A medida que envejecemos, el intelecto sufre cambios que afectan distintas áreas del cerebro. El hemisferio izquierdo, responsable de la lógica y la razón, y el hemisferio derecho, vinculado a la emoción y al reconocimiento de rostros conocidos, experimentan un declive que puede influir en nuestras capacidades cognitivas y afectivas.