvió norma de alternación presidencial. En sus dos etapas de predominio, treinta años en el siglo XIX a partir de 1850 y quince en el siglo XX a partir de 1930, el liberalismo colombiano había realizado unas rupturas y promovido unos cambios que secreta o inconscientemente eran anhelados por el conjunto de la clase dominante y que en última instancia, y no sin chocar por tanto con estrechos intereses adquiridos, estaban destinados a contribuir a la expansión de esa clase. Como quiera que todo verdadero cambio, exige una movilización de las energías generales de la sociedad, un llamado a las instancias privatizadas para que afirmen y trasmuten políticamente sus intereses, instintos y deseos, el liberalismo había debido, tanto en el siglo pasado como en el presente, estimular el revolucionarismo de sectores medios o populares para enfrentar con él, ora a los esclavistas y a la Iglesia terrateniente, ora a los latifundistas semifeudales. Por haber buscado dar libre circulación mercantil a la tierra y a la fuerza de trabajo, que eran los dos recursos fundamentales del país, el liberalismo se llamaba el partido de la libertad, y por haber procurado con esto mismo el uso de ambos recursos por quien mejor los retribuyera y explotara se llamaba el partido del progreso. Los cortes históricos que marcó en 1850 y 1930 y los cambios que en estas fechas inició, representaban hasta tal punto una necesidad general que en ambos momentos el partido conservador le cedió por su propio impulso, o falta de impulso, el paso, por el hecho enteramente lógico de que este último partido, de pretender por su propia cuenta realizarlos, habría perdido su identidad ideológica y con ello desaparecido de la escena. El conservatismo, de su lado, acreditaba sus títulos de partido del orden y de la autoridad, porque a él le había correspondido en derecho administrar las largas pausas en el revolucionarismo, pausas cuya oportunidad se hacía manifiesta cuando su doble histórico había llevado las reformas hasta el punto que resultaban posibles y era llegada la hora de la desmovilización y de la explotación rutinaria de la etapa alcanzada. Entonces se acentuaba la defensa de la autoridad constituida, tanto en el orden del poder político, centralizado en el Estado, como en el del poder socioeconómico, que representaba un control descentralizado, pero por ello mismo más estrecho sobre la vida de las masas populares. La división electoral fue el procedimiento sistemático por el cual el partido en el gobierno facilitaba su propio relevo, al comprender que otra tarea se había hecho necesaria y que por índole, debía ser desempeñada según los principios del contrario. Esto no había impedido nunca la feroz resistencia de sectores del partido relevado, poco dados a aceptar la necesidad de una evolución histórica que señalaba la parcialidad de su doctrina, resistencia que indefectiblemente se equilibraba con el surgimiento en el mismo partido de corrientes modernas que aprendían a resignarse con el usufructo de las ganancias generales y que extraían así del interés material, una suerte de ecuanimidad filosófica. Los conservadores compraron los bienes expropiados a la Iglesia, los liberales prosperaron en los negocios bajo la Regeneración y en las décadas que siguieron, los conservadores se hicieron industriales o arrendaron sus fincas a capitalistas luego de las reformas lopistas. Cuando mayor era la moderación política de los copartidarios resignados, más desesperada y agresiva se hacía la oposición de los doctrinarios, por cuenta de los cuales corría el trabajo arduo de la negatividad y la diferenciación y con ello la salvaguardia de la identidad partidaria. A lo largo de la historia nuestras dos colectividades políticas se construyeron como partidos y anclaron en el alma popular, gracias sobre todo, a esta pasión dualista y diferenciativa que polarizaba sus distintas actuaciones en gobiernos cerradamente homogéneos y oposiciones ardorosas, y que imponía sus opuestas afiliaciones a los colombianos con bautismos de sangre. La furia de esta diferencia alcanzó su clímax en la década de la violencia iniciada en la parte media del gobierno de Ospina Pérez. Esta vez, en contraste con las anteriores, la apelación a las armas se originó en el gobierno. El brazo del Estado se extendió por los campos en una función de verdugo que desató el pánico y el sadismo entre el pueblo, y ello con tales dimensiones de caos y atrocidad, que no son para ser descritas brevemente. Es cierto, que el pacto frentenacionalista se propuso entre otras cosas atajar esta suerte de psicosis colectiva, y que en buena parte lo logró. Pero es también cierto, que la violencia llegó a ser esta vez mucho más que una lucha entre los dos partidos tradicionales, que en su curso el Estado acabó por perder todo peso moral mientras que grandes sectores populares levantados en armas, se beneficiaban de la más profunda legalidad, a la vez que se daban sus propios jefes.
XI
Hacia 1957, cuando fue pactado el Frente Nacional, el viejo López pensaba que no había ya ningún problema nacional decisivo que separara a los dos partidos tradicionales. Por el mismo tiempo, Laureano Gómez, que acababa de regresar del exilio, comunicaba que lo más importante que había aprendido en estos años dramáticos era que la libertad de expresión, específicamente la de prensa, debía ser defendida a toda costa. Después del cataclismo, López daba muestras de un realismo, que por el hecho de ser tal, no dejaba de resultar conservador, mientras que Gómez expresaba convicciones liberalizantes. En el fondo de estas paradójicas evoluciones se perfilaban claramente los nuevos contornos de un país, en que el señorío de la tierra había sido substituido por la propiedad del capital como fuente principal de poder, y en que pocas trabas quedaban que se opusieran a este relevo en el orden de las instituciones o simplemente de los usos sociales. Al hacer suyo este terreno, los liberales y los conservadores tenían que comprender que la más sangrienta de todas sus batallas, había venido para presidir el descubrimiento de una realidad nacional, frente a la cual se destacaban sus puntos de contacto mientras sus diferencias parecían mínimas. El propósito de enmienda y las demás virtudes a que se consagraron a partir de entonces los políticos de ambos partidos, se manifestaron en esfuerzos diversos, según la modalidad de los excesos en que habían caído o que habían podido atribuírseles. Los liberales, como quien accede a la madurez, iban a dar muestras de especial responsabilidad en sus actuaciones, buscando corregir la mala imagen que de ellos hubieran podido formarse las fuerzas más preocupadas por el orden. Los conservadores, por su parte, adoptando aires de cordura, iban a proclamar con insistencia su adhesión a la democracia, su respeto por los derechos civiles y su voluntad de compartir el territorio patrio con todos los seguidores del partido rival. Dentro del esquema ideológico frentenacionalista, cada partido iba a servir de garante de los buenos propósitos del contrario. Con su gobierno paritario, su política coaligada y sus campañas electorales conjuntas, los conservadores iban a decir a las clases altas que los liberales ya no eran unos alborotadores, mientras que los liberales iban a tratar de convencer a las masas de que los conservadores no amenazaban sus vidas. La tarea de devolver el crédito al rival, era en verdad mucho más difícil para el liberalismo para hacer votar a los seguidores de su partido mayoritario por el candidato conservador en el turno de la presidencia. Esto explica que bajo el Frente Nacional, mientras los liberales pudieron llevar a la presidencia a sus más destacados conductores, en los dos turnos que correspondieron a los conservadores, la selección del candidato fue hecha por el otro partido con el criterio principal de encontrar la persona que le inspirara menos miedo. Así, los más caracterizados jefes del conservatismo, Ospina Pérez y Gómez Hurtado, debieron deponer sus aspiraciones y someterse al hecho de que su partido fuera representado en la presidencia por figuras ideológicamente desdibujadas. El costo evidente que este arreglo iba a representar para los conservadores, encontraba en el lado del liberalismo una correspondencia de otro orden: los conductores de esta última colectividad, en especial Lleras Restrepo, al gobernar a nombre de los partidos y prohibirse toda definición política partidaria, así como todo intento reformista que contrariara a sus temibles socios, iban a defraudar necesariamente todas las esperanzas que sus copartidarios hubieran podido fincar en el retorno del liberalismo a la primera posición del Estado. Sobre esta frustración, así como sobre estas esperanzas a las que el Frente Nacional imponía un aplazamiento de dieciséis años, el joven Alfonso López Michelsen, con un cálculo sagaz y una tenacidad alimentada por la seguridad en su objetivo, inició su campaña para las elecciones presidenciales de 1974.
XII
La reforma constitucional que consagró el sistema del Frente Nacional fue votada plebiscitariamente por doce años, que el gobierno bipartidista aumentó pronto a dieciséis. Por cuatro períodos de cuatro años, los partidos liberal y conservador iban a turnarse en la presidencia, a repartirse por mitades los cargos de gobierno, así como los asientos del Congreso. Para votar cualquier ley importante, se adoptó la norma de las dos terceras partes, con lo que se buscaba garantizar la unidad del bloque político en el poder, excluyendo la aprobación de cualquier medida positiva que no contara con la virtual unanimidad de los socios.
El trabajo que tuvo que cumplir Alberto Lleras como presidente iniciador del sistema, fue ciertamente arduo y abarcó los más variados frentes. Lo primero fue convencer a los liberales y los conservadores de que podían trabajar en común, lo que implicaba ante todo persuadirlos de que había una tarea que podían realizar conjuntamente. Esa tarea, que el actual presidente de Colombia López Michelsen ha llamado la administración del capitalismo, condensaría desde entonces todo lo que tiene a la vez de esforzada y de miserable la política frentenacionalista. Lo segundo fue lograr ciertas metas políticas decisivas para el afianzamiento del poder civil, cuales eran poner a los militares en su sitio, el que dadas las relaciones de fuerza tenían que ser cómodas sin embargo, y correlativamente garantizar la paz pública por un camino que no fuera el azaroso y fracasado de la sola campaña militar. Lleras Camargo se entregó así a una verdadera empresa de adoctrinamiento dirigida a los uniformados, recordándoles el lugar que les asignaba la Constitución y ponderando su vocación republicana, que los desvíos de Rojas no alcanzaban a desmentir. Para darles satisfacciones más visibles, les conservó una cuota importante de poder discrecional en el frente del orden público, que a lo largo del Frente Nacional y del régimen casi permanente del estado de sitio, no hizo más que crecer, invadiendo buena parte del terreno de la justicia. Para el restablecimiento de la paz, y con miras a reducir la presencia del Ejército en el Estado, Lleras comprendió que no eran suficientes el hermanamiento y los llamamientos conjuntos de los dos partidos, sino que era preciso poner remedio a ciertos efectos sociales y económicos que producían tensiones en los campos y engrosaban peligrosamente el subproletariado urbano. El instrumento fundamental para la persecución de esta finalidad, fue la Reforma Agraria, concebida principalmente por Carlos Lleras Restrepo, quien iría a presidir años después el tercer gobierno bipartidista y quien se distinguía como el más capaz de los administradores del capitalismo en los marcos del Frente Nacional. En el seguimiento de aquella política se invertirían importantes recursos del Estado con un propósito contra el que conspiraban las tendencias espontáneas de la sociedad: fortalecer la economía campesina y frenar las corrientes migratorias del campo a las ciudades, que daban a éstas un crecimiento vertiginoso en ningún momento determinado por las oportunidades ocupacionales que ofrecía. Esta política reformista, necesariamente blanda con los terratenientes en las condiciones de pacto frentenacionalista, y contraria además a las evoluciones dictadas por el orden general de nuestro capitalismo, conocería la suerte de arrastrar una existencia marginal en el concierto de la economía agraria sin ser nunca por otra parte abandonada, y esto por una mezcla muy corriente de inercia y demagogia.
