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av Janeth Contreras Rodríguez 1 år siden

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Psiconeuroinmunología

La interacción entre la mente y el cuerpo ha sido un tema de debate desde la antigüedad, con filósofos griegos como Platón y Aristóteles ofreciendo diferentes interpretaciones. Platón defendía una postura dualista, mientras Aristóteles veía estas entidades como complementarias.

Psiconeuroinmunología

Psiconeuroinmunología

Estrés

Antecedentes y desarrollo de la Psiconeuroinmunología
•Para comprender el desarrollo de esta disciplina en particular tendrían que revisarse los trabajos de Claude Bernard, quien hablo por primera vez del concepto “medio interno” es decir, la composición del interior del cuerpo. •Ya en el año 1911 Walter Cannon estudió las relaciones entre emociones, fisiología y salud. El autor entendía que debía haber un equilibrio mental y físico a través de todo el organismo y, en 1929, crea el término homoestasis. •Cannon estudió en animales la relación y efecto entre las emociones y las percepciones en el sistema nervioso autónomo, describiendo la reacción de ataque o huida como respuesta involuntaria ante un entorno externo adverso. •Otro investigador que aportó a lo que es hoy la PNI fue Hans Selye, quien demostró en experimentos con animales que el cuerpo se adapta a condiciones adversas y amenazantes, publicando en 1950 su investigación “El estrés”, a partir del cual toma relevancia el concepto estrés e introduce el constructo síndrome general de adaptación, que agrupa un conjunto de síntomas fisiológicos no causados directamente por una condición médica. •En 1962, los médicos Meyer y Haggerty reportaron la asociación entre la dosis de estrés familiar y la aparición de infecciones por Estreptococos en niños. Sin duda una de las explicaciones de este fenómeno es la indisoluble relación entre la mente y el cuerpo, descrita por George Solomon en la década de los 60, el cual estudió los factores psicosociales como predisponentes o protectores para padecer enfermedades autoinmunes. Este concepto propone el modelo del ser humano como un ente biopsicosocial, donde existe una interrelación entre lo biológico, cognitivo, afectivo y social. •No es hasta 1977 que los investigadores H. Besedovsky y cols., observaron que la activación inmune desencadenaba una conducta inmunológica del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), demostrando con ello la relación existente entre cerebro y sistema inmunológico. Fue este uno de los primeros pasos para explicar las observaciones de Meyer y Haggerty. •Los antecedentes de la Psiconeuroinmunología lo constituyen también la obra de Alfred Amkraut, quien junto a George F. Solomon demostró experimentalmente con animales, la relación entre tensión y depresión del sistema inmune. •El término Psiconeuroinmunología nace en el año 1975, como resultado de un experimento realizado por el psicólogo Robert Ader y el inmunólogo Nicholas Cohen. Ambos estudiaron el condicionamiento del sistema inmunológico, lo que abrió la posibilidad de influir con técnicas psicológicas, para potenciarlo, y que realice su acción más eficientemente contra virus, hongos, bacterias y células tumorales o, para inhibirlos en el caso de enfermedades autoinmunes o trasplantes de órganos. •Más adelante, en 1981, David Felten descubrió que una red de nervios llegaba a los vasos sanguíneos y al sistema inmune. Dicho descubrimiento aportó las primeras pruebas de cómo ocurre la interacción entre sistema nervioso y sistema inmune. •El sistema inmunológico actuaría como una especie de sensor que se activaría o no en respuesta a estímulos no cognitivos, comunicándose con el sistema endocrino mediante señales de linfocitos a través de hormonas inmuno-reactivas, provocando a su vez una modificación de la homeostasis corporal.
•La relación mente - cuerpo. Desde la antigüedad en Grecia, grandes filósofos opinaban y divergían sobre la interacción de ambos constructos. Así, mientras Platón defendía que si el alma sobrevive a la muerte del cuerpo, entonces ha de ser algo diferente de este, manifestando una postura explícita en la interpretación del dualismo. •Aristóteles refería que la mente y el cuerpo eran dos entidades independientes complementarias. •Por su parte Hipócrates se refería a la estrecha relación entre lo psicológico y lo físico con su célebre frase “Mente sana, cuerpo sano” específicamente este filósofo reportó la existencia de enfermedades cutáneas con origen en la psiquis. •En plena época renacentista, René Descarte, separó los procesos espirituales de los físicos creando una dicotomía entre la mente y el cuerpo; además de ser el primero al referirse al cerebro como lugar donde se encontraba la mente. •Otra teoría importante sobre el cerebro y el comportamiento fue cobrando forma con el desarrollo de la humanidad. Esta fue el criterio materialista más moderno de que la conducta puede ser explicada completamente por el funcionamiento del sistema nervioso sin necesidad de referirse a una “mente” no material. Esta perspectiva tuvo su origen en las teorías evolucionistas de los naturalistas ingleses Alfred Russell Wallace y Charles Darwin. Ambos de forma independiente llegaron a la conclusión de que todas las formas de vida estaban relacionadas.
Funciones y acciones principales de esta disciplina.

