por Enrique Cortez 3 anos atrás
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Representa el epítome de la arquitectura rupestre de la India.1 Está diseñado para recordar el monte Kailāsh, morada del dios Shivá. Si bien exhibe características típicas dravídicas, fue tallada de una sola roca y construida quizá en el siglo VIII por el rey Rashtrakuta Krishna. El templo es famoso por su excavación vertical. Los talladores empezaron por la cima de la roca original y excavaron hacia abajo, exhumando el templo de la roca existente. Los métodos tradicionales fueron seguidos de manera estricta por el maestro arquitecto que no podría haberse logrado mediante la excavación por el frente. Los arquitectos que diseñaron este templo provenían del sureño reino de Pallava.4 Se estima que se extrajeron alrededor de 200.000 toneladas de rocas durante siglos para construir la estructura monolítica.
El complejo de templos ocupa un área de 5.600 m² que consisten en una cámara principal, dos cámaras laterales, patios y santuarios secundarios. Estás grutas contienen relieves, esculturas y un templo en honor a Shivá.
Tienen un conjunto de treinta cuevas excavadas en la roca (basalto volcánico), con santuarios, salas de reunión y habitaciones para los monjes, que aglutinan todas las manifestaciones artísticas: arquitectura, escultura y pintura. De estas cuevas dieciséis están decoradas con magníficas pinturas murales, realizadas con pigmentos vegetales y minerales sobre una capa de arcilla mezclada primero con paja y después con cal. La temática está centrada en la vida de Buda y en los cuentos populares budistas jataka, aunque también hay escenas cotidianas y de la naturaleza. En los frescos de Ajaṇṭā se aglutinaron el antiguo naturalismo hindú con el misticismo del budismo mahāyāna.