XIII
Los gobiernos que se sucedieron en cumplimiento de la norma de alternación, el del conservador Valencia, los de Carlos Lleras y Misael Pastrana, perseguirían todos, con mayores o menores sobresaltos, una misma finalidad estratégica, que era la de mantener un orden institucional general en el que se combinaran el esquema político democrático y el esquema económico capitalista. De estos dos esquemas, el más directamente amenazado era el primero, y ello en razón de los desastrosos efectos sociales del segundo.
El capitalismo colombiano completó bajo el Frente Nacional una etapa substitutiva, o sea aquella en que su expansión tuvo como centro un proceso industrial, que en buena parte se limitaba a ir copando las demandas directas o subsidiariamente provocadas por la agricultura tradicional de exportación, dependiendo también de las divisas generadas por esta agricultura para pagar las importaciones de equipos y materias primas. Ya en esta etapa resultó evidente la desproporción entre los efectos económicos generalizados del nuevo régimen, que en cierta forma penetraba la vida entera de la sociedad, y de otro lado, su capacidad restringida para inscribir de manera directa a la población en el radio de sus operaciones. Por una paradoja, no muy fácil de comprender ciertamente, la población parecía elevar sus tasas de crecimiento al mismo ritmo en que el capitalismo destruía sus condiciones tradicionales de vida y de trabajo sin ofrecerle siempre otras a cambio o sea al mismo ritmo que el régimen económico la declaraba excedentaria. Este fenómeno, preocupante como pocos, acabó por concentrar la atención de nuestros hombres de estado, y fue así como Alberto Lleras llegó a convertirse en el promotor de una intensa campaña pro control demográfico, que partía del supuesto teórico, de que no era el orden institucional económico el que se mostraba rígido e inflexible para cubrir el cuerpo natural de la población, sino que era ésta la que sobraba. Los desarrollos subsiguientes del sector industrial, a niveles casi siempre muy altos de tecnología, y casi siempre con un grado importante de participación extranjera, no prometía mayores cosas en el orden de remediar en algo el desempleo y subempleo de la mitad de la población urbana. Tampoco prometían mucho las estrategias de desarrollo económico que empezaron a insinuarse en los años tardíos del Frente Nacional. Como quiera que se enfocara la diversificación y el desarrollo de la agricultura de exportación, ya fuera como soporte de nuevos desarrollos de la industria o como elementos autónomos de expansión capitalista, dados los niveles de tecnificación requeridos, no podían preverse a corto plazo, aumentos significativos de la ocupación, ni siquiera en el caso de que se vincularan con aquel fin a la producción, tierras hasta entonces ociosas.
Obligados tanto de hecho como de palabra a gobernar sobre la base del respeto a las instituciones económicas capitalistas, y ello en un marco político global que reconocía formalmente al Estado la autoridad para modelar los diversos terrenos de la vida social, conforme a los intereses más generales, los gobiernos del Frente Nacional quedaron directamente expuestos a la impopularidad del régimen económico, estadísticamente asegurada por las tasas de desempleo, por la profusión de toda clase de subactividades y por los niveles de ingreso de las masas.
XIV
En el momento en que se preparaba para iniciar el último tramo de la alternación, el Frente Nacional tuvo su mayor vergüenza política; su candidato para el período 1970-74, Misael Pastrana Borrero, fue incapaz de vencer claramente en elecciones montadas y controladas por la coalición bipartidista al General Gustavo Rojas Pinilla, que renació así en sus cenizas para demostrar que todo aquello en nombre de lo cual había sido derrocado, carecía de la legalidad de que se reclamaba: la del arraigo en la opinión popular. Contra la maquinaria de uno y otro partido, contra todos los medios de información y propaganda, contra las oportunidades oficiales de fraude difícilmente desaprovechadas, el General, que trece años antes había salido al exilio, que once años antes había sido tachado de indignidad en un juicio político espectacular, en el que apenas se le concretaron los cargos de un contrabando de ganado y de unos créditos bancarios en su favor, en fin, que a todo lo largo de los gobiernos frentenacionalistas, había sido señalado como el representante de la dictadura tiránica en contraste con la cual brillaban y se justificaban históricamente los nuevos sesgos democráticos, el General, decimos, igualó la votación de Misael Pastrana explotando de manera bien simple los índices del empobrecimiento de las masas. Es cierto, que los políticos frentenacionalistas habían sobreestimado su propia capacidad de manipulación del electorado, al oponer al General en ascenso, una figura de la opacidad política e ideológica de Pastrana. Pero su pecado mayor fue el de subestimar el resentimiento popular contra el establecimiento político-económico, resentimiento que venía muy naturalmente a identificarse con la amargura del General expulsado. Lo que fue la gran batalla del populismo se convirtió, sin embargo, en una derrota que selló de momento su suerte. Los proletarios de las ciudades colombianas votaron por Rojas, no sólo porque como ellos era un resentido, no sólo porque su indignidad solemnemente proclamada servía bien de símbolo unificador a la indignidad forzosa de los marginados, sino muy especialmente, porque existía la creencia generalizada, de que las huestes del General extendían su influencia a las filas del Ejército y tendría la temeridad suficiente para defender por la fuerza cualquier triunfo que pudiera alcanzar en las urnas. Y esta creencia resultó infundada. Los días siguientes a las elecciones, el Presidente Carlos Lleras, que acababa su mandato, impartió a las masas urbanas enardecidas la orden de recogerse temprano en sus viviendas, sin que el aparato estatal presentara las fisuras previstas. El desenlace de la prueba de fuerza a que condujo así el debate electoral, clausuró la versión rojista del populismo que en los próximos años iba a conocer un retroceso electoral acelerado hasta llegar a convertirse, a mediados de los años setenta, en una corriente minoritaria que reparte desordenadamente sus simpatías entre el conservatismo y los principales grupos marxistas.
XV
Desde el día en que se puso en marcha el sistema de Frente Nacional, pactado como se dijo para poner término al régimen del General Gustavo Rojas Pinilla y consagrado bajo el gobierno de una Junta quíntuple donde no faltaron los amagos golpistas, la perspectiva de una restauración militar ha constituido el principal motivo de preocupación para los gobernantes colombianos. En forma sistemática, estos adoptaron la conducta de minimizar los riesgos de un golpe, como sin en esta forma se evitara que los militares fueran tentados por la idea. En las situaciones más álgidas, como la que se presentó bajo el gobierno de Guillermo León Valencia, cuando pareció que un paro obrero era parte de una vasta conspiración en la que estaba envuelto el jefe del Ejército, General Ruiz Novoa, los dirigentes políticos apenas dan públicamente indicaciones de los peligros vividos a través de declaraciones renovadas sobre la fe y adhesión inquebrantables que ellos atribuyen a los uniformados en relación con las instituciones democráticas. La amenaza es de tal índole, que la denuncia parece aproximarla, y el temor es demasiado grande para ser abiertamente formulado. Todo lo que viene a poner en juego el orden público, como las incursiones guerrilleras, los motines estudiantiles, las protestas obreras, evoca para los dirigentes políticos colombianos, no propiamente el fantasma de una dictadura del proletariado, en que nadie cree, sino el más palpable de la dictadura militar. De hecho, la amenaza que gravita así sobre la vida política del país, y que el ejemplo de los países del sur hace parecer más inminente, actúa como un factor disuasivo en relación con cualquier cambio progresista como quiera que los políticos liberales y conservadores temen más enajenarse la simpatía de las clases poseedoras, con sus órganos poderosos de presión y su incidencia directa en la política, que perpetuar el malestar de un pueblo masificado, muy difícil de movilizar en función de objetivos unitarios. En su afán de sostenerse en el poder y conjurar la amenaza del militarismo, los gobernantes mejor intencionados abandonan pronto la ilusión de realizar cualquier reforma capaz de incidir seriamente en el orden socioeconómico para constreñirse a la tarea, ardua pero poco heroica, de administrar el establecimiento. De esta manera, el golpe militar tan temido está bien presente en la vida colombiana, sobre todo, por la compactación que impone entre los dirigentes políticos y los usufructuarios del régimen económico.
La eventualidad de un golpe, vista a la luz de la historia reciente del país y de la experiencia vivida en otras latitudes, no depende de la iniciativa de los militares, cualesquiera que sean sus ambiciones y la fuerza material con que las respaldan. Para ello es preciso que se dé una quiebra de cumplida de la democracia, que este régimen deje de garantizar el control político sobre la población. Fue lo que estuvo a punto de evidenciarse en Colombia el 19 de abril de 1970 y los días que siguieron, cuando pareció que el Frente Nacional había sido derrotado electoralmente por un candidato que explotaba el resentimiento popular. Y es lo que se pondría cabalmente de manifiesto, el día que las izquierdas clasistas cobraran gran fuerza electoral o adquirieran una autoridad decisiva entre los trabajadores. Entonces, los políticos liberales y conservadores correrían el riesgo cierto de ser licenciados por quienes tienen el poder suficiente para ello, por los capitalistas, y de ver a los militares ocupar su lugar. Porque, no hay que dudarlo, los militares de Colombia, como los de otros países, han asimilado sus lecciones y, si no carecen de ambiciones políticas, han depurado en cambio éstas de aventurerismo. Lo que significa que saben esperar, y que su ambición es la de ser llamados.
XVI
La confluencia de las corrientes liberal y conservadora en el gran aparato frentenacionalista, y la compenetración de este último con el régimen económico prevaleciente, determinaron la conformación de un establecimiento que convirtió sus rigideces interiores en índices de fuerza y que terminó por ver como una perturbación inquietante cualquier proyecto susceptible de introducir la contradicción en su seno. En la medida en que este esquema general se oficializó, la oposición a él o a alguno de sus elementos constitutivos adquirió visos de subversión. La inconformidad y las demandas de reforma, imposibilitadas para encontrar algún lugar en el establecimiento, formaron una franja de marginalidad ideológica que en los últimos tiempos no ha hecho más que radicalizarse, y ello en los términos que parecen más aptos para expresar una ruptura insalvable.
