El texto presenta una comparación entre la filosofía de Sócrates y la metodología de Lipman, destacando sus diferencias y puntos en común en el ámbito educativo. Mientras Sócrates defendía la práctica filosófica en espacios públicos y dirigida a expertos, Lipman proponía su aplicación en entornos escolares desde una perspectiva didáctica, abierta a cualquier individuo.