La Psiconeuroinmunología es una disciplina sanitaria que estudia la salud y la enfermedad desde la interacción y relación entre la mente, el sistema nervioso, el sistema inmune y el sistema endocrino, y cómo estos influyen en la actividad de los genes. Esta disciplina nos ayuda a comprender mejor la relación entre la salud y la enfermedad, y cómo podemos mejorar nuestro bienestar a través de hábitos saludables. Algunos de los beneficios de la psiconeuroinmunología son: •Nos permite conocer los mecanismos biológicos que se activan cuando experimentamos estrés, ansiedad, depresión u otras emociones negativas, y cómo estos afectan a nuestro sistema inmune y endocrino. •Nos ofrece estrategias para regular nuestras emociones y pensamientos, y así reducir el impacto negativo del estrés en nuestro organismo. •También enseña a cuidar nuestra alimentación, nuestro sueño, nuestro ejercicio físico y nuestro entorno social, ya que todos estos factores influyen en nuestra salud física y mental. •Nos ayuda a prevenir y tratar diversas enfermedades, tanto agudas como crónicas, que tienen un componente psicosomático o inflamatorio, como las alergias, las infecciones, las enfermedades autoinmunes, las enfermedades cardiovasculares o el cáncer.

Diagnóstico y tratamiento
¿Cómo se diagnóstica el estrés?

El diagnóstico del estrés requiere de una entrevista por un psicólogo o psiquiatra, a través de ella se obtiene información sobre los hábitos diarios y la presencia general de estrés en la vida de cada paciente. Al tener una gran serie de síntomas, el diagnóstico puede requerir de la opinión profesional de otros especialistas.

Tratamiento para el estrés agudo.

El estrés agudo se trata con asesoramiento. La terapia cognitivo-conductual es un tipo común de asesoramiento para el trastorno por estrés agudo. Se centra en cambiar ciertos pensamientos y comportamientos. Esto puede ayudar con los síntomas. El tratamiento psicológico del estrés Agudo incluye técnicas de exposición al trauma. Suelen ser técnicas que incluyen entre sus estrategias el entrenamiento en imaginación y la exposición encubierta (imaginada), aunque también se puede utilizar la exposición en vivo, especialmente a detalles, objetos o personas relacionadas con el suceso. Además, se suelen emplear estrategias para que el paciente escriba o exprese la historia del suceso, que incluye todos los detalles posibles del mismo, para que posteriormente reelabore dicha historia o escrito e incluya elementos tranquilizadores, relajantes o positivos. El objetivo es que el paciente vaya procesando de forma sana lo que vivió o el evento al que estuvo expuesto de una forma u otra.