La protesta anticapitalista, que es el punto de reunión de los inconformes, ha encontrado su principal inspiración ideológica en el marxismo, el cual es abrazado a la vez en los planos teórico y práctico, o sea tanto en su correcta iluminación del clasismo que domina la vida espontánea de la sociedad y de los grupos, como en su dudosa promoción de la lucha igualmente clasista por un ordenamiento diferente. El escenario de la lucha, de otra parte, ha tendido a ubicarse en zonas de cierto modo periféricas, como el monte y la universidad. Así, desde el comienzo de los años sesenta el radicalismo estudiantil, inspirado en la gesta castrista, tomó el camino de la guerrilla, con la idea de que a las masas se las lleva mejor al combate por el ejemplo de la intrepidez de los destacamentos políticos más conscientes. Por desgracia, la voluntad de sacrificio de que daba muestras la juventud radical, cobró primero realidad en los choques con el Ejército para muy pronto empezar a plasmarse en luchas intestinas que desembocaban de manera sistemática en la aplicación de la más drástica justicia revolucionaria. La muerte del cura guerrillero Camilo Torres, señaló el tránsito a esta última fase, cuando la impotencia y la evidencia de un extrañamiento que resultaba no sólo geográfico, llevaron a los grupos guerrilleros a dirimir abundantemente con vidas la ventilación de todo tipo de diferencias. Agotadas las expectativas de este camino, fue la universidad la que vino a erigirse en el principal reducto de la protesta anticapitalista. Con la excepción del partido comunista, que ha logrado echar raíces en algunos sectores obreros y campesinos, la generalidad de las organizaciones inspiradas en el marxismo y promotoras de un cambio en el sentido del socialismo, pueden ser consideradas como grupos estudiantiles, tanto por el origen inmediato de sus cuadros de dirección, como por la composición de su militancia. Universidad e inconformismo político han llegado a identificarse. Ante la consagración de los políticos liberales y conservadores a la causa de un capitalismo que vegete en medio del malestar social más generalizado, causa muy poco apta para atraer las energías de una juventud en contacto con las ideas y la cultural los partidos tradicionales, en particular el liberal que todavía en 1957 tenía autoridad suficiente para llamar a los jóvenes a la lucha, se vieron desterrados en los últimos lustros de la universidad y ni siquiera sus dirigentes más progresistas pudieron volver a tomar la palabra en los auditorios. Se produjo así bajo el Frente Nacional una escisión bien neta: los profesionales ansiosos de promoverse socialmente, se dedicaron a la administración de los negocios públicos y privados, sin preocuparse mayormente por la cultural mientras a los cargos universitarios se constriñeron los ideólogos inconformes y los fracasados camuflados de tales, únicos aceptables para los estudiantes. Mas en general, entre los grupos medios con cierto grado de instrucción, cuya importancia política es considerable, las posturas frente al sistema imperante tienden a repartirse hoy según un corte generacional: se pronuncian contra él, por lo regular en términos marxistas, los que son jóvenes o quieren perpetuar la juventud, y están con él, por convicción o por realismo escéptico, los que asumen con la madurez las posiciones un poco siniestras del individualismo. A través de un mecanismo de substitución muy corriente entre los marxistas, los estudiantes revolucionarios se toman sin más por el proletariado mismo, confundiendo consiguientemente sus pedreas con la lucha de clases y sirviendo en forma periódica de ocasión para el entrenamiento de las fuerzas armadas en la lucha contra el motín urbano. La inanidad de este movimiento, que ha llegado a componerse de más de un centenar de grupos que fundan formalmente su separación en las divisiones existentes entre los países socialistas o las tesis diversas de cierto número de autores, pero a la cabeza de uno de los cuales se encuentra de hecho un pequeño caudillo, no depende tanto de la participación predominante de ideólogos de clase media en el nivel de sus cuadros directivos. Todas las revoluciones son en verdad dirigidas por ideólogos, principalmente las más novedosas y creativas. Su mal resulta más perceptible en la terca y paradójica insistencia con que proclaman, sin que para ello logren hacerse acompañar por las voces de los obreros, que es la clase compuesta por estos la llamada a dirigir un cambio, que es el proletariado el que tiene asignado el papel de sujeto de la acción histórica.
Esta obstinación en definir socialmente a los actores políticos, tiene su más curiosa manifestación en la existencia de grupos conformados por intelectuales, funcionarios y universitarios que se dicen partidos obreros.
XVII
Cuando, para las elecciones presidenciales de 1974, los dos grandes partidos colombianos, enfrentándose por primera vez en muchos años, lanzaron los nombres de Alfonso López Michelsen y Alvaro Gómez Hurtado, la imaginación popular fue inevitablemente retrotraída a los años que dan comienzo a nuestra crónica. Esos años habían estado dominados por la presencia de dos conductores de nuevo cuño, dos hombres de la clase urbana que tomaba impulso en las nuevas oleadas del capitalismo y las finanzas: Alfonso López y Laureano Gómez. La amistad que los ligó en la juventud y la pugna tenaz que los opuso en la madurez, vendrían a representar bien, en el plano de las relaciones interindividuales, el curso de hechos históricos decisivos para toda una nación. Por ello, cuando el hijo de uno y otro se enfrentaron en 1974 por la presidencia, era como si las colectividades que los promovían quisieran volver a comenzar por el punto que antecedió a sus extravíos y dejar en cierta forma de lado los dos grandes tramos que acababan de recorrerse: el de la violencia y el del Frente Nacional. El golpe que puso término al gobierno de Laureano en 1953 fue ahora, por voluntad de los votantes y en cabeza de Alvaro, un verdadero golpe de opinión: la simpatía, por lo demás bien merecida, que el viejo López había inspirado en su momento a los colombianos, y el temor, todavía más justificado, que los mismos habían llegado a experimentar ante el solo nombre de Gómez, se conjugaron para dar a López Michelsen un volumen de votos sin precedentes en Colombia.
El gobierno que López entraba a presidir estaba, en realidad, llamado a servir de transición entre el Frente Nacional y el pleno ejercicio de la democracia republicana. Se habían dejado ya de lado la alternación presidencial y la representación paritaria en el parlamento, y se había restablecido la norma de la mayoría absoluta para la legislación corriente.
Pero quedaba todavía lo que del Frente Nacional podía considerarse como esencial, dada la estructura de nuestro Estado: la repartición por mitades de los cargos nacionales y regionales de gobierno. Fue el primer desengaño de la opinión: ver al jefe liberal, que había iniciado dieciséis años atrás una carrera política pronunciándose contra el nuevo sistema político en nombre de los derechos de su colectividad mayoritaria, colocado a la cabeza de un gobierno paritario en el que el conservatismo aparecía representado además por figuras de tenebroso renombre. Pero lo que produjo la frustración mayor fue la nueva oleada inflacionaria ocurrida a poco de iniciado el nuevo gobierno. A través de los cuatro períodos del Frente Nacional, la inflación había seguido una curva solidaria con la norma de alternación: baja durante los gobiernos de los dos Lleras y alta durante los de Valencia y, muy principalmente, de Pastrana. Los presidentes liberales habían sido estabilizadores y los conservadores inflacionistas, o al menos, esto podía pensarse a juzgar por las cifras estadísticas. Algo de verdad había en ello: los primeros eran más sensibles a la preocupación de apuntalar la democracia manteniendo una opinión popular favorable en lo posible, mientras que los segundos, más atentos a las relaciones sociales de fuerza, se desentendían fácilmente de este aspecto y buscaban halagar las demandas espontáneas de los capitalistas. Misael Pastrana, con una ligereza que convirtió en descaro cuando después se dedicó a criticar a López con el argumento de la inflación, había bajo su gobierno utilizado el gasto público, el crédito y los subsidios de diverso orden como instrumentos de una política de acumulaciones capitalistas aceleradas, incrementando con artificios monetarios la capacidad de inversión y de gasto de los empresarios y asignándoles un poder de compra sobre el mercado sistemáticamente mayor al determinado por sus operaciones regulares. Pastrana cebó así como ningún otro mandatario anterior a los capitalistas con el crédito y los estímulos generosos. Y los capitalistas no irían a recibir precisamente con simpatía los propósitos estabilizadores de López. Con una desvergüenza demagógica parecida a la de Pastrana, importantes voceros empresariales dieron expresión a su disgusto contra López con argumentos invertidos, que no eran otro que el recrudecimiento inflacionario y el fracaso de los esfuerzos lopistas. Porque si entre 1970 y 1974 se había dado libre curso a la inflación y los capitalistas no podían otra cosa, López había aspirado en verdad a poner freno a este proceso. Y si en el curso medio de su gobierno la inflación alcanzó índices nunca vistos en Colombia, hasta el punto de lanzar a un paro general de protesta a centrales sindicales encuadradas en el establecimiento, no fue principalmente por una política
HISTORIA MODERNA DE COLOMBIA
Guerras civiles y Violencia:
En 1899 una revuelta liberal en contra de un gobierno decididamente conservador se convirtió en la Guerra de los Mil Días. Durando hasta el 1 de junio de 1903, poco después de que la Batalla de Palonegro fue ganada por las fuerzas del gobierno, la guerra cobró más de 100.000 vidas.
Durante el siguiente par de décadas, los conflictos se dieron en Panamá, que ganó la independencia gracias al apoyo de los EE.UU., y Leticia, que el Perú afirmó poseer. Sin embargo, Leticia fue finalmente de vuelta a Colombia.
Jorge Eliécer Gaitán llegó a la nota de 1000 pesos!
Décadas más tarde, comenzó uno de los períodos más oscuros de Colombia, conocido como 'La Violencia', que continuó en la época de los carteles de la droga que tomaron el poder a finales del siglo.
El 9 de abril de 1948, alcalde socialista de Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado, provocando disturbios en Bogotá conocidos como el "Bogotazo". Destrucción de propiedades, saqueos, incendios y asesinatos caracterizan el motín, siendo protestantes muchas de las (al menos) 180.000 víctimas.
Los disturbios finalmente desaparecieron en 1957, cuando se firmó una tregua entre liberales y conservadores que proporcionó a ambas partes el poder político en forma de coalición. Aunque los conservadores fueron los más beneficiados, de esta manera, la paz se mantuvo durante 16 años. Sin embargo ciertos problemas dentro de los movimientos fueron pasadas por alto durante el contrato.
Esto llevó a la formación de los movimientos guerrilleros, entre ellos el M19, cuyo objetivo era el establecimiento de una sociedad socialista democrática. Se realizó una serie de secuestros y asesinatos de alto perfil, obligando al gobierno a concederle participación en las negociaciones. Esto se puso en marcha con el grupo y un acuerdo de paz fue firmado en 1989. Después de esto, el M-19 entregó sus armas y formó un partido político llamado Alianza Democrática, que obtuvo una cantidad significativa de votos.
Apocalypse Now, versión colombiana:
Otra organización guerrillera importante fue las "Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia" (FARC).Formado en 1964, las FARC se alinearon inicialmente con el partido comunista. Que creció lentamente hasta la década de 1980 cuando, en contra de sus convicciones anteriores, comenzaron a trabajar en el floreciente tráfico de drogas y establecieron impuestos en el tráfico ilegal con el fin de autofinanciarse. Con su nuevo capital, la guerrilla ganó importancia y con una serie de captura de rehenes de alto perfil, ejecuciones y atentados, se han convertido rápidamente en uno de los grupos guerrilleros más infames del mundo.
