arabera jazmin zepeda 1 year ago
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Honelako gehiago
Siete días ha orado y ayunado David, hasta que al séptimo día el niño murió
Entonces David se lavó, se ungió y se cambió de vestidos. Se fue al templo y adoró al Señor; luego volvió al palacio y pidió que le sirvieran la comida. Los servidores, sin entender la conducta del rey, le sirvieron y él comió y bebió. Luego se fue a consolar a Betsabé, se acostó con ella, que le dio un hijo. David le puso por nombre Salomón, amado de Yahveh
Este hijo era la garantía del perdón de Dios. Cuando en su interior le asalten los remordimientos y las dudas sobre el amor de Dios, Salomón será un memorial visible de su amor, figura del Mesías
La promesa de Dios y la súplica de David suscitó en Israel una esperanza firme. Incluso cuando desaparece la monarquía esta esperanza pervive
La promesa de Dios es incondicional. El Señor no se retractará. El rey esperado, el hijo de David, no será un simple descendiente de David. Será el Salvador definitivo, el Ungido de Dios, el Mesías
Mientras envía a Joab con sus veteranos a combatir a los ammonitas, David pasa el tiempo durmiendo largas siestas, de las que se levanta a eso del atardecer
Y un día, ¡al atardecer!, David se levanta y se pone a pasear por la azotea de palacio. Entonces sus ojos caen sobre una mujer que se está bañando. David se queda prendado de ella y manda a preguntar por ella. Le informan: "Es Betsabé, hija de Alián, esposa de Urías, el hitita"
David sabe que la mujer está casada con uno de sus más fieles oficiales, que se encuentra en campaña. Sin embargo, manda que se la traigan; llega la mujer y David se acuesta con ella y queda en cinta
Al saber que la esposa de Urías esta embarazada David en ves de reconocer su falla hace todo para tapar el pecado, manda a traer a Urías del campo de batalla para que duerma con su esposa pero este no accede y prefiere quedarse junto con los guardias cuidando
Urías retorna al campo de batalla llevando en su mano, sin saberlo, su condena a muerte. Un pecado arrastra a otro pecado. David, por medio de Urías, manda a Joab una carta, en la que ha escrito: "Pon a Urías en primera línea, donde sea más recia la batalla y, cuando ataquen los enemigos, retiraos dejándolo solo, para que lo hieran y muera"
David se gana la amistad de Jonatán, hijo de Saúl y la mano de su hija Mikal. David vuelve a tocar el arpa para calmar a Saúl. Pero un día, mientras toca con su mano el arpa, Saúl, que tenía en su mano la lanza, la arroja contra él. David comprende que Saúl realmente desea matarlo y huye del palacio
Así Saúl comienza a perseguir a David, que se ve obligado a huir a los montes. El Señor se compadece de él y lo salva
Obsesionado por perseguir a David, Saúl se olvida de los filisteos, que vuelven a someter a Israel. En la batalla de Gelboé las tropas israelitas son aniquiladas, mueren los tres hijos de Saúl y él mismo, gravemente herido, se suicida. Cuando le llega la noticia de la muerte de Saúl, David llora por él y por su hijo Jonatán
Al llegar al campo de batalla David se encuentra con un gigante Goliat que les retaba al ejercito de Israel a pelear contra el
David no soporta el ultraje que se hace a Israel y a su Dios y exclama: "¿Quién es ese filisteo incircunciso para ofender a las huestes del Dios vivo?". Los soldados le cuentan: Todos los días sube varias veces a provocar a Israel. A quien lo mate el rey lo colmará de riquezas y le dará su hija como esposa, y librará de tributo a la casa de su padre
David replica: "El Señor me ayudará a liquidarlo". Alguien corre a referir a Saúl las palabras de David y el rey le manda a llamar
Libre de la armadura de Saúl, David baja la pendiente de la colina. Al llegar al valle, que separa los dos campamentos, David recoge cinco piedras del torrente y vence a Goliat
Saúl, ya rechazado por Dios, y David, ya ungido para sustituirlo, son dos figuras unidas y contrapuestas. Sus vidas y sus personas seguirán unidas por mucho tiempo. Saúl, con su inestabilidad emocional, cae en depresiones al borde de la locura. Oscilando como un péndulo entre momentos de lucidez
David, aún un muchacho, se presenta en la corte, colmado del espíritu que ha abandonado a Saúl. Pero David no se presenta para suplantar a Saúl, sino para ayudarle en sus delirios con su música
