por Valentina Cruz 1 ano atrás
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El asombro y la curiosidad de los primeros seres humanos, así como su necesidad de entender y explicarse el mundo, son la raíz del desarrollo del pensamiento filosófico, de los mitos, las religiones, la cultura y las ciencias.
Lo único que necesitamos para ser buenos filósofos es la capacidad de asombro. Todos los niños pequeños tienen esa capacidad pero conforme van creciendo, esa capacidad de asombro parece ir disminuyendo.