Durante los mandatos presidenciales de Uribe (2002-2010) y Santos (2010 - presente) la presión de los militares y policía sobre grupos como las FARC se ha incrementado, dando lugar a su huida de las principales ciudades de Colombia hacia zonas menos pobladas del país . Aunque esta táctica ha sido objeto de algunas críticas, ya que pone a las comunidades vulnerables en mayor peligro de violencia y desplazamiento, es generalmente aceptado que Colombia se está convirtiendo rápidamente en un lugar más seguro y más deseable para vivir, gracias a esta intervención. Esta idea es apoyada por estadísticas impresionantes, por ejemplo, como la disminución de secuestros desde el año 2000 (3700) y 2009 (172).
Los Años del Narcotráfico
Pablo Escobar: Los carteles del narcotráfico más infames y poderosos en Colombia surgieron en la década de 1970. Durante los años 1980 y 1990 ganaron gran cantidad de poder y ejercieron enorme influencia tanto en la vida cotidiana, como política y económica de todos en Colombia. El más dominante de estos carteles fue sin duda el Cartel de Medellín, encabezado por el conocido Pablo Escobar.
El reinado tiránico de Escobar sobre la vida colombiana fue devastador y complicado.Escobar trabajó duro para cultivar una imagen de Robin Hood, dando una gran cantidad de dinero a las comunidades vulnerables y al desarrollo de la educación y salud. Sin embargo al mismo tiempo, él ordenaba la ejecución de políticos, policías y ciudadanos inocentes.
Otro cartel destacado fue el Cartel de Cali, que rivalizó con el dominio de Escobar durante su auge, pero que nunca ejerció la misma influencia sobre el país. Los efectos de los dos cárteles en guerra y los intentos, a menudo frustrados, del Gobierno para hacer frente al problema (incluyendo las cuestionables intervenciones de los EE.UU. en la guerra contra el narcotráfico) ha llevado a que Colombia siga siendo marcada por la violencia y el desplazamiento que tuvo lugar en esta época. Aunque Escobar fue asesinado en 1993 y gran parte de los grupos ahora están disueltos, las comunidades y las familias siguen viviendo las consecuencias y luchan por recuperar los restos de sus anteriores vidas.
COLONIA
Historia de la Colonia de Colombia
06 marzo 2006
Los siglos que transcurrieron entre 1550 y 1810 se han denominado “época colonial” debido a la presencia y al dominio político por parte de los españoles en lo que actualmente comprende el territorio de Colombia. Durante este tiempo se formó en América una sociedad en la que las costumbres, la lengua y la religión traídas por los españoles se mezclaron con la cultura indígena y, más tarde, con la africana. Así se conformó lo que hoy en día es Hispanoamérica.
Es acertado llamar este período del modo como se ha hecho, porque, en efecto, en estos siglos asistimos a un proceso de colonización, en el cual un grupo humano emprende la tarea de dominar y controlar un territorio distinto al suyo tradicional, y a sus pobladores, de modo sistemático y permanente, apareciendo al comienzo de este proceso dos grupos definidos: los dominadores y los dominados.
El fenómeno de la colonización española tuvo como objetivo primordial la apropiación de riquezas del nuevo territorio, generando un sistema de explotación que podría caracterizarse como de “economía extractiva”. No se debe creer que España translado todas sus instituciones, creencias, valores, etc., cambiando radicalmente las costumbres de los indigenas, y ademas que estos aceptaron todo con conformidad; lo que realmente paso, fue un choque de culturas, lo que provoco que los indios aparecieran en sus luchas por la defensa de sus derechos, en sus guerras intestinas por preservar su cultura o en algunos casos relaciones amistosas con los colonizadores. La sociedad colonial era una sociedad dinámica, viva, que no se mantuvo igual por tres siglos. Es por esto que hacer la historia del periodo colonial resulta no sólo necesario sino urgente, porque allí se comenzó a tejer la nación colombiana de hoy, se fue entramando un país que necesita construirse y casi inventarse a diario.
La sociedad colonial, se organizó en clases muy diferenciadas. La primera era la clase alta, conformada por los ricos propietarios de tierras, descendentes directos de los conquistadores. Esta aristocracia se vio aumentada con los funcionarios que llegaban de España y se quedaban en América después de cumplir la función que les había sido encomendada.
Los españoles menos afortunados en la posesión de bienes constituyeron la clase media, conformada principalmente por artesanos y comerciantes.
Por su parte la clase baja estaba constituida, en un nivel alto, por los mestizos, y en un nivel bajo, por los indígenas.
En medio de la dura esclavitud de los negros y de la sobreexplotación del indio, también fue posible el amor del amo y del esclavo, de la india y el negro, del español y del indio.
Con respecto al espacio, debe decirse que el territorio dominado y explotado de manera efectiva era muy pequeño, no existiendo exactitud en la demarcación de linderos, ni de las fronteras entre gobernaciones, diócesis o reinos.
El núcleo urbano surge en la Colonia en una relación directa y dependiente del campo. Ciudades que nacieron y se desarrollaron como apéndices de los centros mineros y que en todo debían su existencia al hallazgo y mantenimiento de la actividad minera. Núcleos urbanos que resultaron de la necesidad de tener ciertos puntos de acopio de alimento, de descanso, etc., para las largas jornadas de quienes transportaban metales y otros productos hasta sus destinos.
En cierto periodo colonial el derrumbe demografico fue catalogado como una crisis economica, ya que la escaces de indios y esclavos, acarreaba menos trabajo en las minas y el campo, y a su vez menos riquezas para los españoles.
El punto crítico de la despoblación aborigen se dio a mediados del siglo XVII. Debe decirse que las comunidades que sufrieron con mayor impacto la llegada de los españoles fueron aquellas que habían alcanzado un alto grado de sedentarismo. Mientras que sociedades generalmente de fronteras, cazadoras, recolectoras, fueron mucho más flexibles frente a los invasores, pudiendo resistir y enfrentar de manera más ágil a los europeos.
Hubo varias causas de muerte para los indigenas, entre ellas estan, 1. la introduccion de ganado español lo cual redujo el espacio vital, 2. la sustitucion del maiz por otros alimentos, 3. la falta de defensas ante enfermedades virales y bacterianas, 4. las fuertes afecciones pulmonares causadas por el exceso de trabajo, 5. el trabajo arduo impouesto para las mujeres.
Como imperio, España pensó desarrollar una infraestructura que garantizara la extracción de riquezas y por eso estableció las fundaciones coloniales y los centros administrativos alrededor de los grandes yacimientos de metales preciosos, y en medio de grupos aborígenes densamente poblados. España se hallaba en un proceso definitivo de su historia: la consolidación de un Estado con características modernas.
Por su parte, no todas las instituciones políticas y económicas creadas en América, fueron pensadas originalmente para las colonias, sino que se basaron en las existentes en España y adoptaron sus mismos principios.
PRECOLOMBINA
HISTORIA PRECOLOMBINA DE COLOMBIA
Hasta hace poco se suponía que en la Etapa Formativa Cultural americana las expresiones más precoces de cultura debieron darse en territorios de Mesoamérica, hasta producir las civilizaciones maya, olmeca, tolteca, zapoteca y teothiuacana, a las cuales sobrevinieron los Aztecas. O quizás en el Perú, donde se generaron las igualmente conocidas de Chavin, Paracas, Mochica, Nazca y Huari- Tiahuanacu, que derivaron en los Incas. Ambos procesos, entre quinientos años A.C. y el primer milenio de la era cristiana.
Hoy se sabe que la primera agricultura intensiva vinculada a asentamientos estables tuvo su verdadero origen en la selva amazónica, y de allí partió por el año 4.000 a.C. hacia la costas. En Ecuador se han hallado rastros de más de 3.000 años dejados por aldeas mayores a dos mil habitantes, que ya entonces se dedicaban a cultivar yuca y maíz, muchísimo antes que en Méjico o en el altiplano andino.
The negative verb forms are made by putting not after an auxiliary verb.
Importaciones
Aunque Colombia es un gran productor de productos agrícolas y bienes naturales, su sector industrial es comparativamente más débil. Colombia importa una cantidad de productos que son producidos en otros lugares. Aunque la nación tiene aceite e industrias químicas, importa combustibles y químicos. Colombia también importa equipos pesados y bienes de consumo.
Exportaciones
Lo que más exporta Colombia son productos agrícolas o extraídos. El café puede ser la exportación más famosa, pero es solo uno de los productos agrícolas que exporta el país, es acompañado por bananas y flores, además del aceite y el carbón. Colombia también es uno de los productores y exportadores de esmeraldas más grandes del mundo. También exporta confecciones que son cosidas en sus fábricas de ropa.
Auxiliary verbs are verbs such as have, be, may, do, shall, will, can, or must that are used with another verb to show the verb's tense, to form a question, etc.
Desde 1936, la Orquídea (Cattleya trianae) es reconocida como la flor emblemática de Colombia. Su nombre es un homenaje al botánico Colombiano José Jerónimo Triana y es endémica del alto Magdalena.
Historia
El Escudo solo ha tenido un cambio a lo largo de la historia. El primer escudo que tuvo Colombia fue diseñado por Carlos V en 1548 y es el que actualmente identifica a Bogotá.
El emblema y los elementos actuales que constituyen el escudo de Colombia son aprobados por medio de la ley 3 del 9 de mayo de 1834. El actual presidente de la República de la Nueva Granada en ese entonces era el señor Francisco de Paula Santander.
Tiempo después se adoptan y reafirman mediante varios decretos sucesivos, la disposición y los colores del Escudo, esto se encuentra particularmente por los dictaminados el 17 de mayo de 1924 y 11 de enero de 1934.
Descripción
El Escudo Nacional de Colombia se compone de 3 cuarteles o franjas que van de una forma horizontal; la faja superior que lleva una granada y a los lados de esta se encuentran dos cuernos, la faja del medio que posee un gorro frigio de color rojo y la faja inferior en el que se visualiza el istmo de Panamá, además se ven representados los dos océanos que rodean a Colombia.
El Cóndor en el escudo colombiano es un símbolo de libertad y se encuentra representado de frente con sus alas extendidas y su cabeza mirando hacia la derecha.
El significado del escudo de Colombia
Faja superior: lleva una granada, que recuerda el nombre que llevó Colombia hasta la mitad del siglo XIX, Nueva Granada. A los lados de esta se encuentran dos cuernos de la abundancia, una con monedas de oro y otra con frutas tropicales, representando la riqueza y la abundancia del país, respectivamente.
Faja del medio: posee un gorro frigio de color rojo, que simboliza el espíritu de la república y la libertad.