Tratamiento para el estrés crónico

Cuando se comienza un tratamiento contra el estrés crónico, los pacientes reciben una asesoría y tratamiento completamente personalizado, Usualmente, los medicamentos o una mejora en la alimentación de la persona puede mostrar beneficios casi inmediatos. Las recomendaciones para el manejo del estrés incluyen: •Hacer ejercicio •Comer alimentos saludables •Aprender a gestionar de mejor manera el tiempo •Establecer metas realistas •Mejorar las horas de sueño •Dedicar tiempo a actividades de ocio •Desarrollar habilidades para reducir el estrés

Respuesta fisiológica de estrés
Los factores estresores, físicos o mentales, activan en nuestro organismo la denominada respuesta de estrés la cual involucra principalmente al sistema nervioso y al endocrino

Con respecto al sistema endocrino, están la hipófisis o pituitaria y las glándulas suprarrenales formadas por corteza y médula. La hipófisis se encuentra conectada estructural y funcionalmente con el hipotálamo formando el eje hipotalámico-hipofisariosuprarrenal (HHSRR).

Si se le permite al estrés agudo que se presente constantemente, éste podrá convertirse en estrés crónico por lo que es posible que aparezcan signos o síntomas que indiquen la presencia de una enfermedad grave. Otras enfermedades que influyen directamente en la persona son: trastornos mentales, hipertensión, úlcera péptica, ingestión excesiva de alimentos (lo que provoca obesidad), depresión, enfermedades cardiacas, enfermedades respiratorias, etc.

Con respecto al sistema nervioso, los elementos participantes más fundamentales son el hipotálamo, situado en la base del cerebro y que actúa de enlace entre el sistema nervioso y el endocrino, y el sistema nervioso autónomo, especialmente el sistema nervioso simpático (SNS). Este último inerva principalmente el corazón, los vasos sanguíneos y la médula adrenal.

Existe una gran cantidad de signos y síntomas que se presentan ante la situación de estrés. Esto se debe a que las hormonas que se secretan, con la finalidad de contrarrestar al estímulo estresor, viajan por el torrente sanguíneo afectando a la mayor parte de los órganos. Es por esto que, dependiendo del órgano afectado, es el signo o síntoma que se presenta; algunos de los síntomas más importantes son: : dolor de cabeza, tics nerviosos, insomnio, ansiedad, boca seca, nudo en la garganta, tensión y dolor muscular, taquipnea, dispepsia, vómitos, diarrea, colitis ulcerosa, poliuria, impotencia sexual, dismenorrea, piel seca, prurito, fatiga rápida, hipertensión, taquicardia, etc.

Fases y tipos
Hans Selye nombró al estrés como el Síndrome General de Adaptación (SGA) y lo describió en tres fases: I. Alarma de reacción. Esta fase se hace presente cuando el cuerpo detecta el estímulo estresor; II. Adaptación. Comienza cuando el cuerpo toma medidas defensivas hacia el agresor buscando llegar a un equilibrio; III. Agotamiento. Empieza cuando el cuerpo abusa de sus recursos y defensas para mantener el equilibrio.

La forma y duración de estas fases de estrés dan lugar a dos tipos de estrés: el estrés agudo (eustrés)y el estrés crónico (distrés).

Si el estímulo es real o imaginario pero perdura en el tiempo con mayor o menor intensidad, a su efecto se le denomina estrés crónico.

Dicho estrés es causado por situaciones diarias, continuas y repetitivas en donde la persona no es capaz de reaccionar en alguna forma. Dicho de otra forma, cuando el organismo se encuentra bajo presión continua o en situación de emergencia constante y se agotan los recursos fisiológicos y psicológicos de defensa del individuo, esta situación provoca una situación de estrés que en muchos casos termina en una patología.

Si el estímulo es real y de corta duración, a su efecto se le denomina estrés agudo, siendo esta la forma de estrés más común.

El estrés agudo puede ser considerado positivo como una reacción constructiva, una condición en la cual el organismo completo responde con prontitud, eficacia y espontaneidad a situaciones externas de emergencia, que generan preocupación y alarma.

Definición
El estrés es un fenómeno inherente al ser humano; dada la exposición a los diferentes elementos que le rodean, el cuerpo obtiene una respuesta natural y automática ante situaciones que nos resultan amenazadoras o desafiantes. Las acciones de nuestra vida cotidiana pueden provocarnos sensaciones placenteras o de tensión y son precisamente estas últimas, también denominadas estresores, las que nos exigen un grado de adaptación continua para lidiar con sus consecuencias