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PENSAMIENTO CIENTÍFICO EN LA ESCUELA
· 2 febrero, 2018
La curiosidad de los niños es infinita. Desde que nacen, empiezan a sentir interés por todo lo que los rodea. Te presentamos los principales beneficios de esta cualidad.
La curiosidad en los niños es el primer paso para su aprendizaje. Algunos padres sin darse cuenta pueden ver esa curiosidad como inoportuna y negativa. Esto puede llevarlos a coartar la curiosidad natural del pequeño.
¿Cómo puedes hacer para mantener viva la curiosidad de tu hijo? A continuación, varias sugerencias valiosísimas.
La curiosidad es el comportamiento natural de querer saber algo mediante la investigación y el aprendizaje. Tiene el efecto de impulsar a buscar información sobre algo para luego interactuar tanto con el ambiente como con otros. Este instinto estimula el crecimiento personal.
A los niños se los conoce como pequeños investigadores, ya que casi desde que nacen son naturalmente curiosos. Se ponen en contacto palpando, tocando, mirando y observando los objetos y a las personas que lo rodean.
De ese modo y haciendo preguntas como «¿por qué?» o «¿de dónde?» pueden saber cómo son o la razón por la que están allí.
Como padres, es importante cuidar y potenciar la curiosidad de los niños para que su futuro sea eficiente. Además, de esta manera se podrá producir un aprendizaje exitoso. Por estos motivos no debes permitir que tu hijo pierda lo siguiente:
La curiosidad por un tema hace mucho más fácil el aprender, retener y asimilar la información al respecto. La expectación que genera la curiosidad motiva al
a asimilar mejor los conocimientos, esto debido a que:
¿Qué queremos decir con ciencia en los primeros años?
La ciencia en los primeros años busca ampliar el conocimiento y la comprensión de los niños acerca de la física y de la biología y con ello ayudarlos a desarrollar de forma más efectiva y sistemática sus hallazgos. Las actividades realizadas cotidianamente y el ambiente inmediato ofrecen muchas oportunidades para aprender y capitalizar el interés que tienen los niños por conocer el mundo circundante. Por ejemplo, al hacer y crear a través de actividades, aprenden acerca de los materiales y sus propiedades y sobre las medidas adecuadas de precaución.
Cuando observan las plantas y los animales pueden mejorar su comprensión acerca de las necesidades de la vida y fomentar el respeto por los seres vivos. El juego al aire libre proporciona una gran cantidad de oportunidades para hacer objetos con movimiento y para experimentar con fuerzas. La tarea del adulto es identificar el potencial científico en estas actividades y construir sobre ellas. La ciencia puede contribuir de muchas maneras al curriculum de los primeros años.
• Incrementar la comprensión de los niños sobre su medio ambiente físico y biológico e identificar su lugar en él.
• Promover la conciencia del papel que tiene la ciencia en la vida cotidiana.
• Ayudar a los niños en sus interacciones con el mundo; por ejemplo, en relación con la salud y la seguridad, hacer que las cosas funcionen o cuidar a los seres vivos.
• Estimular un pensamiento crítico, el respeto a las evidencias y el interés por el medio ambiente.
• Desarrollar actitudes y acercamientos positivos para aprender, y apoyar a los alumnos para que aprendan a aprender.
• Proveer una base para un aprendizaje futuro de las ciencias.
La formación científica en los primeros años En los últimos años, han aumentado los escritos y las reflexiones en torno a la enseñanza de las ciencias en la escuela, sobre todo en los primeros años. Cada día se es más consciente de la importancia de tener una sólida formación científica desde la educación inicial, que despierte en los niños el interés por la ciencia y los encamine por el mundo de la investigación. Pese a esto, aún la ciencia es concebida como exclusiva de intelectuales o superdotados, vestidos con bata blanca, encerrados en laboratorios, inventando soluciones a los grandes problemas que amenazan a la humanidad.
Ávila et al. ( 2007) sostienen que en el imaginario colectivo la idea que se tiene de ciencia se fundamenta en el trabajo de científicos muy especializados que ejecutan complejos procesos a los que solo tienen acceso un selecto grupo de personas lejanas a toda cotidianidad, y a los niños se les suele presentar la ciencia como algo desvinculado de la vida cotidiana.