Faja inferior: se visualiza el istmo de Panamá, además se ven representados los dos océanos que rodean a Colombia. Y las velas simbolizan el comercio con otros países.
Timbre: en este espacio se ubica un cóndor, que es el ave del país y que representa la libertad. Además se aprecian las palabras libertad y orden, que es el Lema Nacional.
Origen e Historia de la Bandera Colombiana
El origen de nuestro actual pabellón se sitúa en 1806, concretamente el 12 de marzo, cuando el Precursor Francisco Miranda ondeó por primera vez el tricolor amarillo, azul y rojo a bordo de su velero, o bergantín, Leandro, durante su fracasada invasión a Coro (población de Venezuela). Esta bandera fue la misma que Miranda junto con Lino de Clemente y José Sata y Bussy, presentaron al Congreso de Venezuela de 1811 para que se adoptara como insignia nacional.
Dos años después, el Libertador Simón Bolívar ordenó continuar con la bandera de Miranda como el emblema colombiano. En una carta el Libertador escribió: "El pabellón que la victoria ha enarbolado en todos los pueblos de Venezuela y que debe adoptar la Nación es el mismo que se usaba en la primera época de la república, esto es, de los tres colores: amarillo, azul y encarnado".
Durante el período de nuestras guerras de independencia había varias banderas, pero todavía no había ninguna que predominará.
A medida que las distintas provincias y ciudades del Nuevo Reino de Granada declaraban su independencia absoluta de España, iban adoptando su propia insignia. Así, por ejemplo, las ciudades confederadas del Valle del Cauca, que eran Anserma, Buga, Cali, Caloto, Cartago, Iscuandé, Popayán y Toro adoptaron en 1811 una bandera de dos fajas horizontales, de colores azul celeste y blanco, orlada de plata; la Provincia de Cartagena se identificó en 1812 con una bandera "rectangular de tres cuadrilongos, el primero rojo, el segundo azul y verde el central, y en éste una estrella de plata de 8 rayos"; y el Estado Libre e Independiente de Cundinamarca creó en 1813 una bandera de 3 fajas horizontales de iguales dimensiones, arriba azul celeste, en medio amarillo y abajo rojo, que es la que actualmente usa el Departamento de Cundinamarca.
Significado de los Colores
Hay muchas versiones y leyendas que intentan explicar por qué el Precursor Francisco Miranda desde 1806 escogió los colores amarillo, azul y rojo para su emblema. La primera y la más famosa interpretación que se hizo sobre su disposición cromática, es decir, sobre el orden que tienen las franjas de colores en la bandera, fue la que se atribuye a Francisco Antonio Zea en el Congreso de Angostura en 1819:
" Nuestro pabellón nacional, símbolo de las libertades
A modal verb is a type of verb that is used to indicate modality. Commonly used modal verbs are can, could, must, should, had better, have to and sometimes need or dare.
Poder Judicial de Colombia
Se denomina formalmente Rama Judicial de la República de Colombia al conjunto de instituciones u órganos de cierre de las tres principales jurisdicciones y el Consejo Superior de la Judicatura, son referidas formal y popularmente como Altas Cortes.
El poder legislativo de Colombia
por definición, es el poder que hace las leyes, facultad que implica la posibilidad de regular, en nombre del pueblo, los derechos y las obligaciones de sus habitantes en consonancia con las disposiciones constitucionales.[cita requerida] Para ejercer dicha facultad está investida de una incuestionable autoridad que le otorga la representación de la voluntad.
Las figuras presentes más importantes son el senado y los diputados.
Montesquieu propuso, en su célebre libro El espíritu de las leyes, que era necesario que las funciones del Estado se dividieran entre distintos poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), para que mediante los arreglos de las características el poder se autocontrole, a fin de evitar la tiranía.
El Poder Ejecutivo de Colombia
Es el que se encuentra representado por los gobiernos de Colombia (Nacional, Departamental, Distrital, Municipal). Está conformado a nivel nacional por el Presidente de la República, el Vicepresidente, los Ministerios, los departamentos administrativos y las superintendencias. A nivel departamental está conformada por los Gobernadores y las secretarías de gabinete; y a nivel municipal o distrital por los Alcaldes y sus secretarios de gabinete.
El Presidente actúa como Jefe de Estado, Jefe de Gobierno, suprema autoridad administrativa y Comandante en jefe de las Fuerzas Militares durante un periodo de cuatro años, con la posibilidad de ser reelegido por un segundo periodo de cuatro años, según la reforma a la constitución en 2006. Para llegar a ese cargo debe ser colombiano de nacimiento, ser ciudadano en ejercicio y tener más de treinta años al momento de la elección.
Grammatical mood refers to the quality or form of a verb in a sentence. More specifically, mood denotes the tone of a verb in a sentence, so the intention of the writer or speaker is clear.
BIODIVERSIDAD DE COLOMBIA
La biodiversidad de Colombia posee uno de los índices más altos a nivel mundial, tanto es así que el Centro de Monitoreo de la Conservación del Ambiente ha incluido al país en la lista de los diecisiete megadiversos. Dichos índices son más altos en la región andina, siendo seguida por la región amazónica.1
El territorio del país alberga 59 áreas protegidas designadas a nivel nacional.2 También contiene 311 tipos de ecosistemas costeros y continentales.3 Colombia es el país con más territorio de páramos en el mundo; más del 60 % del ecosistema andino colombiano está clasificado como páramo.4 Así mismo, acoge dos puntos calientes de biodiversidad; los Andes Tropicales y Tumbes-Chocó-Magdalena.
En 2019, según el Sistema de Información sobre Biodiversidad de Colombia, 62 829 especies estaban registradas en el país,5 y de ellas más de 9000 son consideradas especies endémicas.678 El país ocupa la primera posición en el mundo en número de especies de orquídeas y aves, la segunda posición en plantas, anfibios, mariposas y peces de agua dulce, tercer lugar en especies de palmeras y reptiles y el cuarto lugar en la biodiversidad de mamíferos.
Según un informe de WWF, cerca de la mitad de los ecosistemas que existen en Colombia se encuentran en estado crítico o en peligro. Asimismo, de 1853 especies de plantas e evaluadas, 665 (36 %) se encuentran amenazadas y en peligro de extinción, mientras que de 284 especies de animales terrestres evaluados, 41 están en peligro crítico, 112 amenazadas y 131 son considerados vulnerables.9
Desde 1998, el Instituto Humboldt de Recursos Biológicos ha estado recolectando muestras de biodiversidad. A partir de 2014, 16 469 muestras, que representan alrededor de 2530 especies de 1289 géneros, y 323 familias de la biodiversidad colombiana se han almacenado en sus archivos
LA RIQUEZA CULTURAL DE COLOMBIA
La riqueza cultural de Colombia está representada por algunas de las tradiciones y eventos culturales importantes, como el carnaval de Barranquilla, la Semana Santa, el carnaval, la noche de las velitas, el Desfile de Silleteros y otros festivales.
LA RIQUEZA NATURAL DE COLOMBIA
Los principales recursos naturales con los que cuenta Colombia son: petróleo, gas natural, carbón, mineral de hierro, níquel, oro, cobre, esmeraldas, cultivos y energía hidráulica. Los principales cultivos de Colombia son el café, el cacao y el plátano.
In grammar, the voice of a verb describes the relationship between the action that the verb expresses and the participants identified by its arguments.
DIVISION LOS MUNICIPIOS EN COLOMBIA
Todos los municipios se dividen en dos zonas: La urbana y la rural, de las cuales surgen otras subdivisiones municipales.
Las áreas urbanas según el DANE son conjuntos de edificaciones delimitadas por calles, carreras o avenidas. Las cuales, cuentan con los servicios de saneamiento básicos, así como con colegios y hospitales. Estas a su vez se dividen en barrios y comunas, siendo los barrios el nivel más básico de división urbana, pues son agrupación de viviendas delimitada por condiciones físicas, económicas o sociales, y las comunas agrupan sectores o barrios determinados.
Hoy en día existen varios proyectos para la recuperación del espacio público, una de las prioridades para la transformación urbana de las ciudades en el país.
Las áreas rurales se caracterizan por ser viviendas dispersas con explotaciones agropecuarias. No cuentan con nomenclatura de calles, carreteras, avenidas, y demás. Y por lo general, no disponen de servicios públicos. Estas se dividen en corregimientos y veredas.
HISTORIA:
EVOLUCIONÓ LA ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DE COLOMBIA
El mapa político de Colombia ha sufrido diversas modificaciones. Las cuales inician con la llegada de los españoles al continente americano, sentando las bases de la actual división política nacional.
Con la conquista de nuevos territorios, se fueron ampliando y creando nuevas gobernaciones, desde la instauración del virreinato de Nueva Granada en 1717, un sistema político republicano federal en 1858, con el nombre de Estados Unidos de Colombia, hasta la República de Colombia en 1886, donde los estados soberanos pasan a ser departamentos: Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima.
Además, con la nueva constitución de 1991, las intendencias y comisarías existentes se categorizaron en departamentos, para así constituir el territorio colombiano con un total de 32 entidades. Y desde entonces permanece igual, sólo se han erigido nuevos municipios.
A participle is a form of a verb that can be used as an adjective or combined with the verb to be to construct different verb tenses.
Patrimonio Cultural Colombia
Aprende, preparó una pequeña guía para que todos comprendamos qué es y cuál es la importancia del Patrimonio. Patrimonio Material o Tangible: Patrimonio Inmaterial o Intangible Patrimonio Natural.
"El término de Patrimonio suele definirse como nuestro legado del pasado, nuestro equipaje en el presente y la herencia que les dejaremos a las futuras generaciones para que ellas puedan aprender, maravillarse y disfrutar de él". UNESCO, 1998.
¿Qué es Patrimonio Cultural?
"El Patrimonio Cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico", según la Ley 1185 de 2008, "Por la cual se modifica y adiciona la Ley 397 de 1997
Ley General de Cultura- y se dictan otras disposiciones".
El Patrimonio Cultural está conformado por:
[arriba]Patrimonio Material o Tangible:
Es como lo indica su nombre, la materialización de la cultura, lo que podemos tocar. A su vez este patrimonio se
subdivide en varios grupos:
Patrimonio Inmueble: es lo que no se puede mover y comprende las ciudades, plazas, parques y edificios, entre otros. Patrimonio Mueble: que está conformado por las colecciones bibliográficas, documentales, los monumentos en espacio público, las esculturas, las obras de arte, los utensilios de uso doméstico, etc.[arriba]
Patrimonio Inmaterial o Intangible
Son aquellas manifestaciones, expresiones, conocimientos y prácticas que le dan a una comunidad y a un grupo humano un sentido de identidad, pertenencia y continuidad histórica. Estas manifestaciones se transmiten de generación en generación.
