por Tamara Alvarado 14 anos atrás
1954
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La producción historiográfica en la corte de Oviedo del siglo IX responde a un fenómeno político, la consolidación del reino de Asturias, el cual se concibe a sí mismo como baluarte de la Cristiandad y, como tal, desarrolla diversos mecanismos a través de los cuales fortalece su poderío y proyecto de reconquista en el territorio, ahora musulmán. Uno de esos mecanismos es, precisamente, el relato histórico que le da sustento ideológico al reino para enfrentar, legítimamente, este contexto de frontera. A partir de este proceso de ideologización y su consecuente efecto en la población, se da una estructura narrativa peculiar: la historia pasa rápidamente a transformarse en mito, en canto épico, en fuente narrativa para trovadores y juglares.
Tanto el concepto de Patria como el de la Guerra y el de la Cristiandad funcionarán como base estructural del relato ena los diversos modos de expresión que quisieron, a lo largo de los siglos, conservar la memoria de la España Musulmana. La historiografía y la literatura repitieron incanzablemente las ideas y formas establecidas por las Crónicas Asturianas, pero también lo hizo la pintura y la conservación de lugares patrimoniales en los que se recuerdan los hechos acontecidos en Covadonga y sse exalta la figura de Pelayo como guerrero cristiano salvador de la nación.
Penetramos en la lectura de las fuentes a partir del marco teórico que nos indica una intencionalidad consciente del discurso. Con ello, trabajamos los conceptos de Patria, Guerra y Cristiandad de acuerdo a cómo son señalados en el relato y las significaciones que ellos tienen en la composición del mismo. A partir de este análisis, podemos corroborar nuestra hipótesis, la elaboración de una ideología de legitimación para el reino de Asturias, a partir del modo en que éste conserva y transmite su memoria.
"A esto respondió Pelayo: 'Cristo es nuestra esperanza de que por este pequeño monte que tú ves se restaure la salvación de España y el ejército del pueblo godo. Pues confío en que se cumpla en nosotros la promesa del Señor que fue dicha por David 'Revisaré con la vara sus iniquidades, y con el látigo sus pecados; pero mi misericordia no la apartaré de ellos'. Y ahora yo, fiado en la misericordia de Jesucristo, desdeño a esa multitud y no la temo en absoluto. En el combate con que tú nos amenazas, tenemos por abogado ante el Padre al Señor Jesucristo, que poderoso es para librarnos de esos pocos'." (204)
"La osadía de los enemigos fue siempre aplastada por [Alfonso I el Católico]. Este, en compañía de su hermano Fruela, haciendo avanzar a menudo a su ejército tomó por la guerra muchas ciudades [...], matando además por la espada a los árabes, y llevándose consigo a los cristianos a la patria." (206)
Cuando se comenta la derrota de los cristianos en 711, se nos dice que parte de dicha derrota es que fueran expulsados de su territorio, "de manera que no habitaran la tierra deseable". (200)
"Las ciudades de antiguo abandonadas, es decir, León, Astorga, Tuy, y Amaya Patricia, las rodeó [el rey Ordoñño II] de muros, les puso altas puertas y las llenó de gentes, en parte de las suyas, en parte de las llegadas de España." (204)
Gil Fernández, Juan (ed.), Crónicas Asturianas, Oviedo, 1985
Propone la construcción consciente del discurso histórico y una importancia insoslayable a la estructura y forma de dicho relato.
"La memoria histórica recogida y elaborada en las primeras crónicas, anales, genealogíias y otros textos, stá concebida ya para justificar una situación que se quería mantener o provocar, y se lleva a cabo de manea mucho más consciente y meditada de lo que hace unos años se pensaba." (19)