El deshielo de los polos trae consigo consecuencias graves como el aumento del nivel del mar, la reducción de áreas habitables y la emigración de ciertos animales. Entre las causas identificadas se encuentran las emisiones de CO2 de origen antropogénico, los procesos industriales y el uso de combustibles fósiles, así como la contaminación que afecta tanto el agua como la atmósfera.