En la lista de representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial a nivel nacional está compuesta hasta el momento por cinco manifestaciones culturales (con 5 manifestaciones desde la expedición de la Ley 1185 de 2008):
Carnaval de blancos y negros Conocimiento Tradicional de los Nukak-Makú Concurso Nacional de Bandas de Paipa Institución del Palabrero Wayuu Carnaval de Río Sucio A la lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad pertenecen dos manifestaciones:
Carnaval de Barranquilla Espacio Cultural de San Basilio de Palenque.
Patrimonio Natural
Es el conjunto de todas las áreas naturales protegidas del país. La UNESCO dijo en 1972 sobre este tipo de patrimonio: "Los monumentos naturales consistentes en formaciones físicas y biológicas que tengan valor estético o científico; las formaciones geológicas y fisiográficas que constituyen el hábitat de especies animales y vegetales amenazadas, que tengan valor desde el punto de vista científico o de la conservación; y los lugares naturales que tengan valor para la ciencia, la conservación y la belleza natural.
Patrimonio Cultural de la Humanidad
El Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido el 6 de diciembre de 1995 en Berlín, tomó una decisión final con respecto a los sitios colombianos propuestos, aceptándolos dentro de la Lista de Patrimonio Mundial. Actualmente, Colombia tiene cinco sitios en la lista: Cartagena de Indias (1984), Parque Nacional de los Katíos (1994), los parques arqueológicos de San Agustín y Tierradentro, y el Centro Histórico de Santa Cruz de Mompox (1995).
Este reconocimiento mundial del patrimonio del país reafirma la responsabilidad de Colombia de proteger, preservar y difundir la información sobre la riqueza natural, cultural y artística, como legado para futuras generaciones.
La Lista de Patrimonio Mundial debe reflejar la diversidad humana en lo sociológico, lo estético, lo natural, lo intelectual y lo religioso. La idea es seleccionar sitios que sean representativos de la gran variedad y riqueza de nuestras culturas en los diferentes periodos históricos, incluyendo naturalmente los que todavía hoy prosperan.
Parque Nacional Natural Los Katíos -Antioquia, Chocó
Declaratoria: resolución 002 del 12-03-1982.
Parque Nacional los Katios Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura.
La región de Urabá estuvo habitada tradicionalmente por los indígenas Cuna, quienes fueron desplazados por los Katío - Emberá o Emberá - Katío, de quienes tomó su nombre el parque. Las expediciones de los conquistadores españoles Rodrigo de Bastidas, Alonso de Ojeda y Vasco Núñez de Balboa llegaron a la zona en 1501.
El parque, que está localizado en los municipios de Riosucio (Chocó) y Turbo (Antioquia), y se extiende hasta el Darién panameño, se encuentra en la zona de convergencia intertropical, donde los vientos alisios del nordeste y del suroeste condicionan las épocas de lluvias, convirtiendo al río Atrato en uno de los más caudalosos del mundo. Se distinguen tres sectores principales: uno montañoso o de colinas -conformado por las estribaciones meridionales de la Serranía del Darién-, uno de planicies y otro de terrenos pantanosos. Dentro de los sitios de interés turístico se encuentran las cascadas de Tilupo y Tendal, y los altos de Guillermina y Limón.
En este lugar parece haber tenido origen un número apreciable de especies animales y vegetales, que luego se expandieron hacia las selvas húmedas de Panamá y Costa Rica. Hay una gran variedad de flora (gramolote, arracacho, chachafruto, guamos, yarumos, entre otros) y de fauna (puma, pantera, manatí, oso andino, zorro), dentro de la que se calculan unas 400 especies de aves y unas 60 de peces, algunas de éstas endémicas.
En razón a su valioso ecosistema y a su singularidad, el parque fue inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, en 1995.
Fuente: CASTILLO MUÑOZ, Pablo. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Nacional Natural Los Katíos. 1997.
Parque Arqueológico de Tierradentro -Belalcázar e Inzá, Cauca
Declaratoria: decreto 774 del 26-04-1982.
Zona Arqueológica de Tierradentro. Cauca.
Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura.
La región arqueológica de Tierradentro recibió este nombre de los soldados españoles al mando de Sebastián de Belalcázar, quienes a principios del siglo XVI encontraron obstáculos en la penetración conquistadora, debido a la conformación montañosa y quebrada del terreno, a sus ríos profundos y caudalosos, y a la oposición de los indios Paeces. Localizada en la cordillera Central, comprende una superficie de 1.900 kilómetros cuadrados. El núcleo de los vestigios arqueológicos abarca los actuales municipios de Inzá y Belalcázar, en especial los alrededores de San Andrés de Pisimbalá, donde se encuentran las principales necrópolis, y donde se limitó el actual Parque Arqueológico, inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco, en 1995.
El sacerdote español Fray Juan de Santa Gertrudis, quien visitó la región en 1756, fue el primero en escribir sobre la presencia de tumbas indígenas en la zona, en su libro Maravillas de la naturaleza.
En los ritos funerarios de esta cultura se han encontrado dos fases. El entierro primario, que comprendía la construcción de una sepultura -algunas eran unos pequeños fosos cilíndricos donde apenas cabía el cuerpo flexionado, dentro de la cual se colocaban algunos objetos de su pertenencia y alimentos para el paso hacia la nueva existencia- y la segunda parte del ritual, que se cumplía cuando los huesos, ya desencarnados, eran trasladados a nuevas sepulturas de mayores dimensiones, llamados hipogeos, que servían para el entierro colectivo de un grupo humano, diferenciado socialmente. Las paredes y el techo estaban recubiertas de tierra blanca, sobre la cual se pintaban líneas paralelas, cuadrados y rombos concéntricos, en colores rojo y negro. Este tipo de decoración explica un acontecer cíclico de muerte y renovación.
La línea recta predominante en el diseño de esta decoración interna es interrumpida por algunas figuras humanas de grandes proporciones, con los brazos en alto, o por círculos concéntricos como representaciones solares, medialunas y lagartijas. En algunos de estos hipogeos la decoración de negro y rojo indica los elementos de unión entre vigas y columnas, y el diseño de rombos concéntricos es igual al resultado del entretejido de fibras vegetales utilizado en las construcciones indígenas, lo que hace pensar que se trata de la representación de la vivienda que tuvieron estos habitantes de Tierradentro mientras vivieron.
Fuente: CASTILLO MUÑOZ, Pablo. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Arqueológico de Tierradentro. 1997.
Parque Arqueológico de San Agustín -San Agustín, Huila
Declaratoria: decreto 774 del 26-04-1993
Zona Arqueológica San Agustín. Huila.
Archivo. Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura.
El Parque Arqueológico de San Agustín, pueblo de escultores del que no se sabe con certeza sus orígenes ni sus motivos de dispersión, fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco, en 1995.
Existen varias teorías sobre sus inicios; incluso, que fueron influencias mayas, olmecas y de Teotihuacán, que llegaron en tempranas épocas hasta el macizo colombiano. Se asevera también que fue el centro matriz desde donde se irradiaron las culturas del sur y del norte.
Lo cierto es que debieron permanecer en esta zona durante varios siglos, de otra manera no se explicarían las diferentes épocas estilísticas en su obra escultórica, las cuales, según las pruebas realizadas con el Carbono 14, datan del siglo VI a.c., hasta la más reciente, del siglo XII d.c.
Varios investigadores suponen que el pueblo de San Agustín, presionado por invasores belicosos, se dispersó por los ríos y caminos del oriente hacia la Amazonía y la Orinoquía. En su huida, los vestigios permanecieron ocultos en la selva de bosque tropical.
El arte de San Agustín, en un proceso de 2.000 años, expresa y contiene significados y simbologías comunes a varias colectividades indígenas de América. Aunque el aspecto de mayor importancia en San Agustín es su obra escultórica, no se deben olvidar las construcciones funerarias, los montículos artificiales, y los adoratorios o tumbas en forma de dolmen. Es importante destacar los lugares de Mesita, Lavapatas, el Alto de los Idolos, el Alto de las Piedras, Quinchana y el Vegón.
Fuente: CASTILLO MUÑOZ, Pablo. El Espectador, Monumentos Nacionales, Parque Arqueológico de San Agustín. 1997.
Cartagena de Indias, siglos XVI, XVII, XVIII, XIX
Declaratoria: ley 163 de 1959
Vista aérea Cartagena amurallada.
Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura..
La ciudad de Cartagena de Indias, localizada sobre la costa Caribe de Colombia, fue declarada Sitio de Patrimonio Mundial en 1984, por su legado arquitectónico, histórico y cultural.
Diversas tribus indígenas antiguas estaban establecidas en el territorio que bordeaba la Bahía de Cartagena, el cual fue inicialmente explorado por Rodrigo de Bastidas en 1501 y luego conquistado por Pedro de Heredia, quien el 1 de junio de 1533 oficialmente fundó la ciudad e implantó su diseño urbano.
Rápidamente se convirtió en un puerto de importancia para los comerciantes de la época, lo cual atrajo piratas y corsarios que la atacaron constantemente, afectando su desarrollo hasta principios de siglo XVII, cuando finalmente se construyeron las famosas murallas.
Desde 1535 hasta 1625, varias ordenes religiosas establecieron sus instalaciones en la ciudad, construyendo iglesias y conventos. Las iglesias de Santo Domingo (1579), San Agustín (1582) y San Francisco (1590), así como las escuelas jesuitas de San Diego, Santa Clara, Santa Teresa, La Merced y Santa Cruz de la Popa, fueron decisivas en la consolidación del contexto de la ciudad. Con el paso del tiempo, estos edificios cayeron en manos del gobierno civil, convirtiéndolos en hospitales, escuelas públicas y edificios oficiales.
La arquitectura doméstica, por otro lado, se ha mantenido invariable desde tiempos coloniales. Las casas de habitación tradicionales de Cartagena, de uno o varios pisos, fueron construidas alrededor de un patio central, con balcones en madera y ventanas altas, con persianas que abren hacia la calle. En casas de dos pisos en las que resaltan circulaciones privadas y torres de observación hacia el océano, los primeros pisos fueron utilizados como almacenes y depósitos, con los pisos superiores reservados para habitaciones.
Santa Cruz de Mompox, Bolívar, 1537 - 1540 Declaratoria: ley 163 de 1959
Vista aérea Centro Histórico de Mompox
Archivo Dirección de Patrimonio. Ministerio de Cultura.
Mompox fue fundado como villa en 1540, por Juan de Santa Cruz, Gobernador de Cartagena de Indias, de quien deriva su nombre. La ubicación estratégica, cerca a la confluencia de los ríos Magdalena y Cauca, generó su importancia comercial durante el período colonial, debido a que se convirtió en puerto temporal para las embarcaciones que viajaban desde la costa norte hacia el interior.
La arquitectura residencial y religiosa se ha conservado como testimonio, gracias al interés de sus pobladores, reflejando el estilo tradicional que se dio en todos los poblados de la Nueva Granada. Las iglesias y conventos construidos por Agustinos, Dominicos, Franciscanos y Jesuitas, fueron básicos para definir la morfología actual de Mompox.
