por Marcelo Lemos 6 meses atrás
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Durante finales del siglo XVIII y principios del XIX, Gran Bretaña experimentó un rápido aumento demográfico debido a una serie de factores como la disminución de la mortalidad infantil gracias a avances en la medicina y la mejora de las condiciones sanitarias, así como la expansión de la agricultura y la industrialización que generaron nuevos empleos y aumentaron la disponibilidad de alimentos. Esta explosión demográfica tuvo diversas consecuencias, como la presión sobre los recursos naturales y la infraestructura urbana, lo que llevó a condiciones de vida insalubres en las ciudades y a un aumento de la pobreza y la criminalidad. Además, el crecimiento de la población también generó una mayor demanda de bienes de consumo, lo que impulsó el desarrollo industrial y comercial de Gran Bretaña.