av July Baque för 5 årar sedan
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A finales del XVIII, estas ideas acabaron calando entre las oligarquías criollas latinoamericanas. Tal difusión se consiguió a través de diversos cauces: una educación elitista, la participación en sociedades secretas (masones, rosacruces, etc.) relacionadas con los ambientes ilustrados y, un acontecimiento muy importante, la aparición y difusión de publicaciones periódicas, como La gaceta de México, La gaceta de Lima, Primicias de la cultura (en Quito), el Semanario de Nueva Granada (en Bogotá), etc. A través de estas vías, a las que se sumó la traducción de Antonio Nariño (1765-1823) de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se comenzó a criticar no tanto a la monarquía hispánica (la mayoría de movimientos emancipadores actuarían al principio para salvaguardar los derechos de ésta), como a la forma en la que los reyes españoles entendían el ejercicio del poder.