El primer tercio del siglo XIX fue testigo del período de decadencia del pueblo, debido al cambio de curso del río Magdalena, que disminuyó el tráfico fluvial hacia Mompox y estimuló el nacimiento de puertos alternos.
El aislamiento económico continuó durante el siglo XX, ocasionando, paradójicamente, la preservación total del patrimonio arquitectónico, hecho que lo elevó en 1995 a la categoría de Patrimonio de la Humanidad.
Este galardón convirtió a Mompox en una atracción importante como centro cultural y turístico, estimulando la dinámica social y la renovación económica.
A transitive verb will only makes sense if it applies its action on an object.
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Por arquitectura de Colombia se entiende la existente en lo que actualmente es territorio colombiano y la realizada por arquitectos colombianos en el mundo. La arquitectura colombiana ha tenido multitud de influencias y manifestaciones, principalmente por la arquitectura de España, durante la época de la colonización española en Colombia.
La arquitectura colombiana se divide en los períodos de arquitectura indígena, colonial (religiosa y militar), de siglo XIX, republicana (1880-1930), de transición (1930-1945), modernista (1945-1970) y actual (1970-presente).
Arquitectura colonial[editar]Las edificaciones levantadas por los españoles en tierras americanas seguían los principios constructivos y tipológicos de la metrópoli, adaptándolos más o menos a las condiciones del lugar y a su función en un medio natural, social y económico diferente. Las iglesias, con su lenguaje espacial de naves, capillas, bóvedas, cúpulas y campanarios, continuaban la tradición establecida desde los principios de la cristiandad, aplicando en la composición de estos elementos los principios renacentistas y posteriormente barrocos vigentes en España. En cuanto a la arquitectura doméstica, las casas neogranadinas, construidas como estancias alrededor de uno o varios patios, reflejaban no solamente la proveniencia andaluza o extremeña, en su mayor parte, de los conquistadores, sino al mismo tiempo la herencia árabe y, antes que ésta, romana y griega de las casas de dichas regiones peninsulares. Vale la pena notar, como lo afirma el arquitecto e historiador Germán Tellez,2que los componentes de la arquitectura doméstica urbana del sur de España se encuentran tanto la arquitectura doméstica urbana como en la rural de la Nueva Granada; en vano –afirma Tellez–, se deben buscar los antecedentes de esta última en las casas rurales de Andalucía o Extremadura, puesto que los modelos de explotación agrícola de las haciendas en las cuales dichas casas se asentaban eran esencialmente diferentes.
Las características de la arquitectura colonial neogranadina están marcadas por su condición de colonia con una economía de subsistencia, donde la explotación de oro y plata no jugó el importante papel que tuvo en Nueva España (México) o Perú, joyas de la corona española. Esto se hace patente en la comparativa sobriedad de las fachadas de las catedrales de Santa Fe (Bogotá), Popayán o Cartagena, donde los recursos no daban para la grandiosidad de las fachadas barrocas de sus pares en Lima, México o Puebla. Digno de mención, entre los arquitectos de este período, son el alemán Simón Schenherr quien construyó iglesias de estilo barroco como la de los jesuitas en Cartagena de Indias y la iglesia de La Encarnación en Popayán. Igualmente se destaca el mestizaje arquitectónico propio de la época, representado en la Catedral Basílica Metropolitana Santiago de Tunja, es la iglesia catedralicia de culto católico romano más antigua de Colombia y de estilo Gótico Isabelino.
La ciudad colonial[editar]Arquitectura de la época colonial española en Cartagena de Indias.Al igual que en el resto de la América hispánica, los conquistadores llegados al Nuevo Reino de Granada fundaron gran cantidad de ciudades en un afán de controlar rápidamente el territorio, de modo que la mayor parte de estas poblaciones ya estaban fundadas para cuando Carlos II promulgó la Recopilación de las Leyes de los Reinos de Indias en 1680, en las cuales aparecían detalladamente las medidas y formas que debían seguir los trazados urbanos, así como todo lo relativo a su gobierno. No obstante, ya en 1542, Carlos I había promulgado, dentro de las Leyes Nuevas su Instrucción y reglas para poblar. Código para todas las colonias y Felipe II en 1573 había expedido ordenanzas bajo el título de El orden que se ha de tener en descubrir y poblar; estas son consideradas el primer código de urbanismo de la Edad Moderna.3
De esta manera, las ciudades fundadas durante la Conquista y la Colonia en la Nueva Granada siguen, en mayor o menor medida, las normas expedidas desde la metrópoli arriba mencionadas, lo que se evidencia especialmente en los Conjuntos Monumentales de Popayán, Tunja (al estilo castellano manchego), Pamplona y Villa de Leyva. Esto queda evidente en su trazado común, conformado por manzanas cuadradas organizadas en una cuadrícula cuyo centro era la plaza mayor, sobre la cual se construyeron el templo católico y demás edificios del poder religioso y civil. Las viviendas de los conquistadores y demás personas que los acompañaran se ubicaban sobre la plaza o en las manzanas adyacentes, alejándose de la plaza según descendieran en rango e importancia.
La música en Colombia, como la mayor parte de las manifestaciones culturales del país está influenciada por los elementos:
* español
* indio
* africano
Que formaron la etnografía de esta nación. En tiempos recientes, la música de Colombia ha sido también influenciada por otras corrientes latinoamericanas, caribeñas y anglosajonas, principalmente. La gran cantidad y diversidad de influencias han constituido a la música colombiana como una de las más ricas de la región, llevando en años recientes a la exportación de gran cantidad de artistas, reconocidos no solo a nivel latinoamericano sino de talla mundial, tales son los de: Rodolfo Guzmán, Maira Roa, Shakira, Juanes,Herencia de Timbiquí, Sara Tunes, Carlos Vives.
Primeros Artistas Colombia[editar]Varios artistas Colombianos, gracias a su talento y dedicación, abren las puertas a nuevas figuras que hoy en día son representadas por diferentes productores del medio artístico. Si bien El Club del Clan fue un programa colombiano de radio que después pasó a la televisión y que se dedicaba a impulsar nuevas estrellas de la canción, el programa tomó su nombre de un espacio de la televisión argentina con idéntica función.
El Club del Clan empezó en 1966 como espacio radial en Radio Todelar. Gracias al cual surgieron figuras como Mariluz, Vicky, Óscar Golden, Harold, Jairo Alberto Bocanegra Colombia y Esperanza Acevedo. El director del programa era Guillermo Hinestroza, quien también le abrió la puerta a otras voces como Claudia de Colombia (Gladys Caldas) y Emilse. Este grupo de artistas hacían parte de lo que se conoció como la generación ye-yé. El programa de televisión era simplemente el complemento al programa radial ya que conservaba el formato de nuevas figuras y estas se intercambiaban saliendo en ambos medios. Se mantuvo hasta 1969 emitiéndose cuatro veces a la semana presentado por hermano Eduardo Sarmiento y Álvaro Sarmiento. En el programa televisivo se presentaban figuras como Los Flippers, The Speakers, Lyda Zamora, Harold y Billy Pontoni(Guillermo García) junto a los que habían surgido del programa radial.
Finalizado el programa y la onda ye-yé, los artistas que habían nacido a raíz del El Club del Clan se disgregaron y comenzaron carreras independientes. Muchos de ellos se inclinaron principalmente por un nuevo movimiento llegado de Europa, principalmente de España e Italia llamado la balada romántica y tal vez fue allí en donde algunos como Claudia de Colombia encontraron su máxima fama. Otros como Jairo Alberto Bocanegra1 grabaron con la CBS o como es el caso de Los Speakers se redirigieron hacia el rock que era una corriente musical menos influyente en el panorama nacional.
Pueden dividirse en dos grandes vertientes: música andina y música litoral. En ambas vertientes se encuentran rasgos de la cultura española, africana e amerindia. En la música andina suelen predominar las cuerdas (guitarras, tiples, etc.) mientras en la música litoral predominan las percusiones.
Entre los géneros de música andina sobresalen el bambuco y el pasillo.
Entre los géneros de música caribeña se encuentran la cumbia, el mapalé, el bullerengue, el porro y el vallenato.
