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por MARIA FERNANDA SOLANO FLOREZ 3 anos atrás

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Los fundamentos históricos y epistemológicos de la evaluación

La evaluación ha evolucionado históricamente como una práctica socio-política, utilizada para ejercer poder y clasificar a individuos según sus méritos. Inicialmente, los exámenes ayudaban a descubrir y legitimar el conocimiento, y posteriormente, verificaban el aprendizaje individual.

Los fundamentos históricos y epistemológicos de la evaluación

Los fundamentos históricos y epistemológicos de la evaluación

Epistemologías de la evaluación

LA EVALUACIÓN COMO PRÁCTICA SOCIO-POLÍTICA
En esta perspectiva revisamos la historia de la evaluación porque su genealogía permite analizar cómo la evaluación, y particularmente el uso de los exámenes, han constituido a través del tiempo una práctica socio-política. La historia de la evaluación amplía nuestra comprensión de su empleo como un mecanismo para ejercer el poder, para seleccionar y clasificar a los individuos según sus méritos, funciones que siguen vigentes aun cuando el papel de la evaluación se ha ampliado y diversificado, a partir de los cambios que la sociedad ha sufrido. Las implicaciones curriculares también parecen claras, al principio mediante la evaluación se descubría el nuevo conocimiento o se legitimaba el conocimiento existente, después se empleó para verificar el aprendizaje individual y la adquisición del conocimiento establecido.
LA EVALUACIÓN COMO PRÁCTICA CULTURAL
Desde esta perspectiva el currículum ―y por ende, la evaluación― pertenece al ámbito de lo práctico, lo que quiere decir que se sitúa en el campo de la interacción humana y que está relacionado con la interacción entre profesor y estudiantes. Si aceptamos que la evaluación es un asunto práctico, todos los participantes habrán de ser considerados sujetos y no objetos. Uno de los principios inherentes a la perspectiva práctica consiste en que las personas, niños incluidos, son fundamentalmente racionales. La prueba de este compromiso con la racionalidad aparece en la firme creencia en la capacidad de prudencia y discernimiento del juicio personal ejercitada a través de procesos sistemáticos de reflexión.
LA EVALUACIÓN COMO TECNOLOGÍA
la evaluación ha sido usada principalmente para tomar decisiones relacionadas con la clasificación, la selección y la certificación, basadas en mediciones de lo que los individuos saben. Asimismo, aunque han sido importantes los desarrollos técnicos (por ejemplo, la teoría de respuesta al ítem o el análisis de sesgos del ítem) y los cambios tecnológicos (por ejemplo, test adaptados a la computadora), fundamentalmente se mantienen los mismos procedimientos usados, siendo las pruebas o tests el método primario de evaluación educativa.

Fundamentos de la evaluación

Función autoformadora
Esta función se cumple principalmente cuando la evaluación ofrece lineamientos para que la persona responsable de la docencia oriente su quehacer académico, sus características personales y para mejorar sus resultados. Poco a poco la persona se torna capaz de autoevaluar crítica y permanentemente su desempeño, no teme a sus errores, sino que aprende de ellos y es más consciente de su papel como responsable de diseñar y ejecutar el currículum.
Función educativa
A partir de los resultados de la evaluación donde el personal docente conoce con precisión cómo es percibido su trabajo por sus iguales, por el estudiantado y por las autoridades académicas de la institución, puede trazarse una estrategia para erradicar las insuficiencias que le han señalado en su desempeño profesional.
Función instructiva
El proceso de evaluación en sí mismo, debe producir una síntesis de los indicadores de la puesta en práctica del currículum. Por lo tanto, las personas que participan en el proceso, se forman, aprenden estrategias de evaluación e incorporan una nueva experiencia de aprendizaje laboral.
Función de diagnóstico
La evaluación de un plan o programa de estudios debe caracterizar el planeamiento, ejecución y administración del proyecto educativo, debe constituirse en síntesis de sus principales aciertos y desaciertos. De tal manera, que le sirva a las autoridades académicas de orientación o de guía que permita derivar acciones tendientes al mejoramiento de la calidad de la educación.