Sin embargo, Saúl pone su razón por encima de la palabra de Dios y perdona la vida a Agag, rey de Amalec, a las mejores ovejas y vacas, al ganado bien cebado, a los corderos y a todo lo que valía la pena, sin querer exterminarlo; en cambio, extermina lo que no vale nada
Por haber rechazado la palabra de Yahveh, Él te rechaza hoy como rey". Samuel, pronunciado el oráculo del Señor, se da media vuelta para marcharse
Saúl es el primer rey de Israel. Con él se instaura la monarquía, deseada por el pueblo, contradiciendo la elección de Dios, que separó a Israel de en medio de los pueblos, uniéndose a él de un modo particular: "Tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios"
La historia de Saúl es dramática. Ante la amenaza de los filisteos, concentrados para combatir a Israel con un ejército inmenso como la arena de la orilla del mar, los hombres de Israel se ven en peligro y comienzan a esconderse en las cavernas. En medio de esta desbandada, Saúl se siente solo
En su miedo a ser completamente abandonado por el pueblo llega a ejercer hasta la función sacerdotal, ofreciendo holocaustos y sacrificios, lo que provoca el primer reproche airado de Samuel
Saúl se condena a sí mismo, tratando de dar las razones de su actuación. Ha buscado la salvación en Dios, pero actuando por su cuenta, sin obedecer a Dios y a su profeta
Al pedir un rey, "como tienen los otros pueblos", Israel está cambiando sus relaciones con Dios
Pero el pueblo se olvida de la salvación gratuita de Dios y cae continuamente en la opresión. El pecado de Israel hace vana la salvación de Dios siempre que quiere ser como los demás pueblos. Entonces experimenta su pequeñez y queda a merced de los otros pueblos más fuertes que él
A Débora le sucede Gedeón, cuya historia es la más fascinante de este período. "Los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, y el Señor los entregó a Madián por siete años" (Jc 6). La instalación del largo período de paz lleva al pueblo a olvidarse de Dios o al sincretismo religioso, mezclando el culto al Dios verdadero con el culto a los Baales, dioses locales
Entonces Dios les entrega a Madián. Los madianitas se infiltran en los dominios israelitas en busca de pastos y comida. Nómadas aguerridos y sin escrúpulos obligan a los israelitas a refugiarse en las cuevas de los montes. Los madianitas asolan el país, destruyendo los sembrados y los ganados, sin dejar nada con vida en Israel
Si la época de Josué es el período de la fidelidad de Israel, la de los jueces es el tiempo de la infidelidad: "Mientras vivió Josué y los ancianos que le sobrevivieron y que habían visto los prodigios del Señor en favor de Israel, los israelitas sirvieron al Señor. Pero murió Josué y toda su generación
Les siguió otra generación que no conocía al Señor ni lo que había hecho por Israel. El pueblo se entrega a los dioses locales, poniendo en ellos su seguridad y olvidando a Dios, que le ha dado la prosperidad. Sólo volviendo a situarse en la precariedad, volviendo a la situación de esclavitud de los padres en Egipto, Israel se vuelve al Dios salvador, que interviene suscitando los Jueces
El cumplimiento de la promesa se lleva a cabo mediante la posesión de la tierra (Dt 1, 6-8). Las dificultades de la conquista, ciertos fracasos y reveses que obligan al pueblo a retroceder no son negados por el autor, son interpretados como fruto del pecado del pueblo
Moisés llama a Josué y le dice: "Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y al amanecer ataca a Amalec. Yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón de Dios en la mano". Josué hace lo que le dice Moisés y ataca a los amalecitas, mientras Moisés, con Aarón y Jur, sube a la cima del monte. Mientras Moisés tiene los brazos en alto, Josué vence; cuando los baja, se impone Amalec. Al atardecer es derrotado Amalec
Muerto Moisés, Dios habla con Josué, diciéndole: "Lo mismo que estuve con Moisés estaré contigo. No te dejaré ni te abandonaré. Tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que juré a sus padres. Yahveh, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas"
Josué dirige la conquista de la tierra, que no es fruto de las armas, sino don de Dios. Por encima de Moisés y de Josué se alza Dios, el verdadero protagonista de la historia
Elegido por Dios para suceder a Moisés como guía de Israel, Josué es investido del Espíritu de Dios cuando Moisés le impone las manos. El Señor dice a Moisés: "Toma a Josué, hijo de Nun, hombre en quien está el espíritu e impón la mano sobre él"