En la etapa de la vejez, el voluntariado se presenta como una actividad enriquecedora que permite a los mayores sentirse útiles y valorados, contrarrestando la percepción de la edad como una desventaja.
Vivimos en una sociedad rodeada de prejuicios y estereotipos, en concreto con las personas mayores la edad suele ser el causante de todos los demás. Pensamos que por tener una determinada edad ya hay cosas que no hacemos, no nos gustan, inevitablemete se crean generalizaciones inciertas.
Existe la oportunidad de seguir formándose a lo largo de toda la vida. Por ello, en esta etapa puede ser una buena opción para el mantenimiento activo, conocer personas y aprender todo aquello que se desee.
El voluntariado es otro aspecto positivo en esta etapa de la vida. Tiene múltiples beneficios para la persona mayor, entre los que podemos encontrar sentirse útil para la sociedad, el tener la edad como un valor y no como una desventaja, etc.
La soledad no deseada en la que se encuentran muchos mayores es un tema serio y poco hablado, pero que afecta o puede afectar a muchos de ellos teniendo importantes consecuencias en su bienestar y salud mental.
Durante los encuentros intergeneracionales se produce un canal de comunicación y de aprendizaje entre diferentes generaciones que tiene importantes consecuencias en el bienestar de ambas partes, fomentando al mismo tiempo otros aspectos relacionales y evitando la soledad de los mayores.