Colombia es conocida como «El país de los mil ritmos» aunque en realidad posea 1,025 ritmos folclóricos. Algunos de los principales ritmos son:
Aguabajo: Baile y canto de la región del Baudó, en el Chocó. Canto propio de los bogas. El baile es una especie de juego trenzado entre hombres y mujeres.Chandé: es un aire musical folclórico originario de la Costa Atlántica Colombiana. Es un ritmo alegre y fiestero que hace parte de la idiosincrasia costeña y de los carnavales. Proviene de la fusión de ritmos indígenas con la música negra africana y se ejecuta de manera tradicional con una tambora, un tambor alegre, un tambor llamador, flautas de millo o gaitas. Al ser interpretado por una orquesta, la tambora sería reemplazada por un timbal (paila) o una batería, y los otros tambores por congas. es un aire musical folclórico originario de la Costa Atlántica Colombiana. El chandé es un baile de cortejo y no importa la manera del cortejo si no la forma en la que se demuestra. Ej: Te Olvide del Maestro Antonio María Penaloza Cervantes, uno de los grandes Folcloristas Colombianos, a él se le debe este ritmo.Alabao: Canto fúnebre dialogado, también es utilizado como alabanza a los santos patronos.Bambuco: El aire musical más popular de la región Andina de Colombia, como también el ritmo nacional más representativo y es emblema nacional. Ejemplo: El Trapiche (Emilio Murillo), Antioqueñita (Pedro León Franco), soy colombiano(rafael godoy).los instrumentos más usados son el tiple la guitarra y la bandola.Bullerengue: Ritmo variante de la cumbia, de agitados ademanes, en el que las mujeres llevan el compás con la palma de las manos. Difiere de la cumbia por la coreografía.Bunde chocoano: Aire folclórico del Litoral Pacífico, de procedencia africana.Bunde tolimense: Mezcla de ritmos como la guabina, el torbellino y el bambuco. Ejemplo: Bunde Tolimense (Alberto Castilla), El Republicano (Luis A. Calvo), etc.Contradanza: Baile muy popular al sur de la Costa Pacífica. Tiene gran acogida en los montajes de danzas típicas por su vistosidad y elegancia plástica.Cumbia: aire folclórico más representativo del Litoral Atlántico de origen indígena y africano, ritmo de gran riqueza expresiva, las mujeres lo bailan con velas en la mano. Tiene variaciones según la región. Se baila en Barranquilla, Mompós, El Banco, Ciénaga, San Jacinto, Soledad, Sincelejo y Sampués. Ejemplo: Cumbia Cienaguera (Luis E. Martínez), El Alegre Pescador (José Barros P.), La Piragua (José Barros), Navidad Negra (José Barros), etc.Currulao: Es el ritmo más destacado del Litoral Pacífico. Posee danza y canto con instrumental típico correspondiente, como: El Cununo, El Guasá y La Marimba. Ejemplo: Los Cununos (N. Lambuley), Mi Buenaventura (Petronio Álvares), Tormenta (Begner Vasquez Angulo), etc.Chichamaya: Danza aborigen de la Guajira. Se manifiesta en las ceremonias o ritmos de iniciación a la pubertad. Danza de gran destreza y resistencia física, que se desarrolla en forma de pugilato y entraña un significado especial del matriarcado guajiro.Danza: Baile del folclor Andino. Se relaciona la danza como una transformación de la contradanza europea y la habanera cubana. Ejemplo: Negrita (Luis Dueñas Perilla), etc.Galerón: El baile y canto más antiguo del folclor de los Llanos Orientales. Su ritmo de gran utilidad en las labores de Vaquería y de frecuente interpretación en las fiestas llaneras. Ejemplo: El Galerón Llanero (Alejandro Wills), etc.Guabina: Aire musical de los Departamentos de Santander, Boyacá, Tolima y Huila. Canto propio de las montañas, en que el grito, la cadencia y los calderones son características principales. Se destaca el festival Nacional de la Guabina en Vélez (Santander) como una de las fiestas más populares y auténticas de Colombia. Ejemplo: Guabina Santandereana (Lelio Olarte), Guabina Chiquinquireña (Alberto Urdaneta), Guabina Huilense (Carlos E. Cortés), Los Guaduales (Jorge Villamil C.), etc.Joropo: El llanero colombo-venezolano llama joropo a las reuniones o fiestas donde se canta, baila y toca el arpa, el cuatro, las maracas o instrumentos típicos de la región. En el joropo las parejas bailan zapateando y cogidas. El canto son mensajes que expresan los valores propios de la raza llanera. Ejemplo: A sus horas, Ay, sí, sí (Luis Ariel Rey), Carmentea (Miguel A. Martín), etc.Mapalé: Danza de origen africano que se baila en la Costa Atlántica y a las orillas del río Magdalena, de ritmo rápido, con palmoteo constante de los participantes y de marcada tendencia lúbrica.Merengue: Popularmente en el Departamento del Magdalena, se toca con acordeón, tambor, maracas, y guacharaca.Merecumbé: Creado por Pacho Galán, este ritmo musical es la mezcla del merengue colombiano y la cumbia del departamento del Atlántico, del nombre "merecumbé"; su tema más representativo es "Cosita Linda", grabado en 1954 y consolidado en 1955, esta pegajosa obra musical cuenta con más de 400 versiones en el mundo.Pasaje: Joropo lento y cadencioso en el que los textos o letras son de carácter descriptivo, amoroso o lírico. Ejemplo: Ay! Mi llanura (Arnulfo Briceño), Luna Roja (Jorge Villamil C.), etc.Pasillo: Aire musical del folclor andino derivado del vals. A principios del siglo XX se convirtió en el ritmo de moda de los compositores colombianos. Son muy famosos los pasillos: La Gata Golosa, Vino Tinto, Esperanza, Espumas, Chaflan, etc.Porro: Ritmo más rápido que la cumbia. De ritmo monótono pero alegre. El porro antiguo se tocaba con instrumentos indígenas. El porro moderno es ejecutado con “bandas papayeras”.Pregón: Canto popular del Litoral Pacífico, utilizado como mensaje o anuncio de mercancías en las ventas callejeras. Tiene una base melódica que acompaña un texto breve.Rajaleñas: Coplas picarescas de los Departamentos del Tolima y Huila, en las cuales los copleros expresan sus sentimientos amorosos, su manera de vivir, sus problemas y ambiciones. Las coplas son interpretadas con flauta, tiple, tambora y carangano.Sanjuanero: Aire folclórico del “Tolima Grande”. Mezcla de Bambuco y Joropo, de ritmo agitado e interpretado con especial alegría en las fiestas de San Juan y San Pedro.Seis: Variedad musical del joropo. Algunos nombres del seis: Seis por derecho, el Seis por numeración, el Seis figurado y el Seis corrido.Torbellino: Danza y canto representativo de los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Santander. Ritmo usado en las romerías, bailes, fiestas patronales, viajes y correrías. Con la melodía los campesinos expresan en forma sencilla sus sentimientos religiosos, sus amores, como también la descripción del paisaje. Ejemplo: Del otro lado del río (Milciades Garavito), Tiplecito de mi vida (Alejandro Wills), Viva la fiesta (Luis María Carvajal), etc.Vallenato: Aire musical originario de Valledupar. El vallenato reúne al paseo, el son y la puya. Es importante el carácter narrativo de los cantos de amor o descripciones de personas. Su interpretación con acordeón (instrumento importado), caja y guacharaca, (instrumentos autóctonos).También está el folclore típico de los Llanos Orientales, que ha adquirido importancia por la constate migración e intercambio cultural con los habitantes de esta región hacia laCapital de la República. El ritmo más sobresaliente es el joropo, también característico de la música venezolana.
An intransitive verb has two characteristics:
1.it is an action verb, expressing a doable activity
2.it will not have a direct object receiving the action
Colombia tiene un clima tropical, desde las nieves perpetuas en los nevados hasta las altas temperaturas en ciudades costeras e isleñas, mira por ejemplo algunas ciudades (de norte a sur):
MONTAÑAS
Colombia es un país rico en montañas.
Colombia cuenta con una región plana al oriente del país y con una región de montañas al occidente, desde el sur, la Cordillera de los Andes se ramifica en tres secciones entre las cuales la Cordillera Occidental es moderadamente alta y corta en longitud al compararla con las otras dos. La Cordillera Central, que va a lo largo de la costa del Océano Pacífico, incluye el Valle de Aburrá y forma varios picos y volcanes entre los que destacamos el Nevado del Huila (5.700m), el Nevado del Ruiz (5.321m), el Nevado del Tolima (5.200m) y el Nevado de Santa Isabel (5.150m). Las Cordilleras Central y la Oriental están separadas por todo el valle del río Magdalena. La Cordillera Oriental es la más extensa de las tres y llega hasta Venezuela. La montaña más alta, o lo que es lo mismo, el pico más importante, es el de la Sierra Nevada del Cocuy. El punto más alto de Colombia es el Pico Cristóbal Colón (5.775m) en la Sierra Nevada de Santa Marta. Es allí donde se encuentra la montaña más alta.
RIOS DE COLOMBIA
1. Río Baudó CHOCÓ
2. Río San Juan CHOCÓ Condoto, Fujiadó, Cucurrupí, Copomá, etc.
3. Río Patía NARIÑO Patía Viejo, Maguí, Nansalbí, Piusbí, San Pablo, etc.
4. Mira NARIÑO San Juan, Nulpe, Guálquer.
5. Río Magdalena HUILA Pacarní, Iquira, fortalecillas, Yaya, Aipe, etc.
TOLIMA Luisa, Cocuana, Guamo, Lagunilla,
CUNDINAMARCA Seco, Negro, Bogotá, etc.
CALDAS Guarinó, Purnio, Doña Juana, Pontoná, etc.
ANTIOQUIA La Miel, Cocorná, Nare, etc.
BOYACÁ Ermitaño, etc.
SANTANDER Baúl, Oponcito, Santos Gutierrez, Lebrija, etc.
BOLIVAR Cimitarra, Cauca, etc.
MAGDALENA Corozal, etc.
ATLÁNTICO
6. Río Cauca CAUCA Palacé, Piendamo, Ovejas, etc.
VALLE DEL CAUCA Palmira, Guabas, La Puila, etc.
RISARALDA Risaralda, Otún, etc.
CALDAS Guacaica, Pozo, Arma, etc.
ANTIOQUIA Tarazá, man, etc.
BOLIVAR En este departamento el río Cauca se une con el río Magdalena.
7. Atrato CHOCÓ Riosucio, Quito, Truando, etc.
ANTIOQUIA
8. Río Fundación MAGDALENA
9. Río Cesar CESAR Jobo, Magiridimo, Gnatapurrí, etc.
10. Río Ranchería o Riohacha LA GUAJIRA
11. Río León ANTIOQUIA
12. Río Sinú CÓRDOBA Esmeralda, Verde, Nain, etc.
13. Río Catatumbo NORTE DE SANTANDER Zulia, Oro, Tarra, Sardinata.
14. Río Orinoco VICHADA Meta, Vichada, Guaviare, Tomo, etc.
GUAINÍA
El río Arauca se convierte en afluente del río Orinoco en Venezuela
15. Río Arauca ARAUCA Es un río afluente del río Orinoco
16. Río Meta VICHADA
CASANARE Ariporo, Guachiría, Cravo Sur, Casanare, Upia, Túa, etc.
META Manacacias, etc.
17. Río Vichada VICHADA Es un río afluente del río Orinoco
GUAVIARE
18. Río Guaviare
META
Rios Ovejas,Guayabero, etc.
GUAINÍA Rio nirida, etc.
19. Río Tomo VICHADA
20. Río Amazonas AMAZONAS
21. Río Negro o Guainía GUAINÍA Aquí, tomo, etc.
NOMBRE DEPARTAMENTO AFLUENTES
22. Río Caquetá PUTUMAYO Mecaya, Nasoya, Sencella,
etc.
AMAZONAS Cabuinari, Miritiparaná, etc.
CAQUETÁ Apaporis, el Caguán, Orteguaza, etc.
23. Río Vaupés VAUPÉS
24. Río Putumayo PUTUMAYO
AMAZONAS Cara-Paraná, Igara-Paraná, etc.
25. San Jorge SUCRE Es un río afluente del río
Magdalena
26. Río Sardinata NORTE DE SANTANDER Es un río
afluente del río Catatumbo
27. Río Zulia NORTE DE SANTANDER Es un río
afluente del río Catatumbo
28. Río Micay CAUCA Aguaclara, Mechengue, etc.
29. Río Caguán CAQUETÁ Es un río afluente del río
Caquetá
30. Río Yarí CAQUETÁ Es un río afluente del río
Caquetá
31. Río Apaporis CAQUETÁ Y VAUPÉS Es un río
afluente del río Caquetá
32. Río Inírida GUAINÍA Noncini, Las Viñas, etc.
33. Río Casanare Es un río afluente del
río Meta
34. Río Cravo Sur CASANARE Es un río afluente del
río Meta
35. Río Cusiana CASANARE Es un río afluente del
río Meta
36. Río Upia CASANARE Es un río afluente del río
Meta
37. Río Guachiría CASANARE Es un río afluente del
río Meta
38. Río Ariporo CASANARE Es un río afluente del
río Meta
39. Río Túa CASANARE Es un río afluente del río
Meta
40. Río Manacacias META Es un río afluente del río
Meta
41. Río Ariari META Es un río afluente del río Guaviare
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