Para Massarani (2004), los programas de televisión para niños en general representan a los científicos como personajes locos y descuidados, vestidos con bata blanca, cuyo trabajo es inventar cosas sin ninguna aplicación o diseñar aparatos o sustancias para destruir al mundo con sus inventos. En las aulas de preescolar, se sigue concibiendo la ciencia como un área más que se transmite mediante conceptos elementales, y algunas veces abstractos, alejados de la realidad y de los verdaderos intereses de los niños sin tener en cuenta que, tal como lo afirman Porlán y De Alba (2012), no existe una única opción posible a la hora de decidir el tipo de contenidos que se van a trabajar en la escuela, así la tradición indique lo contrario. García y Peña (2002) consideran que el modelo didáctico dominante en la enseñanza de la ciencia es el transmisionista.
Dentro de este modelo, la ciencia es la acumulación de conceptos descriptivos, explicativos y comparativos de fenómenos. Así, aprenderla supone memorizar los conocimientos acumulados a lo largo de la historia, en cuya forma pedagógica se privilegia la retención de conceptos por parte de los alumnos, frente a la construcción de procesos significativos y de actitudes positivas hacia la ciencia. Por esto se deja de aprovechar la curiosidad natural que caracteriza a los niños y se desestimula su interacción con los elementos del entorno por considerar que se atenta contra un orden preestablecido en las aulas de clase. Ruiz, Martínez y Parga (2009) afirman que, en ocasiones, la ciencia en la escuela se limita al desarrollo de algunas experiencias de laboratorio, y Massarani (2004) agrega que en muchos casos los libros didácticos son las únicas fuentes de información relacionados con la ciencia. Las acciones de los docentes en el aula tienen mucho que ver con sus creencias y, por eso, “conciben lo que es cierto en función de lo que creen que es cierto” (p. 45). Para Segura (2013), la escuela es ante todo una oportunidad para que el niño logre experiencias de comprensión de su realidad y con ello la enriquezca, entonces lo que se estudia en el aula no será lo que ya estaba hecho y consignado en los textos, sino lo que podemos hacer articulando las actividades de aula con los problemas del entorno y de la vida.
A propósito de esto, Corchuelo y Catebiel (2005) expresan: Resulta claro que para cumplir los objetivos, en las aulas de clases de la educación se deben generar procesos en los cuales los estudiantes puedan relacionar los aspectos teóricos con la actividad investigativa y su contexto social.
Habilidades y actitudes científicas
Los estándares buscan que el estudiante desarrolle habilidades para:
Las actitudes científicas son igualmente importantes y, por ello, se busca fomentar y desarrollar en el estudiante:
En el Jardín de niños podemos retomar el Proyecto Noria y enfocarlo para desarrollar lo que en la sesión pasada definimos como Ciencia Escolar y concretamente en la alfabetización científica básica, pues esta propuesta prioriza el trabajo con habilidades: de percepción, investigación, conceptualización, razonamiento y de traducción. Habilidades que son esenciales para el desarrollo del pensamiento racional así como del pensamiento creativo. Este programa tiene como finalidad reforzar dichas habilidades del pensamiento con el objetivo de formar ciudadanos que piensen y hablen razonablemente privilegiando habilidades comunicativas como hablar, escuchar leer y escribir; con lo cual también es congruente con la alfabetización científica básica de la que ya hemos hablado.
Según Malagón, Et, Al., (2007), algunos aspectos del Proyecto Noria que favorecen la propuesta de ciencia escolar en el jardín de niños y fundamentar la intervención pedagógica son:
- Ayudar a que los niños piensen por ellos mismos –y lo hagan bien- sobre aspectos que son significativos en su vida. Hacer juicios fundamentados en criterios con sensibilidad al contexto (conciencia del entorno), siguiendo un proceso autocorrectivo (tener la disposición de modificar nuestras ideas cuando sea necesario) y desarrollar una disposición social para trabajar con otros.
- Promover en los niños una actitud reflexiva y analítica, ayudarlos a desarrollar y ejercitar habilidades de razonamiento necesarias para apreciar en forma significativa las diferentes situaciones en que se ven envueltos cotidianamente dentro y fuera de la escuela (…)
- Favorecer procesos de metacognición de nuestros alumnos, posibilitando que un hecho o situación desconocida pase a ser conocido y por lo tanto sepamos reaccionar, este proceso es importante porque multiplica los conocimientos y sabemos como actuar en las nuevas situaciones (traspolar).
