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En una primera etapa educativa se puede hablar de la exclusión, de hecho o de derecho, de la escuela de todos aquellos grupos no pertenecientes a la población específica a la que se dirigía la misma en sus inicios.
Las personas son diversas en sus características personales, culturales, sociales, de género, lingüísticas, etc.
Las escuelas separadas para personas pertenecientes a grupos culturales y minorías étnicas cumplieron el mismo papel en relación a las diferencias por motivos culturales (como las escuelas puentes para alumnos gitanos en España); también la incorporación de la mujer a la escuela pública se produjo separando a las personas de distinto sexo en centros diferentes.
En vez de llevar al alumno al servicio de apoyo, éste es traído a él.
Se proporciona apoyo a los alumnos para ayudarles a conseguir con éxito los objetivos del currículo.
Los derechos de cada miembro son intencionalmente comunicados.
Todos los niños pertenecen y pueden aprender en el aula ordinaria.
Su objetivo no es homogeneizar las diferencias sino su reconocimiento y la construcción de la escuela y el aula como comunidad para que se trabajen.
Los alumnos se ayudan unos a otros y se benefician del aprendizaje conjunto.
El profesor o profesora trabaja conjuntamente con otros docentes (especialistas o de enseñanza ordinaria), dirección del centro y/o otros profesionales.
Hay un énfasis en los sistemas de tutoría entre compañeros, en el aprendizaje cooperativo y otras formas de poner a los estudiantes en contacto mediante relaciones naturales continuas y de apoyo.
También en que los profesores y el otro personal escolar trabajen juntos y se apoyen mutuamente a través de la colaboración profesional y la enseñanza en equipo.
Cuando hace falta la ayuda de “expertos” para satisfacer las necesidades de un estudiante, el sistema de apoyo en el aula ayuda no sólo al estudiante necesitado sino también a otros estudiantes.