- El diálogo como herramienta y como actitud estimula el pensamiento para crecer y madurar a fin de poder construir el propio mundo a través del vehículo más adecuado: el lenguaje potencia esencialmente la actividad colectiva, que es la única que permite una verdadera interrelación, un tratamiento entre solución de conflictos interpersonales y una excelente herramienta para aprender a pensar y a aceptar al otro.
- Fomentar la autoestima (confiar en sí mismo), ser consciente de sus capacidades y sus límites y ser auténtico (tener autoridad sobre uno mismo), tener firmeza y coherencia interna, por lo que es necesario conocerse, aceptarse y quererse.
- Promover diferentes formas de comunicación a través de diferentes lenguajes, despertar la conciencia comunicativa, en el aspecto de la comprensión y expresión, enfatizando el uso de lenguajes múltiples: oral, gestual, corporal, plástico, etc., como previo al lenguaje escrito. “El pensamiento se formula por el lenguaje y el lenguaje permite el pensamiento tratar las ideas y los conceptos” (Puig y Sátiro 2000)
¿Cuál es la importancia de hablar de Habilidades de Pensamiento cuando se quiere trabajar Ciencia Escolar?
Desde la perspectiva científica, aprender a pensar es el motor para el desarrollo de distintas actividades, y que como mencionamos en la primera sesión no se refieren sólo contenidos que tengan que ver con la naturaleza o con temas relacionados con la tecnología, sino que sirven en todo ámbito de la vida, por ejemplo:
Tomar decisiones.
Considerar prioridades.
Buscar alternativas de solución.
Escuchar diferentes puntos de vista y opinar sobre algún hecho.
Resolver problemas.
Tomar la iniciativa.
Trabajar en equipo.
Ser operativo (saber hacer).
Comunicar de manera efectiva y eficaz.
Vivir con plenitud y capacidad de gozo.
Cambiar la manera de pensar.
La ciencia es la búsqueda del conocimiento de todo lo que existe, y está fuertemente impulsada por la curiosidad humana. La aplicación del conocimiento científico es la tecnología. Por ejemplo, el descubrimiento de la posibilidad de la fabricación de diferentes tipos de plástico, permitió construir diferentes objetos. El conocimiento científico y el Universo son tan vastos (grandes) que tiene que existir varias áreas del conocimiento. Por ejemplo, la Biología, la Física, la Química y las Matemáticas. La ciencia evoluciona y se ve influida por la sociedad.
Fuente original: Escuelapedia.com
El niño y la ciencia*
de Francesco Tonucci
Si continuamos con la línea que venimos planteando, debemos sostener también la idea de que si hay un pensamiento infantil, hay un pensamiento científico infantil.
Es decir, sostendremos la hipótesis de que los niños desde pequeños van construyendo teorías explicativas de la realidad de un modo similar al que utilizan los científicos.
Entendemos que hacer ciencia no es conocer la verdad sino intentar conocerla. Por lo tanto debemos propiciar en los niños una actitud de investigación que se funde sobre los criterios de relatividad y no sobre criterios dogmáticos.
Esto significa que hay que ayudar a los niños a darse cuenta de que ellos saben, de que ellos también son constructores de teorías y de que es esta teoría la que deben poner en juego para saber si les sirve o si es necesario modificarla para poder dar una explicación a la realidad que los circunda.
Comenzaremos ahora realizando un rápido análisis de lo que ocurre normalmente o frecuentemente en la escuela en el campo de las ciencias y de este modo iremos recorriendo algunos puntos centrales de la cuestión. En líneas generales observamos que existe una tendencia a proponer la ciencia de formas bien distintas, veremos algunas de ellas.
Presentando a la ciencia a través de conceptos demasiado simples Esta forma de acercar la ciencia en la escuela se basa en la idea de que un niño no puede entender las realidades complejas. De este modo, los temas seleccionados son, por ejemplo, las estaciones del año, las hojitas del árbol, la leche de la vaca, etcétera.
Esto provoca un desinterés en los niños, quienes normalmente prefieren continuar con sus investigaciones fuera del contexto de la escuela, y de este modo van construyendo un conocimiento para la escuela y otro que responde a sus curiosidades y que se mantiene fuera de ella.
*En Con ojos de maestro, Gladys Kochen (trad.), Buenos Aires, Troquel (Serie Flacso acción), 1995, pp. 85-107. 03-ANEXO 1 37